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Roma, “Gran Jubileo de 2000”. Fue en ese marco, en una plaza San Pedro colmada de gente, donde monseñor Raúl Scarrone le dirigió un mensaje al papa Juan Pablo II. Lo hizo en calidad de presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) en aquel entonces y acompañando una peregrinación por el gran acontecimiento.
Scarrone, en ese momento, le recordó al hoy San Juan Pablo II sus dos visitas a Uruguay (1987 y 1988). En especial hizo énfasis a la “esbelta cruz” que se instaló en una de las avenidas más importantes de la capital del país, Montevideo, para una de las misas.
El obispo uruguayo le expresó que aquella cruz continuaba instalada. Un hecho a simple vista menor, pero que se transformó en gran tema de conversación y discusión en uno de los países más laicos de América Latina. Actualmente popularmente conocida como la “Cruz del Papa”.
“Es con ese corazón que hemos querido venir aquí para el año jubilar. Precisamente hoy, cuando conmemoramos la pascua del siervo de Dios monseñor Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, venimos a encontrarnos con el sucesor de Pedro con profunda alegría”, agregó Scarrone. El obispo también contó que Uruguay se preparaba ese año para celebrar el IV Congreso Eucarístico Nacional.
Curiosamente, este 6 de mayo, a 140 años del fallecimiento de Jacinto Vera, se cumplen 21 años de aquel sentido discurso de Scarrone en Roma. Lo mismo del mensaje de Juan Pablo II a los peregrinos de Uruguay (ver aquí).
Pero también es sorprendente que casi 21 años después, este 5 de mayo, Uruguay le dio el último adiós a Scarrone, quien falleció este 4 de mayo a la edad de 90 años y como obispo emérito de Florida.
Sus restos fueron velados este 5 de mayo en la catedral de Florida, un departamento de Uruguay que tiene también un vínculo más que especial con la patrona del país, la Virgen de los Treinta y Tres.
La despedida, en medio de la pandemia y con protocolos de bioseguridad, se vivió en un clima de suma emoción y oración (imágenes galería).
Es que en definitiva se trataba de un obispo muy querido, quien allá por el año 2008 (con 75 años) había presentado su renuncia para dedicase a seguir aportando su experiencia y convertirse en referente en la escucha. Su sucesor ha sido monseñor Martín Pérez Scremini.
“Desde niño sintió el llamado de Dios para servirlo en su Iglesia y, siendo muy joven, ingresó al Seminario. Desde entonces ha consagrado su tiempo a la oración y el acompañamiento de comunidades y todas aquellas personas que se han acercado a él buscando una palabra de consuelo y aliento”, expresa una reseña publicada por estas horas por la Iglesia de Uruguay.
En la misma se recuerda que fue ordenado sacerdote con 24 años, el 24 de setiembre de 1955.
“A los 51 años, el 12 de diciembre de 1982, fue ordenado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Montevideo. El 15 agosto de 1987 asumió el Obispado de Florida y en pocos meses recibía a San Juan Pablo II en el Estadio Campeones Olímpicos en el marco de su primera visita a Uruguay”, prosigue la nota de semblanza.
También se recuerda que fue presidente de la CEU en dos oportunidades: 1991-1994 y 1997-2000. Lo mismo que ocupó la vicepresidencia de 2003 a 2006. Y de ese año hasta abril de 2008. Durante esa segunda presidencia fue que tuvo lugar aquel emotivo discurso que hoy sirve para mostrar tan solo un pantallazo de vida cargada de vocación, cercanía y servicio.