Esta celebración de la Palabra de Dios en casa se dirige a quienes no puedan participar en la misa del Domingo de Ramos de la Pasión del Señor en su parroquia a causa de la pandemia o de otros impedimentos.
Asimismo, esta celebración del sábado por la tarde puede convertirse en una excelente preparación familiar para la misa dominical en la parroquia.
Si se ha previsto la participación en la misa dominical en la parroquia, se omitirá la bendición de los ramos.
Guía a la bendición de los ramos
Ante todo, se han de preparar los ramos para la bendición.
Quienes disponen de jardín:
Pueden utilizarse ramos de cualquier tipo de árbol o arbusto, a condición de que sean verdes y tengan hojas. El color verde de los ramos es símbolo de la nueva vida que triunfa sobre la muerte. Es posible escoger por orden de preferencia ramos de las siguientes plantas: palmera, olivo, naranjo o limón, boj, tejo, otras especies de hoja perenne como el sauce, forsythia, almendro, o cerezo de japón.
Quienes no pueden disponer de un jardín:
Dos o tres ramas de una planta verde pueden ser suficientes. De lo contrario, será posible dibujar en hojas de papel o cartón un ramo de palmera y lo pintaremos de color verde. Si es suficientemente resistente, lo recortaremos con tijeras. De este modo, cada quien podrá tener en su mano un ramo en el momento de la bendición.Al final de la celebración es posible organizar una pequeña procesión para colocar un ramito (ya sea natural ya sea confeccionado) bendito en cada crucifijo de la casa.
Guía a la lectura de la Pasión según san Marcos
Este pasaje evangélico es particularmente hermoso y conmovedor: deberá leerse de manera pausada, con fuerza, pronunciando cada una de las palabras.
Antes de la celebración podrá decidirse a quién se asignarán los diferentes personajes que participan en la lectura. Los tres personajes están asignados a lo largo de la lectura con estas iniciales:
X = Jesús, C = Cronista, S = Otros personajes.
Si hay solo dos lectores, el lector C leerá también los textos asignados a S
Se recomienda que cada uno de los lectores preparen con antelación la lectura, tratando de hacerla con una entonación en sintonía con la importancia del texto.
Guía general a la celebración
VIGILIA DEL DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Celebración de la Palabra de Dios
“Yo soy la resurrección y la Vida” ¿Lo crees?
Nos sentamos.
Quien guía la celebración dice:
Hermanos y hermanas,
En [esta vigilia] [este día] de Domingo de Ramos,
sabemos que cuando nos reunimos en su nombre,
Jesucristo está presente entre nosotros.
Recordamos que, cuando leemos la Escritura como Iglesia,
el mismo Verbo de Dios nos habla.
Su Palabra se convierte entonces en alimento de vida.
Por este motivo, en comunión con toda la Iglesia
nos disponemos a ponernos a la escucha
de esta Palabra que salva.
Pausa
El Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor nos invita
a pasar de la angustia a la esperanza, del miedo al don de un mismo.
Y de este modo avanzaos hacia la verdad de la Pascua.
En estos días de prueba, tomamos conciencia, de manera dolorosa,
de nuestros límites y fragilidad.
Pero no dudemos: lo que Jesús dijo un día a san Pablo
nos lo dice hoy a cada uno de nosotros:
"Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad".
Pausa
Después de un momento de silencio, todos se levantan y se signan diciendo:
En nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Si se ha previsto la participación en la misa del Domingo de Ramos, puede omitir la bendición de los ramos que presentamos a continuación.
BENDICIÓN DE LOS RAMOS
Los presentes agitan los ramos mientras cantan el “Sanctus”.
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de su gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
(O en latín)
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt caeli et terra gloria tua.
Hosanna in excelsis.
Benedictus qui venit in nomine Domini.
Hosanna in excelsis.
Mientras todos mantienen los ramos en la mano,
el guía de la oración, con las manos juntas,
pronuncia la oración de bendición:
Oremos.
Acrecienta, Señor, la fe de los que en ti esperan
y escucha las plegarias de los que a ti acuden;
para que quienes alzamos hoy los ramos
en honor de Cristo victorioso,
permanezcamos en él
dando fruto abundante de buenas obras.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
EVANGELIO
Permanecemos de pie. El lector lee el evangelio de Ramos.
Al final del Evangelio, aclamamos nuevamente al Señor
cantando la segunda parte del Sanctus:
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.(Bis)
(O en latín)
Benedictus qui venit in nomine Domini.
Hosanna in excelsis. (Bis)
Tras dejar los ramos en un lugar adecuado, nos sentamos.
Quien guía la celebración, toma la palabra
e invita a todos los presentes a recogerse en oración:
Jesús, en esta celebración de Ramos,
recordamos tu entrada triunfal a Jerusalén,
uniendo el ímpetu de nuestros corazones y el sonido de nuestras voces
para aclamarte con un solo corazón y un solo espíritu con tu Iglesia.
Te aclamamos a ti, que vienes en el nombre del Señor,
Jesús, hermano nuestro y Dios nuestro,
concédenos la gracia de no perder nunca de vista la verdad de la Pascua,
que Tú vas a mostrarnos a lo largo de tu Pasión.
Esta es la verdad de la Pascua:
el triunfo cristiano pasa a través de la cruz,
y de la entrega de la propia vida por amor,
hasta el final.
Pausa
Conclusión de la Bendición de los Ramos
Ahora nos preparamos para abrir nuestros corazones
a la Pasión del Señor en silencio.
Sentados, inclinamos la cabeza y cerramos los ojos
para facilitar el recogimiento. Guardamos cinco minutos de silencio.
Quien guía la oración indica el final de ese momento de silencio.
Al final, invita a los participantes a ponerse de pie y les dice:
Al entrar el Señor en la Ciudad Santa de Jerusalén,
los niños, con palmas y ramos en sus manos,
anunciaron la resurrección.
Cantemos con ellos:
“Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo”.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que para dar al género humano un ejemplo de humildad determinaste que nuestro Salvador se encarnara y padeciera la cruz, concédenos que seamos dignos del testimonio de su Pasión y así podamos participar un día de su Resurrección. Por Cristo nuestro Señor, Amén
El encargado de la primera lectura permanece de pie,
mientras todos los demás se sientan.
PRIMERA LECTURA
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos Señor.
SALMO 21
A continuación, es posible salmodiar o leer juntos el refrán,
mientras el lector del salmo lee la estrofa.
R/ Dios mío, Dios mío,¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere».
R/ Dios mío, Dios mío,¿por qué me has abandonado?
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
R/ Dios mío, Dios mío,¿por qué me has abandonado?
Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
R/ Dios mío, Dios mío,¿por qué me has abandonado?
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
«Los que teméis al Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel».
R/ Dios mío, Dios mío,¿por qué me has abandonado?
EVANGELIO
Todos proclaman:
Gloria y alabanza a ti, Cristo.
El lector sigue diciendo:
Cristo se ha hecho por nosotros obediente hasta la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió
el Nombre-sobre-todo-nombre.
Todos proclaman:
Gloria y alabanza a ti, Cristo.
A continuación se pasa a la lectura del pasaje evangélico de la Pasión de Jesús, según las indicaciones ofrecidas al inicio de esta guía.
Los tres lectores se guían según estas siglas: X/: Jesús, C/: Cronista, S:/ Otros personajes.
Si hay niños pequeños, pueden sentarse.
La lectura del Evangelio concluye sin aclamación. Todos se sientan.
Quien guía la oración, repite lentamente como si se tratara de un eco lejano:
«Verdaderamente este era Hijo de Dios»
Dos minutos de silencio en meditación personal.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Todos permanecen de pie para elevar las intenciones de oración,
que han sido preparadas por los participantes.
En su ausencia, el lector encargado puede leer estas intenciones,
dejando un momento de silencio al final de cada una.
Oramos al Padre, en este comienzo de la Semana más grande que el mundo ha podido vivir: La entrega del Hijo de Dios que dio su vida para salvar a toda la humanidad.
R./ Por la Pasión de tu hijo, escúchanos.
Por el Papa, los obispos, los sacerdotes; para que iluminados por el Espíritu de Dios ayuden a todos sus fieles en estos momentos de pandemia a vivir con profundidad esta semana de gracia. Oremos.
R./ Por la Pasión de tu hijo, escúchanos.
Por todos los que sufren en su cuerpo o en su alma los efectos de la pandemia; para que acercándose a la luz de Cristo, encuentren alivio y salida a su dolor. Oremos.
R./ Por la Pasión de tu hijo, escúchanos.
Por las naciones que viven en conflicto, en desacuerdos; para que al mirar a Cristo en su Cruz, descubran lo que significa el perdón que lleva a la paz. Oremos.
R./ Por la Pasión de tu hijo, escúchanos.
Por las familias que no encuentran la paz debido a situaciones de desamor; para que al ver el amor de Cristo entregado, descubran que el amor supone renuncia y entrega. Oremos.
R./ Por la Pasión de tu hijo, escúchanos.
Por los que estamos aquí reunidos; para que vivamos esta Semana Santa desde la profundidad y la admiración que nacen de contemplar a Cristo con los ojos del alma. Oremos.
R./ Por la Pasión de tu hijo, escúchanos.
Pueden añadirse otras intenciones.
Padre, infunde en nuestra alma sentimientos de misericordia para recorrer, cada uno, nuestro camino de salvación junto al Señor. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
R./ Amén.
Quien guía la oración introduce el Padrenuestro:
Unidos en el Espíritu y la comunión de la Iglesia,
nos atrevemos a decir como nos enseñó el Señor:
Se reza o canta el Padrenuestro:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
E inmediatamente todos proclaman:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
El que guía la liturgia sigue diciendo:
Acabamos de unir nuestra voz
a la del Señor Jesús para orar al Padre.
Somos hijos en el Hijo.
En la caridad que nos une los unos a los otros,
renovados por la Palabra de Dios,
podemos intercambiar un gesto de paz,
signo de la comunión
que recibimos del Señor.
Todos intercambian un gesto de paz. Si fuera necesario, siguiendo las indicaciones de las autoridades, este gesto puede hacerse inclinando profundamente la cabeza hacia el otro o, en familia, enviando un beso a distancia con dos dedos en los labios. Si no es posible participar en la misa, es posible realizar la comunión espiritual, siguiendo el ritual facultativo que aquí se propone.
Nos sentamos.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
El guía dice:
Dado que no podemos recibir la comunión sacramental,
el Papa Francisco nos invita apremiantemente a realizar la comunión espiritual,
llamada también “comunión de deseo”.
La Iglesia nos recuerda que
“se trata de un ardiente deseo de alimentarse con este Pan celestial,
unido a una fe viva que obra por la caridad,
y que nos hace participantes de los frutos y gracias del Sacramento”.
El valor de nuestra comunión espiritual
depende, por tanto, de nuestra fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía,
como fuente de vida, de amor y de unidad,
así como de nuestro deseo de comulgar, a pesar de las circunstancias.
Con esta disposición de ánimo, les invito ahora a inclinar la frente,
a cerrar los ojos y vivir un momento de recogimiento.
Silencio
En lo más profundo de nuestro corazón,
dejemos crecer el ardiente deseo de unirnos a Jesús,
en la comunión sacramental,
y de hacer que su amor se haga vivo en nuestras vidas,
amando a nuestros hermanos y hermanas como Él nos ha amado.
Permanecemos cinco minutos en silencio en un diálogo de corazón a corazón con Jesucristo.
Podemos cantar un cántico de acción de gracias.
A continuación, nos ponemos de pie.
Conclusión de la Comunión Espiritual
Nos ponemos de pie.
El guía pronuncia, en nombre de todos, la fórmula de la bendición:
Por intercesión de san N. [patrón de la parroquia],
de todos los santos y santas de Dios,
que el Señor de la perseverancia y la fortaleza
nos ayude a vivir el espíritu de
sacrificio, compasión y amor de Cristo Jesús.
De este modo, en comunión con el Espíritu Santo,
daremos gloria a Dios,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN FINAL
Todos se orientan hacia la cruz con las manos juntas
para pedir la Bendición del Señor.
El Señor nos bendiga y proteja,
ilumine su rostro sobre nosotros
y nos conceda su favor. Amén.
Todos hacen la señal de la cruz.
Los padres pueden hacer la señal de la cruz en la frente de sus hijos.
Es posible concluir la celebración elevando un cántico a la Virgen María.
Para seguir santificando este domingo, se aconseja renovar la tradición de las vísperas dominicales, celebrando hacia el final de la tarde el oficio de la Liturgia de las Horas o la Oración de la tarde para este domingo que propone Magnificat.
Puede también tomarse un cuarto de hora para meditar con este icono ruso del siglo XV.
En esta Semana Santa, Aleteia presentará propuestas de Liturgia de la Palabra para poder vivir intensamente este momento culminante del año litúrgico, a pesar de las condiciones que estamos atravesando.
Asimismo, usted puede encontrar de manera gratuita otros recursos para su vida espiritual en la página web de Magnificat.