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A media mañana del sábado 22 de marzo, la Santa Sede anunció que el Papa Francisco aparecería a mediodía del domingo para la oración mariana del Ángelus. El hecho de que tuviera previsto aparecer en la ventana de la policlínica era un acontecimiento en sí mismo, ya que el Pontífice no había aparecido en público desde el 14 de febrero.
Al final de la tarde, poco después de las 16 horas, la Oficina de Prensa de la Santa Sede convocó una rueda de prensa para las 18 horas en el Gemelli, en presencia del equipo médico encargado de la salud del Papa. Este anuncio, que sorprendió a los expertos vaticanos, rompió con el ritmo impuesto por la escueta comunicación de la Santa Sede durante los días anteriores.
Durante más de una semana, la Santa Sede ha tendido a espaciar sus anuncios, pidiendo paciencia a los periodistas para dar tiempo al Papa a completar su recuperación. El miércoles, la Oficina de Prensa llegó a afirmar que la liberación del Papa no era "inminente" y que no debía esperarse una declaración oficial hasta el lunes siguiente.
Esta perspectiva parece confirmada por las declaraciones, muy escuetas y prudentes, del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado. El viernes, pidió a los periodistas que no hicieran predicciones. En un estilo radicalmente opuesto, el cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y amigo íntimo del Papa, confió el mismo día que tenía dudas sobre la capacidad del Papa para participar en los próximos actos, en particular los de Semana Santa. También reveló que el Papa tiene algunas dificultades para expresarse.

Un anuncio inesperado
En la rueda de prensa improvisada del sábado, los médicos dijeron que el Papa Francisco había expresado su deseo de abandonar el hospital "desde hace tres o cuatro días", es decir, desde el martes o el miércoles. El anuncio de su alta el domingo, hecho por el doctor Sergio Alfieri al comienzo de la conferencia, cogió por sorpresa a los periodistas, sobre todo porque no había aparecido ningún rumor en este sentido en la prensa italiana, acostumbrada a eludir la comunicación vaticana.
Los médicos del Papa confirmaron entonces que Francisco se había recuperado de su neumonía bilateral y que ahora tendría que pasar dos meses convaleciente en su piso de la residencia de Santa Marta, en el Vaticano, para curar completamente la infección respiratoria que seguía presente. Con semblante serio, el doctor Alfieri reconoce que el Papa ha estado a punto de morir en dos ocasiones.
En el balcón del Gemelli

El domingo, cientos de fieles se congregaron en la explanada del hospital romano para presenciar la primera aparición del Papa Francisco. "Es importante venir a apoyarle, ha pasado por momentos muy difíciles", dice Alejandra, una colombiana residente en Roma.
Desde el balcón de la quinta planta del hospital, relativamente cerca de la multitud, apareció finalmente el pontífice en silla de ruedas.
Con el rostro desencajado, aún visiblemente marcado por su enfermedad, limitó su discurso a unas pocas palabras, dando las gracias a la multitud y, en particular, a una mujer que le obsequió con un ramo de flores amarillas. Como en domingos anteriores, el texto de su meditación del Ángelus fue difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Después de poco más de un minuto, el Papa bendijo a la multitud y, con aspecto indispuesto, hizo un gesto a sus colaboradores que le condujeron de nuevo al interior del hospital.
¿Una "nueva etapa" en el pontificado?
Pocos minutos después, Francisco subió a un Fiat 500 blanco para dirigirse no al Vaticano, sino a Santa Maria Maggiore. Sin embargo, el Papa no entró en la iglesia para rezar ante el icono de la Salus populi romani, como ya había hecho más de 120 veces desde el inicio de su pontificado.

Tras recoger el ramo de flores amarillas que le entregó desde lejos la señora de los Gemelli, se lo entregó al cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste de la basílica. Fue Makrickas quien depositó el ramo ante el venerado icono cuando el Pontífice regresaba al Vaticano, escoltado hasta las Murallas Leoninas bajo la mirada de las cámaras de televisión.
El Papa Francisco debe regresar ahora a su piso, donde se someterá a un periodo de convalecencia y descanso de dos meses. El pasado viernes, el cardenal Fernández vaticinó que se iniciaría una "nueva etapa" en el pontificado cuando el Papa recibiera el alta hospitalaria. "Es un hombre de sorpresas, que seguramente habrá aprendido muchas cosas durante este mes", dijo, considerando que el calvario de la hospitalización resultaría “un momento fecundo para el mundo, para la Iglesia”.

