Según diversas reseñas, la imagen fue encargada Francisca, la hija del conquistador español Francisco Pizarro allá por 1551. El pedido fue hecho a Roque Balduque con el objetivo que estuvieran presente en el lugar donde iba a ser enterrado el conquistador. Ante ella fray Jerónimo de Loayza hizo algo peculiar. El primer arzobispo de Lima Puso la primera rosa florecida en la ciudad.
Se trata de Nuestra Señora de la Evangelización. Es una imagen de la Virgen con el Niño Jesús hecha en madera policromada de 1.70 metros de altura.
Con el paso de los años fue ella quien presidió la vida de la Iglesia de la arquidiócesis de Lima. Igual los Concilios Limenses. Pero también a ella le rezaron grandes santos. Aparecen los nombres de Toribio Alfonso de Mogravejo, San Francisco Solano, San Martín de Porres y la propia Santa Rosa de Lima. Además, El 28 de julio de 2021 se cumplirán 200 años del Te Deum que le fue entonado con motivo de la independencia de Perú.
Nuestra Señora de la Evangelización está presente en la catedral de Lima. Es considerada la patrona de la arquidiócesis y su fiesta se celebra cada 14 de mayo. Esta advocación mariana es considerada también una de las más antiguas de América del Sur.
Por todo esto surge el recuerdo de un momento especial. El día en que el papa Juan Pablo II coronó de manera solemne a Nuestra Señora de la Evangelización, consagrándole Perú. Sucedió durante su primera visita en 1985. La ceremonia tuvo lugar en la catedral de Lima poco después de su llegada un 1 de febrero. Fue ahí, durante una misa, donde el Papa además de la consagración veneró las reliquias de santos peruanos.
Sin embargo, tres años después, en 1988, volvió a tener otro particular gesto para con esta famosa imagen de la Virgen. En ocasión del Congreso Eucarístico y Mariano de los países bolivarianos el Papa el concedió la Rosa de Oro. Precisamente, aquello tuvo lugar un 14 de mayo también en la catedral de Lima con una emocionante oración. En tanto, ya en octubre de 1990 fue cuando Juan Pablo II la proclama Patrona de Lima.
¡Dios te salve, María, llena de gracia, Madre de Misericordia! Te damos gracias porque nos has dado el fruto bendito de tu vientre, Cristo Jesús, autor de nuestra salvación.
Tú, Madre y protectora de este pueblo, nos has acompañado a través de la historia, siendo su Maestra en la fe, en la esperanza y en el amor: muéstranos ahora a Jesús, presentándonos el ejemplo de su vida y intercediendo por nosotros.
En esta hora de gracia y bendición para el Perú, deseamos reafirmar nuestra fe en Cristo Eucaristía, camino, verdad y vida, cuya Palabra queremos acoger en nuestro corazón como Tú la acogiste, de modo que, renovados por la Eucaristía y la Palabra, podamos edificar todos unidos la ansiada civilización del amor.
“¡Nuestra Señora de la Evangelización!”. Madre de la Buena Nueva, sabemos que el camino es arduo. Esta tierra gloriosa, cuna de santos, se ve ahora afligida por la violencia y la muerte, por la pobreza y la injusticia, por una honda crisis familiar fruto del olvido de la ley del Señor, por ideologías que intentan vaciar de contenido su fe cristiana.
— A los Pastores de la Iglesia, para que sigan siendo valientes maestros de la verdad, defensores de la dignidad de sus hermanos, constructores de la unidad.
— A los sacerdotes, para que cada vez más conscientes de su vinculación con el único mediador, Cristo Jesús, prolonguen su presencia en las comunidades, siendo fieles dispensadores de los misterios de Dios.
— A las personas consagradas, para que por el fiel seguimiento de los consejos evangélicos se dediquen intensamente a Dios como a su amor supremo, sean signo preclaro de la Iglesia, y presencia de tu Hijo en el mundo.
— A todos los laicos, para que fieles a su bautismo y guiados por el Espíritu Santo sean verdadero testimonio del Evangelio y lo anuncien con su vida.
— A los hogares cristianos, para que como verdaderas iglesias domésticas, sean auténticos santuarios donde se viva la fe, la esperanza y la caridad, donde florezca la fidelidad, la obediencia filial, el amor mutuo.
— A los jóvenes, para que tengan el valor de brindar todas sus energías en construir un nuevo Perú donde se viva sin temor el espíritu de las bienaventuranzas del reino.
— A los pobres, ancianos, enfermos, a las víctimas de la injusticia y la violencia, a los que están llevando la cruz de la pasión de tu Hijo, para que encuentren consuelo en su fe, fortaleza en su esperanza, ayuda solidaria y fraterna en todos sus hermanos.
— A los responsables del gobierno de la nación y a los que rigen la sociedad, para que con rectitud y entrega generosa conduzcan el pueblo del Perú por caminos de justicia y libertad en convivencia pacífica.
Madre y Señora nuestra. Acoge con amor esta ofrenda de tus hijos y bendice esta amada tierra con los dones de la reconciliación y la paz.