Miriam Díez intervino en la Jornada organizada por la Fundación Casa de Misericordia sobre el impacto del COVID-19 en la infancia y la juventud. Habló sobre la comunicación digital y los retos que afronta la Iglesia a la hora de adaptarse a la nueva realidad informativa. Una realidad telemática que se ha acelerado con la llegada de la pandemia.
Pese a la situación epidemiológica, según Díez, “no se trata de dividir a las personas y su realidad entre lo que es real y lo que es virtual, se trata de que esa persona esté informada por canales diversos”.
Para ello, la Iglesia afronta el desafío de entrar de lleno en el mundo digital: “La presencia de la iglesia en el mundo digital no es opcional, no es algo que se tenga que discutir si es necesario o no, porque la Iglesia no es una entidad que está jugando en otra liga, está jugando en este mundo”.
Ante esto, Díez apuntó que es muy importante que la Iglesia esté “cerca de las personas siempre”, y que sepa responder a las necesidades de las nuevas generaciones, más adaptadas a las nuevas tecnologías y que exigen un cambio de paradigma en la comunicación entre Iglesia y sociedad: “Los nativos digitales son muy exigentes con la Iglesia. Quieren una Iglesia interactiva, dialogante, que no tenga una autoridad dictatorial”.
Pese a esta renovación que exigen los nuevos tiempo, para la periodista de Aleteia la Iglesia no debe perder sus valores. Debe haber renovación, pero fiel a los principios originales de la institución, “donde la misericordia sea la palabra de orden, donde el perdón sea lo que diferencie a los católicos del resto”.
¿Cómo hacer que eso sea posible? La periodista apuntó: “El mundo digital no es solo Internet”, y el papel de la Iglesia es “estar siempre cerca de las personas”.
Por su parte, el cardenal-arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, señaló la importancia de la fraternidad en el nuevo entorno que vivimos: “Como dice el Papa Francisco, solo saldremos de esta pandemia -recordó- si sabemos caminar y remar juntos, y si sabemos ayudar solidariamente a los más necesitados”.
Y es que, para Omella, el papel de los jóvenes es vital porque "muchos dicen que los jóvenes son el futuro de la sociedad y de la Iglesia, pero como dice el Papa, los jóvenes son el presente de la Iglesia y de la sociedad”.
María Calvo, profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro de la Real Academia Europea de Doctores, explicó que 1.600 millones de estudiantes en el mundo se quedaron sin poder asistir a clase debido al COVID-19 y más de la mitad de centros educativos en España no estaban preparados para continuar con las clases de forma telemática: “La educación -dijo- tiene el reto ético y técnico de tener en cuenta la diversidad y la complejidad. Debemos ser capaces de alcanzar niveles de calidad y conseguir detectar y favorecer el talento diferenciado”.
Muchos estudiantes se han quedado sin la posibilidad de seguir su ritmo de aprendizaje y esto ha provocado lo que muchos denominan “brecha digital”.
Pese al esfuerzo de los profesionales de la educación para adaptarse al medio, para María Calvo no fue suficiente para que todos los estudiantes siguiesen las enseñanzas de forma telemática, por lo que los menos favorecidos fueron víctimas de una desigualdad destacable a la hora de acceder a sus estudios.
Más de la mitad de los centros educativos españoles no estaban preparados para afrontar las clases de forma telemática.
Por todo ello, la pandemia “ha planteado un reto importante para seguir adelante”, afirmó Calvo.