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“Ante el sufrimiento, el relato del mito moderno fracasa con estrépito”

JUAN ANTONIO MARTINEZ CAMINO
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Alvaro Real - publicado el 04/02/21
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¿Qué nos ofrece la Fe en tiempos de pandemia? Hablamos con Monseñor Juan Antonio Martínez Camino sobre las implicaciones sobrenaturales de la Covid-19: ¿Cambio de época?“La Fe en tiempos de pandemia. De la utopía a la esperanza” de la Editorial Encuentro es un libro para leer poco a poco. Se trata de las reflexiones de múltiples autores (Sergio Sánchez-Migallón, José Granados, Ignacio Carbajosa, Ángel Cordovilla, Alfonso Carrasco Rouco, Mauro-Giuseppe Lepori), cada uno de ellos con una visión y un punto de partida distinto, pero todos ellos con un nexo común: Siempre hay esperanza.

Se trata de un libro para meditar, para pensar, para reflexionar. ¿Estamos ante un cambio de época? ¿Saldremos fortalecidos? ¿Qué va a pasar ahora? Un libro que te ayuda a comprender con ojos de la fe lo que está ocurriendo o por lo menos te hace replantearte muchas cuestiones y propugna el diálogo y el pensamiento.

Algunas de estas dudas hemos querido hacérselas directamente a su editor, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid.

  • Nos creíamos superhombres. Algunos incluso hablaban del transhumanismo y casi la inmortalidad. Pero llegó un pequeño bichito… un virus y nos ha mostrado nuestra vulnerabilidad. En el primer capítulo del libro se propone que estamos al final de la ideología del progreso. ¿Por qué?

Juan Antonio Martínez Camino: La percepción de la llamada macrovulneravilidad, es decir, de que la Humanidad entera, como conjunto, es vulnerable, podría poner en cuestión el mito moderno de que ella es la actora omnipotente de una historia que avanza inexorablemene hacia el paraíso terrenal. Tal utopía, desmentida ya históricamente por el dramático siglo XX, priva a la gente de la esperanza verdadera.

La pandemia es una prueba

  • En anteriores crisis, anteriores epidemias como la gran peste, la gripe española… el hombre miraba al cielo, rezaba y pedía ayuda a Dios, una respuesta. Ahora la única respuesta se busca en la ciencia, en la vacuna, en los expertos. ¿Acaso Dios no tiene nada que decir en esta pandemia?

La cultura pública occidental moderna no cuenta para nada con Dios. Vive del mito de la omnipotencia de la Humanidad. Se considera “autónoma”, no admite más referencia que el propio ser humano. Pero esa “autorreferencialidad” la incapacita para vivir de acuerdo con lo real, que antes que producto (factum) es don (donum). Todo – menos la soberbia satánica y humana – es don.

Quien da el don del ser da también el per-dón de la redención. Por eso, hay futuro. La pandemia es una prueba que se puede convertir en un revulsivo para la esperanza. Por eso hay también tantos que oran en medio del sufrimiento.

  • En el segundo capítulo se habla de otro tipo de progreso, del progreso moral. ¿Es posible un enriquecimiento moral con lo que estamos viendo? ¿Aprenderemos de los errores cometidos, como por ejemplo, el abandono de los mayores?

El progreso moral no es algo automático, garantizado, como erróneamente sostiene la ideología del progreso. No somos mejores ni peores que nuestros abuelos. Se acumulan los saberes sobre el mundo material y las capacidades técnicas para transformarlo.

Pero, aunque el patrimonio moral de la Humanidad también crezca gracias a la experiencia histórica, la voluntad de actuar humanamente no se acumula, dado que, por definición, ha de ser movida por la libertad de cada persona en cada generación. Podemos aprender de los errores. Pero tenemos que tener capacidad y voluntad de hacerlo. Ojalá que la pandemia dé lugar a una mayor sabiduría e incluso a una nueva orientación más humana del modo establecido de pensar y de vivir.

ERMELINDA ANDRADE

Facebook Hogar de Ancianos Municipal -Elena Herbert de Estefanell

La lógica de los sacramentos

  • En el libro se muestra que estamos ante una nueva época. Ante esta nueva concepción del mundo, un mundo más virtual, con un contacto social más reducido… José Granados alerta de la posibilidad de caer en el uso virtual del sacramento. ¿Estamos también ante una crisis sacramental?

Los sacramentos de la Iglesia presuponen que el mundo es creación de Dios. Si no se entiende el mundo como creación, los sacramentos pierden sentido y entran en crisis. El cuerpo y, en general, la materia, no son mero material a disposición de la técnica. Llevan en sí mismos un mensaje que pide ser escuchado.

El cuerpo humano habla, en particular, de la filiación y de la esponsalidad. Habla de relaciones constitutivas del ser humano. En esta dinámica de los significados humanos y divinos de las cosas se inscribe la lógica de los sacramentos. Cuando lo único que cuenta es la acción humana, y el mundo es visto como mero espacio para la misma, entonces todo comienza a ser virtual, es decir, pierde realidad y se queda sin fundamento.

LIMA

ERNESTO BENAVIDES | AFP

No hay bautismo virtual

  • Sobre la respuesta del pueblo de Dios, de la Iglesia escribe monseñor Alfonso Carrasco Rouco. En su texto habla de que ante las ideologías que pretenden guiar el mundo la Iglesia debe seguir siendo presencia y testimonio. ¿Cómo se puede ser fermento en la masa en un mundo que no sabemos adonde va?

La Iglesia es precisamente sacramento, es decir, realidad corpórea y visible que remite a un significado divino, incorpóreo e invisible, pero decisivamente real. La Iglesia es un pueblo, un conjunto articulado de seres humanos, porque es el cuerpo de Cristo, es decir, porque todos los bautizados ha sido incorporados en la muerte y la resurrección del Señor.

El bautismo, la eucaristía y los demás sacramentos, la predicación y la acción caritativa realizan anticipadamente el futuro hacia el que la Humanidad está llamada. Así, la Iglesia, siendo sacramento de la unión de los hombres con Dios y entre ellos, es fermento en la masa. Lo es corpóreamente. No hay bautismo virtual, por internet. Como tampoco hay pan que alimente que no sea presencial.



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  • Una de las grandes preguntas del ser humano es la pregunta del ¿Por qué? En el caso de esta pandemia, en su capítulo Ignacio Carbajosa muestra algo curioso: en los discursos del acto-homenaje a las víctimas del COVID nadie se hacía esa pregunta. ¿Por qué este dolor? ¿Por qué a mí, a mi madre, a mi hermano, a mi marido? En esta sociedad posmoderna… ¿Acaso hemos olvidado las grandes preguntas?

No creo que se hayan olvidado las grandes preguntas, que resuenan inevitablemente en el alma humana. Pero la ideología dominante, es decir, la del progreso, les da una respuesta que resulta insatisfactoria. Por eso, a la hora de la verdad, en el momento de preguntarse por el posible sentido de esta situación pandémica, se instala con frecuencia el silencio y la gente queda abandonada a su suerte.

  • Siguiendo con esta idea del sufrimiento y el dolor. Se da una clave importante. La respuesta de Dios a Job: Dios es. En esta pandemia poco se habla de Dios y lo sobrenatural. Sin embargo esta dimensión la perciben la viven quienes están pasando la enfermedad o ven como muere un ser querido. Es el gran misterio…la presencia de Dios en el sufrimiento…

Pues sí, así es. Ante el sufrimiento y ante la muerte, el relato del mito moderno fracasa con estrépito. Porque no es posible afrontar esas realidades humanas, tan potentes, sólo ni principalmente con medios técnicos. Además de la acción, también la pasión puede tener un sentido humano. Pero este sentido debe ser acogido, no puede ser producido.

El sufrimiento y la muerte reciben un sentido del sufrimiento y de la muerte del Hijo eterno de Dios. La Cruz es el camino para la Luz. Porque el Creador es capaz de sacar vida de nuestra muerte, como nos ha dado el ser sin colaboración nuestra. En esta perspectiva el sufrimiento nos puede librar del ensimismamiento culpable y abrirnos al don del amor creador.

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Dan Stockman | Global Sisters Report

Una de las muchas habitaciones del convento que han quedado vacías al fallecer las hermanas por la Covid-19.

¡Lo mejor está por venir!

  • Finalizáis el libro con un gran testimonio. El testimonio de un monje, Mauro-Giuseppe Lepori. ¿Qué lecciones debemos aprender de esta cuarentena global que hemos vivido?

Lo mejor es leer la hermosa contribución del abad Lepori. Él explica muy bien que a lo mejor las cuarentenas nos ayudan a todos, incluidos los monjes, a aprender el sentido profundo de la máxima de san Benito: festinare cum gravitate, es decir, andar ligeros, pero con gravedad, no alocadamente y sin rumbo. Caminar, incluso correr, pero con las pilas cargadas, llenos del impulso de la esperanza

  • Proponéis en el libro pasar del miedo a la esperanza. Tenemos miedo, incertidumbre, tristeza, incluso desesperación y me temo que lo peor está por venir… El después…. Vendrá otra pregunta: ¿Y ahora qué? Terminemos la entrevista con una visión positiva… ¿Qué razones objetivas tenemos para la esperanza?

La cuestión es que, en realidad, ¡lo mejor está por venir! Lo óptimo, que vendrá como don de Dios. Vendrá al final de los tiempos, cuando la creación entera sea glorificada. Pero viene ya para cada uno de nosotros, cuando, cargados de resurrección por el bautismo, la muerte nos abre a la gloria de la vida divina, la vida en plenitud.

Es un falso consuelo pensar que algún día encontraremos en este mundo la felicidad a la que aspira nuestro corazón. Lo cierto es que hemos sido creados para Dios y que no descansaremos hasta la unión plena con él. En los sacramentos, en la oración, en la caridad nos encontramos ya con un anticipo de ese futuro que esperamos.

Los santos, los canonizados y los que nos encontramos en nuestra vida, son una prueba magnífica de que lo mejor está por venir. Viviendo con esta esperanza, las estrecheces temporales y la muerte no hunden ni paralizan. Es una esperanza verdadera, que mueve a la acción virtuosa y ajustada a las necesidades de cada momento.

JUAN ANTONIO MARTINEZ CAMINO

ENCUENTRO

El libro ya está disponible en la Editorial Encuentro

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