Las imágenes de los últimos días desde diversos lugares del mundo son un verdadero golpe al corazón. Unas de las más contundentes tal vez sean las que llegan desde la costa de Ceuta, un enclave español en África que se ha transformado en noticia por los miles de migrantes que alcanzaron las costas.
Otra ha sido la de niños cuyos cuerpos aparecieron abandonados en una playa de Zuwara (Libia).
Pero el otro lado del océano no está exento para nada de estas situaciones trágicas. Y un claro ejemplo es todo lo que acontece a nivel migratorio en diversas partes del continente, desde las personas que buscan atravesar la frontera de México en busca de un futuro mejor hasta otras más en el sur, con protagonismo de venezolanos, que también huyen de auténticas crisis humanitarias.
Recientemente sucedió algo así. En este caso sin una imagen conmovedora, pero sí con un drama desgarrador de fondo. Una mujer migrante venezolana murió este martes 25 de mayo al intentar cruzar a pie un paso fronterizo irregular entre Colchane (Chile) y Pisiga (Bolivia), según informaron agencias como EFE, historia reproducida por diversos medios.
La mujer, se indica, tenía 59 años y viajaban junto a su familia a través de una zona andina ubicada a más de 3500 metros sobre el nivel del mar. Una auténtica odisea que se repite desde hace tiempo con los migrantes en el intento de llegar a Chile en el marco de la pandemia y las adversidades climáticas como las bajas temperaturas. Pero la mujer, en este caso, no logró su objetivo y se convirtió en la sexta migrante fallecida en un paso no habilitado en lo que va de 2021.
"Quiero hacer un llamado al Gobierno para reforzar la vía diplomática y las gestiones que permitan controlar el ingreso irregular de migrantes", expresó el alcalde de Colchane, Javier García, en declaraciones a la prensa recogidas por EFE.
Esa zona entre Chile y Bolivia vuelve a ser noticia luego de que entre febrero y marzo -a raíz de la presencia de un millar de extranjeros- se haya enviado a las Fuerzas Armadas para controlar la situación, algo que estuvo acompañado de medidas de restricciones legales y facilitación de expulsiones.
Todo esto, que ha derivado en deportaciones y denuncias desde diversas organizaciones como el Servicio Jesuita al Migrante, entre otras, no hace otra cosa más que invitar a decir con énfasis: “¡Hasta cuándo!”
Mientras no haya soluciones concretas y los migrantes sigan muriendo en su intento de alcanzar el sueño de un futuro mejor, todo parece indicar que habrá que seguir esperando imágenes removedoras y virales (por lo general tendencia por unas horas hasta caer en el olvido de manera inmediata) para volver a hablar sobre un tema que suele ser silencioso, pero constante y ávido de misericordia.