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El Papa besó el brazo de una mujer superviviente de Auschwitz

LIDIA MAKSYMOWICZ
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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 26/05/21
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Lidia Maksymowicz inspiró el documental “70072: La niña que no sabía odiar”. Tenía dos años cuando sufrió la experimentación nazi.

El papa Francisco besó el brazo de Lidia Maksymowicz, polaca de origen bielorruso que sobrevivió a los campos de concentración nazis.

Al final de la audiencia general, miércoles, 26 de mayo, Lidia, 81 años, mostró al Papa el tatuaje marcado en la piel de su antebrazo. Ellos se entendieron casi sin palabras.

La mujer mayor llevaba marcado el número '70072' que recuerda su deportación al campo de concentración de Auschwitz. 

Acto seguido, el papa Francisco se agachó y besó, sin pensarlo dos veces, esa 'herida' abierta en la historia de la humanidad: 200.000 niños asesinados.

Lidia entregó al Papa tres regalos simbólicos: La memoria, representada por el pañuelo con una franja azul y blanca con la letra "P" de Polonia. La tela lleva un fondo triangular rojo, que los casi todos los prisioneros polacos utilizan en las ceremonias de conmemoración.

El segundo regalo, la oración: Lidia entregó al Papa un rosario con la imagen de San Juan Pablo II.

Y el tercer regalo, simbolizaba la esperanza: un cuadro pintado que la retrata de niña, de la mano de su madre. Una imagen onírica de ellas que observan a la distancia la entrada al lager de Birkenau.

La vida de Lidia inspiró el documental: “70072: La niña que no sabía odiar”. La obra fílmica narra su deportación a Auschwitz Birkenau cuando aún no tenía ni tres años de edad.

La pequeña pasó tres años en el "bloque infantil", donde fue obligada a someterse a varios experimentos médicos por parte del Dr. Mengele: la inoculación de virus y solución salina, entre otros.

De esa vida recuerda el hambre, los piojos, el terror cuando llegaban los médicos y el pase de lista. Los niños eran llamados por los números que llevaban tatuados en el brazo.

Los pequeños nunca fueron llamados por su nombre, cuando uno moría, se sustituía con otro número más; el último en llegar. Los pequeños prisioneros se enfrentaron a la crueldad de las guardias de la SS y el frío polaco en los barracones.

Lidia ahora visita varios países de Europa para contar su historia a muchos jóvenes, aunque el recuerdo de Auschwitz la hace sufrir reabriendo dolorosas heridas.

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