El problema mundial que ha generado la covid-19 va más allá de la cuestión médica y obliga a atender los daños sociales que se vienen dando
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La expansión del coronavirus lleva más de un año entre nosotros. En los medios de comunicación, y en términos sanitarios, hablamos de pandemia.
Sin embargo, el alcance de la covid-19 no ha sido solo el de una enfermedad que afecta al estado de salud corporal. Todos estamos siendo testigos de la crisis económica y de los cambios en el comportamiento social de millones de personas. Las dimensiones de la pandemia exceden a lo médico y biológico. De ahí que podamos decir que nos encontramos no ante una pandemia sino ante una sindemia.
Qué es una sindemia
El término “sindemia” fue empleado por primera vez por el antropólogo médico Merrill Singer, quien estableció relaciones entre lo biológico y lo social para acometer el cuidado de la salud de la población.
Muchos profesionales -de disciplinas como la medicina, la psicología o la sociología- han retomado ahora la noción de “sindemia” porque consideran que al analizar el fenómeno que estamos viviendo, nos enfrentamos a un problema con muchas facetas. “Sin-demia” emplea el prefijo griego “sin” (συν), que significa “con, juntamente, a la vez”, es decir, que habla de la unión de varios fenómenos que atacan a la población al mismo tiempo.
El editor jefe de la revista científica The Lancet, Richard Horton, fue el primero en dar la voz de alarma, el pasado 20 de septiembre de 2020, con un editorial en el que alertaba de que la covid-19 fracasará si no se tienen en cuenta los problemas de desigualdad social y de trato discriminatorio a las personas por cuestiones económicas o de raza, por ejemplo. El editorial se titulaba “La covid no es una pandemia” y puede leerse aquí.
Acometer la pandemia del coronavirus como sindemia es tener una perspectiva más amplia del problema obliga a mirar qué ocurre con otras enfermedades. Horton explicaba que para entender el Covid-19 también hay que abordar la hipertensión, la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas y el cáncer.
“Prestar mayor atención a las enfermedades no transmisibles -dice en su editorial- no es una agenda solo para las naciones más ricas. Estas enfermedades también son una causa desatendida de mala salud en los países más pobres”.
Nuevos retos
Al mismo tiempo, la sindemia presenta retos sobre:
- cómo lanzar mensajes formativos a distintos sectores de la población teniendo en cuenta su educación, cultura o religión.
- establecer políticas no discriminatorias en cada país.
- llegar a acuerdos internacionales que hagan posible el acceso a las vacunas y tratamientos por parte de los países en vías de desarrollo.
- acometer el problema del desempleo.
- poner los medios para que se cumple el derecho de todas las personas a una vivienda y a la alimentación.
- establecer políticas y buenas prácticas en favor del medio ambiente.
En todos estos campos, la Iglesia Católica llama a hacernos más responsables y más sensibles a esta “pandemia/sindemia”, y a proponer soluciones a la medida de la persona como criatura amada por Dios.
El papa Francisco cada día da testimonio y lanza mensajes acerca de cómo enfrentar la pandemia del coronavirus entendida como sindemia desde un estilo de vida católico, de manera que se haga efectiva la presencia de la Iglesia en el mundo.
Todos estamos inmersos en la situación, en este problema global, y cada uno debe valorar qué puede hacer para contribuir a solucionarlo.
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