Rezar con los salmos es una guía que te ofrecemos para meditar sobre la Palabra de Dios. Hoy te presentamos el Salmo 25 (24).
Este pasaje muestra a un salmista que confía y conoce la fidelidad de su Dios, pero a la vez a un hombre que ha trasgredido el amor de Dios y muestra arrepentimiento. ¿No somos todos un poco así?
El penitente desea fervientemente hacer la voluntad de Dios, y aunque a veces no lo consigue y se extravía, tiene firme convicción y fe en que su Señor lo guiará por el camino de vuelta a su Corazón.
El salmista sabe que tiene delante a un Dios compasivo y bondadoso que no lo abandona, ni siquiera delante de sus propios pecados, sea cuales fueren.
En realidad es un bello canto que invita a la penitencia, la reconciliación y la contemplación del Dios de la vida, siempre presente en la vida de sus hijos.
El corazón del creyente
Ningún ser humano está privado de errores. Sin embargo, Dios se manifiesta como el camino de salvación que conduce pacientemente a los más pobres, aquellos de espíritu rebelde, aquellos que se han marchado pero han vuelto.
Dios es fiel con su pueblo y en tiempos de crisis siempre asiste a quienes lo invocan y vuelven a Él. Este salmo se podría decir que es un ocasión buena, en tiempos difíciles, de reconducir los pasos, de recordar quién es Dios, quién es el Creador de todo y cómo obra en la vida de cada uno.
El corazón del creyente mira a su Padre con confianza y esperanza en cualquier situación que se encuentre. Y, arrepentido, vuelve a Su casa.
Salmo 25(24),4bc-5ab.6-7bc.8-9.
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
Por tu bondad, Señor,
acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.
Texto bíblico: Libreria Editrice Vaticana