Busco la sanación, pero también sé que a su lado todos mis sinsentidos tienen razón de ser, Él tiene palabras de vida eterna que consuelanA Jesús muchos enfermos lo buscan para que los cure. Tal vez su fama de taumaturgo se ha extendido por Cafarnaúm y lo buscan esperando un milagro.
Es en esta tierra de Pedro, en Cafarnaúm, donde Jesús hace más milagros. Y en la actualidad no queda nada de esa población, sólo hay ruinas que dan testimonio del paso de Jesús.
Quisiera que Jesús curara a todos
Hoy medito sobre estos milagros y pienso en esos atardeceres junto al lago. Allí se acercaban muchos hombres. Es cierto que tal vez sólo buscan a Jesús por los milagros. Aun así lo buscan, creen en su poder, ven más allá de la apariencia de un hombre pobre venido de Nazaret.
Hoy medito esta escena, en medio de esta pandemia y tengo la misma tentación al caer la tarde. Le quiero llevar a Jesús todos los enfermos para que los cure.
Quiero cargar con todos los que no pueden respirar con facilidad. Con todos los que sufren en silencio sin entender nada de lo que les pasa. Con todos los que se sienten abandonados, tristes o perdidos.
Quiero que Jesús me espere a la puerta de su casa para curarlos como esos días en Cafarnaúm. No le es indiferente mi dolor. Le importa el que sufre, el perdido, el pobre.
Sólo le pido hoy que se acerque y toque al que está enfermo. Es eso lo que le pido.
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Sanar el alma
Es verdad que espero más cosas de Él. Pero es tan necesaria la salud para poder servir… ¿Quién va a alabar a Dios si no estoy vivo?
Si no puedo respirar no puedo alabar, ni cantar, ni agradecer por la vida y todo lo que me da Dios. La muerte no me va a permitir seguir alabando a Dios en la tierra.
Yo amo la vida, la salud. ¿Qué sentido tienen todas estas muertes que me llenan de dolor y tristeza? ¿Y las vidas truncadas antes de tiempo?
Al caer la tarde voy yo mismo con mi propia enfermedad a la puerta de la casa de Pedro, junto a Jesús. Tal vez no es el Covid lo que me atormenta. Puede que mi enfermedad esté en el alma y he oído que Jesús sana los corazones destrozados y venda sus heridas. Yo tengo muchas.
Al caer la tarde lo busco en mi corazón y voy a la casa de Pedro. Allí es donde Él hizo tantos milagros. Quiero buscarlo y que sane mi alma y el alma de las personas a las que llevo en el corazón.
Hay tanta gente enferma del alma… Tanta gente que sufre en agonía porque la vida que llevan no es la que ellos hubieran elegido. Tantas personas que no le encuentran sentido a las decisiones que fueron tomando en el camino. Tantas personas esclavas de sus propias adiciones y vicios…
Quiero estar con Él
¿Cómo puedo lograr que el Señor siga hoy curando en medio de mi vida?
Me acerco a Él al final de la tarde, cuando el sol declina. Es cierto que no lo busco sólo porque hace milagros, porque venda heridas y sana el alma. También lo busco porque lo amo y Él me ama.
Pero saber que puede curarme me ayuda para todo lo demás. Lo busco porque me ha amado y porque quiero estar con Él. Porque sé que a su lado todos mis sinsentidos tienen razón de ser. Lo busco porque Él tiene palabras de vida eterna que consuelan.
Jesús predica a todas las aldeas, a los que necesitan escuchar su voz. Su palabra y su esperanza son para todos. Él no se cansa. Yo a veces me acomodo y me canso. Me quedo pensando en mis propias cosas y buscando mi seguridad.
Y digo que quiero dar la vida por Él pero voy midiendo y calculando. Busco lo que me conviene. Primero quiero estar bien yo. Después los demás y la misión que tienen en sus vidas. Pero primero yo.
Ese egoísmo no lo consigo superar. Esa tendencia a buscarme a mí cuando predico, cuando recorro las aldeas tratando de llevar consuelo y esperanza.
Me busco a mí. Quiero ser yo el primero en ser curado, sanado, vendado, salvado, vacunado, protegido. Luego ya me utilizará el Señor para sanar y salvar a otros.
Miro a Jesús y veo que Él no es así, no descansa, no se cuida, no se protege, se desgasta por amor. Esa forma de ser de Jesús me conmueve. No tiene miedo de perder la vida por amor. Yo quisiera parecerme más a Él.
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