La ciudad alemana de Ulm está situada a 90 kilómetros de Stuttgart. Su temporada de frío dura algo más de 3 meses y medio, y la media de temperatura máxima en esos días está por debajo de los 6ºC. Con estos largos "inviernos", tanto el ayuntamiento como Cáritas se plantearon cómo ayudar mejor a las personas sin hogar. La solución: refugios futuristas.
Se trata de unos habitáculos a modo de cápsulas espaciales, y en su interior cabe una persona tumbada de modo que puede usarse para dormir.
Cápsulas conectadas a Cáritas
El refugio portátil ha recibido el nombre de Ulmer nest (nido de Ulm) y un camión municipal colocó los primeros dispositivos el 8 de enero del año pasado. Era un proyecto que Ulm tenía previsto para 2020 pero los problemas generados por la pandemia no lo permitieron.
Los "nidos" están en parques y plazas, para que los pueda emplear quien los necesite y nadie quede a la intemperie en la noche. Permiten aislamiento, privacidad y protección ante condiciones meteorológicas adversas.
La asociación benéfica Caritas Ulm-Alb-Donau (dependiente de la asociación diocesana de Caritas Rottemburg-Stuttgart) se encarga de recibir el aviso -a través de un sensor de movimiento- cuando alguien emplea una cabina y un voluntario acude luego para comprobar que queda libre y dejarla preparada (con medidas anti-covid) para quien pueda necesitarla de nuevo.
Las cápsulas, hechas de madera y acero, admiten un máximo de dos personas, van equipadas con paneles solares y están conectadas a una red de radio que permite la comunicación sin teléfono móvil.
Que no se descarte a nadie
Este sistema no es impersonal. Es, según explicaron desde Cáritas y el consistorio de Ulm, un sistema complementario de ayuda para las personas sin hogar que no quieran (o no puedan) pasar la noche en un albergue social.
De hecho, antes de instalarlas, en el invierno de 2019/2020, se habían testado y el resultado fue positivo tanto entre personas sin hogar como entre los residentes de la ciudad.
Cáritas, en este sentido, ha aplicado el objetivo de no descartar absolutamente a nadie, en el que tanto insiste el Papa Francisco. En la ciudad donde nació Albert Einstein quisieron aplicar los avances de la arquitectura y la ingeniería a la ayuda a los más vulnerables.