Este dulce, típico de la ciudad de Zaragoza, que puede llegar a pesar 500 gr., está envuelto en papel con la imagen de la Virgen del Pilar, patrona de la Hispanidad.
Si alguna vez habéis pasado por Zaragoza, sede de la Basílica del Pilar y uno de los centros marianos más importantes del mundo, os habréis dado cuenta de que la ciudad gira alrededor de esa basílica, situada a orillas del Ebro, río que también aporta carácter a la ciudad aragonesa.
Paseando por la Plaza del Pilar y por otras calles aledañas ¿quién no se ha sorprendido al ver estos caramelos gigantes envueltos con la imagen de la Virgen? Me atrevería a decir que es uno de los souvenirs más típicos de la ciudad, además de ser, posiblemente, el caramelo más grande nunca visto.
Estos dulces de dimensiones considerables y con forma de adoquín, que imitan el pavimento de las calles cercanas a la Basílica, fueron creados en 1928 por el confitero Manuel Caro Gormaz, en Calatayud, población cercana a Zaragoza.
Actualmente es su nieto, José Caro, quien esta al frente de la empresa Caro que aún produce estos increíbles caramelos con sabor a fresa, limón, anís y naranja.
Además, la Confitería, convertida ahora en una gran empresa con una moderna planta de fabricación, produce otros dulces como las Frutas de Aragón, las delicias de naranja y limón y otros productos tradicionales elaborados básicamente con chocolate.
Pero ¿qué es lo que los convierte en un caramelo tan especial? Posiblemente, su gran tamaño y su forma de adoquín. Sin embargo, es el dibujo de la Virgen del Pilar, impreso en el papel que los envuelve, lo que los convierte en un producto único y muy querido por todos los zaragozanos y los visitantes de esa ciudad.
Así que el envoltorio, de fondo blanco, contiene la estampa de la Virgen con su manto en diversos colores, dependiendo del sabor del caramelo. Además, los bordes del papel imitan el icónico pañuelo típico de Aragón, el llamado “cachirulo”, una tela de cuadros con la que los hombres se cubren la cabeza y que forma parte del traje tradicional de la zona.
No obstante, ¡no se acaban aquí las sorpresas! En el interior del envoltorio podemos encontrar impresa la letra de una jota, manifestación musical del folclore de Aragón, cuyo baile va acompañado por letras que van de la sátira a la elegía.
En el caso de los adoquines, se solían incluir letras de coplas o jotas de picadillo, de contenido jocoso o también más emotivo, como la siguiente:
El hecho de que cada envoltorio sea diferente- por el color, el tamaño del caramelo o la letra de la jota que incluye- ha convertido a este producto en una pieza de coleccionista. Además, se vienen fabricando desde hace casi un siglo. Por consiguiente, los dibujos o ilustraciones reproducidas en el envoltorio han evolucionado a lo largo de los años.
Del mismo modo que los Adoquines del Pilar, en otras ciudades también se rinde tributo a la Virgen de la zona dedicándola un dulce típico del lugar.
Por ejemplo, en Madrid desde hace unos años se elabora un rosco parecido al Roscón de Reyes llamado “Corona de la Almudena”, que aparece en las pastelerías de la capital de España alrededor del 9 de noviembre, festividad de la patrona de Madrid.
También en Valencia se elaboran unos dulces de calabaza y almendra molida denominadas “Geperudetes” (o “Cheperudetes) en honor a la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad, cuya silueta aparece en el postre.
Igualmente, en Málaga dos jóvenes pasteleros crearon en 2014 el primer dulce dedicado a la Virgen del Carmen, llamado “Ancla del Carmen” ya que es la patrona de los marineros. En su elaboración se utilizan productos típicamente malagueños, sustituyendo la leche o el agua por vino dulce, el azúcar por miel de caña y los piñones por almendras.
También en Granada se elabora la “Torta Virgen de las Angustias”, con anís y rellena de cabello de ángel; en Vitoria, la “Tarta de la Virgen Blanca” o los “Suspiros de la Blanca” en honor de la Virgen de las Nieves, cuya festividad se celebra el 5 de agosto; o en Castellón la “Flor de Lledó”, un hojaldre con crema de naranja y limón, cuya forma floral es como una ofrenda a la Virgen de Lledó.
En fin, la Virgen no deja de inspirarnos y de traer a nuestro paladar sabores dulces y deliciosos. ¡Imposible resistirse!
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