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Comenzaron este 20 de abril las obras de construcción del pináculo de la torre de la Virgen en la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. Así lo informa el sitio web del archidiócesis.
Se trata de una pieza fundamental para poder coronar en diciembre de 2021 el terminal de la torre dedicada a la Madre de Dios con la estrella, a una altura de 127 metros. El fuste corresponde a la parte intermedia del terminal de la torre. Su forma es la de un hiperboloide, que se inicia en seis patas y que finaliza en tres puntas o brazos de apoyo de la estrella luminoso.
El terminal – explica el sitio web de la arquidiócesis de Barcelona - se compone específicamente de tres partes. En primer lugar, y por orden ascendente, está la corona. Se trata de un elemento hecho de piedra y de 6 metros de altura que soporta doce estrellas de forja. Las estrellas rodean la parte inferior del terminal de forma ascendente.
El fuste corresponde a la parte media del terminal y tiene 18 metros de altura. Definido por la geometría de un hiperboloide, termina en tres brazos que sostienen la estrella. Toda su superficie exterior es de trencadís de tonos blancos y azules. Con sus 18 metros de altura, el fuste se construirá en hormigón armado y se recubrirá con trencadís de colores azules y blancos.
Por último, se colocará la estrella, elemento final de la torre, que tiene un diámetro de 7,5 metros y un total de doce puntas. Todas las caras son de vidrio texturado y está iluminado desde dentro. La estrella, la estrella de la mañana, es el símbolo de la Virgen como madre de Jesús; fiel y protectora, guía hacia Jesús, de día y de noche.
La obra de la Sagrada Familia es una realidad en continuo movimiento: elevada al rango de Basílica Menor el 7 de noviembre de 2010 por Benedicto XVI durante el acto de consagración, se estima que podría estar terminada en 2026, 134 años después de la colocación de la primera piedra. En total se prevén 18 torres.
El ritmo de las obras está condicionado por las donaciones que, por voluntad expresa del arquitecto Antoni Gaudí, deben ser la única aportación económica para la ejecución del templo. Un largo proyecto en el que Gaudí trabajó durante 41 años, consciente de que no podría ver el final de la obra. Con gran fe en la Providencia, de hecho, solía decir: "mi cliente no tiene prisa".