“Oremos por nuestros sacerdotes en el mundo entero, en nuestra Venezuela, especialmente aquellos que atraviesan esta enfermedad del Covid 19. Pedimos muy especialmente por el padre José Honegger Molina García, nuestro párroco, y nuestro querido padre Jesús Enrique Peña”, dice la plegaria en el perfil de Facebook de la parroquia “Anunciación del Señor” de Caracas.
El padre José Molina es el vicario episcopal de medios de comunicación de la Arquidiócesis de Caracas. Fue internado en un centro médico privado junto a su progenitor, de acuerdo con la información aportada por el vicario general, Armelin De Sousa Andrade, mediante anuncio oficial difundido el 8 de abril.
“Los presbíteros y diáconos, que están incardinados y adscritos en la Arquidiócesis, cuentan con mecanismos que se activan para cuidar su salud”, explicó. Sin embargo, con el objeto de evitar confusiones, agradece “todas las iniciativas generadas a partir de la petición de los medicamentos”. De Sousa informó que Jesús Peña fue trasladado a un centro médico adscrito al Ordinariato Militar de Venezuela. Sus peticiones son concretas.
“En estos momentos se necesita de mucha oración”; pero también, son importantes “todas las donaciones que podamos recibir (económica o en medicinas) de parte de nuestra feligresía, pues sabemos que se vienen gastos propios para la atención de nuestros sacerdotes”, indica en el anuncio oficial.
Es la realidad de los sacerdotes y religiosos en Venezuela: padecen en silencio la terrible pandemia, en un país carente de medicamentos, pero saturado de indolencia por parte de las autoridades del Estado. Muchas veces, por humildad, los sacerdotes no solicitan los medicamentos, pero es la misma situación de los demás venezolanos. No se conoce el número exacto de contagiados, pero evidentemente, la cifra aumentó durante la Semana Santa.
Monseñor José Trinidad Fernández, secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), dio a conocer la cifra aproximada de fallecidos por la pandemia. “Al menos 17 religiosas y sacerdotes venezolanos han muerto por la pandemia del Covid 19. Y varios cientos se han enfermado”, dijo a un medio digital de Caracas.
“Seguimos trabajando y cercanos a la gente. Cada cual acompaña a los fieles de sus parroquias”, expone el obispo auxiliar de Caracas. “Los párrocos están muy expuestos por su misión pastoral”. “Algunas cosas pueden hacerse por vía digital y hemos tratado de ser creativos, pero otras no. Aunque nos cuidamos, estamos muy expuestos al contagio de coronavirus. Es una especie de lotería. A veces te proteges mucho pero igual resultas contagiado”, dijo Fernández.
Comentó que los sacerdotes siguen ofreciendo la Unción de los enfermos porque “es un sacramento de vida, que busca la curación de la persona o en caso que Dios disponga, prepararse para el encuentro definitivo”, afirma.
“Seguimos muy atentos, sobre todo, a los religiosos en los barrios que deben manejar con cautela la intensidad pastoral de sus fieles que siempre los necesitan. Más en esta realidad venezolana”.
En efecto, la realidad de Venezuela es muy dura. Junto a las carencias propias del sector salud: instalaciones destartaladas, falta de medicamentos, equipos obsoletos, faltas de equipos de bioseguridad y sueldos insuficientes, surge un nuevo problema: la discriminación. Se observa con una parte que “privilegia” a determinados pacientes; y, con los planes de aplicación de las vacunas.
“Continúa la discriminación por parte de los entes oficiales en contra de la población”, denunció este 8 de abril la ONG Médicos Unidos de Venezuela. Indican que en la cuenta de Twitter del IVSS anuncian que el Sistema Patria (el mismo del discriminatorio Carnet de la Patria) estará convocando a los adultos mayores a participar en una supuesta jornada de vacunación. “¿Qué hacen los que no están inscritos?”, se preguntan desde la ONG.
Por otra parte, recientemente, un alcalde allegado al gobierno de Nicolás Maduro -con prácticas parecidas a las del régimen de Adolfo Hitler- comenzó a “marcar” las viviendas de los pacientes con Covid-19, en el municipio Sucre del estado Yaracuy. Ello trajo una ola de indignación en Venezuela. El temor es que esta “idea” sea replicada en otras regiones.
Según el artículo 69 de la Ley Orgánica de Salud, los pacientes tienen derecho al “respeto a su dignidad e intimidad, sin que pueda ser discriminado por razones de tipo geográfico, racial, social, sexual, económico, ideológico, político o religioso”. “¿Lo sabe el alcalde Adrián Duque?”, fue uno de los comentarios del abogado y obispo de Yaracuy, monseñor Víctor Hugo Basabe.
Aunque este 9 de abril, el alcalde se “disculpó”, dejó acelerada la inquietud de discriminación en la población. De hecho, otra de las preocupaciones es que las vacunas sean “exclusivas” para la “clase gobernante y sus allegados”, y no para todos los sectores. La inquietud fue captada por la CEV, en medio de las protestas del personal sanitario y la nueva realidad de discriminación y chantaje.
Por eso, el 8 de abril, los obispos solicitaron con urgencia que la vacunación contra la Covid-19 se realice en todo el país. “El pueblo tiene el derecho a ser debidamente atendido tanto en la prevención como en los cuidados médicos necesarios”, dice una parte del comunicado.
La vacunación debe realizarse “sin excepción ni discriminación alguna”, exigen los obispos venezolanos al Ejecutivo Nacional, autoridades sanitarias y a las instancias públicas y privadas. El Episcopado exhorta a buscar un acuerdo con la adecuada y científica asesoría de especialistas, “a fin de conseguir las mejores vacunas que puedan ser aplicadas a la totalidad de la población”.
“Asimismo, pedimos a las naciones del mundo y a los organismos multilaterales que tienen que ver con la distribución de dicha vacuna dar los pasos ciertos para colaborar con nuestro pueblo al permitir el envío de dichas vacunas sin que eso signifique una dura carga para nuestra nación golpeada por una grave crisis desde hace varios años”, expresa la Conferencia Episcopal Venezolana.
La Iglesia conoce lo que es perder a sus miembros y lo importante de la vacuna para contrarrestar las muertes. Entre sus fallecido más recientes a causa del coronavirus, se encuentra el sacerdote Moisés Pérez Lugo, párroco de San Martín de Porres, en Valencia (Carabobo). Tenía 59 años y 34 de sacerdocio.
“Es el tercero que muere por Covid-19 en ese estado”, reseña El Estímulo. Además, en septiembre murió el padre Alex Guillermo González Graterol, de 64 años, párroco de Nuestra Señora del Carmen y un mes después, el padre Julio Ramón Rodríguez García, párroco de San Blas, de 61 años.
Entre los 17 sacerdotes fallecidos, según la información aportada por el secretario general de la CEV, se cuenta, el obispo de Trujillo, Castor Oswaldo Azuaje, quien falleció en enero de este año. Tenía varios días hospitalizado en una clínica de Valera, con padecimientos generados por el COVID-19.
Este 9 de abril se conoció el fallecimiento de dos obispos eméritos: Helímenas Rojo Paredes, de 94 años de edad, quien fue arzobispo de Calabozo, a causa de problemas de deshidratación que obligaron su hospitalización; y César Ramón Ortega Herrera, de la diócesis de Barcelona, de 82 años, con problemas derivados de la Covid 19.