A 29 años de los Acuerdo de Paz, los salvadoreños aún esperan su realización completadeEl jueves 16 de enero de 1992, en el antiguo Castillo de Chapultepec de la Ciudad de México se firmaron los Acuerdos de Paz entre el Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Una luz de esperanza se filtraba en el cielo sombrío del pequeño país centroamericano. Se puso, así, fin a doce años de guerra civil, en la que, según cálculos de organismos independientes, murieron cerca de 75.000 personas, la gran mayoría civiles.
Los documentos firmados tenían cinco áreas fundamentales: la reforma de las fuerzas armadas; la creación de la Policía Nacional; las reforma sustanciales al sistema judicial y de protección a los derechos humanos; cambios en el sistema electoral y desarrollo económico y social equitativo.
Aún incompletos
El pasado domingo 17 de enero, en un encuentro con la prensa, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas señaló que mientras no sean realidad los puntos negociados hace 29 años entre el pueblo salvadoreño, “no hay nada que celebrar” de aquella fecha.
“La población aún espera su realización completa”, dijo a los medios el arzobispo de San Salvador, sucesor de san Óscar Arnulfo Romero, cuyo asesinato por fuerzas leales al Gobierno en marzo de 1980 precipitó las hostilidades.
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“No se llevó a cabo el proceso de paz requerido, todas las familias de las víctimas quedaron desilusionadas y toda la población se encuentra indefensa ante un la ley de amnistía que no permitía la justicia. Es cierto que el primer acuerdo fue vivir en democracia, pero la injusticia continúa”, señaló Escobar Alas.
Reconciliación y justicia
Defendiendo una clara posición antagónica a la vena triunfalista de que los Acuerdos de Paz de El Salvador tienen plena vigencia, el arzobispo de San Salvador fue muy enfático al decir que han pasado 29 años desde la firma en Chapultepec y no se ve la reforma real que se propuso en 1992.
A continuación, hizo un recuento de lo que no se ha llevado a cabo hasta ahora: la reforma tributaria ha quedado en veremos (“los pobres siguen pagando los mismos impuestos que los ricos”); tampoco ha habido reforma de las pensiones ni una efectiva reforma educativa.
“Siempre hay violencia. Por eso insistimos en que los Acuerdos de Paz han sido algo bueno, pero aún hay que materializarlos, para dar lugar a una nueva sociedad (…) Queremos justicia, y justicia para el pueblo. Ya hemos propuesto la Ley de Reconciliación desde hace cinco años, pero todavía nada”, remató Escobar Alas.
Desarrollo Humano y violencia
Si atendemos al Índice de Desarrollo Humano (IDH) de El Salvador –un importante indicador que elabora cada año Naciones Unidas donde se analiza la salud, la educación y los ingresos—El Salvador se encuentra en el puesto 124 de 196 países del mundo.
El IDH, tiene en cuenta tres variables: vida larga y saludable, conocimientos y nivel de vida digno. Por lo tanto, influyen entre otros el hecho de que la esperanza de vida en El Salvador esté en 73,1 años, su tasa de mortalidad en el 7,04 por ciento y su renta per cápita sea de 3.500 dólares anuales (lugar 119 del mundo).
Con 6,6 millones de habitantes, El Salvador fue en 2019 uno de los países sin guerra más violentos del mundo, con 35,6 homicidios por cada 100.000 habitantes. La mayoría de esas muertes fueron consecuencia de la actividad de las pandillas (que tienen unos 70.000 miembros –más de 17.000 de ellos encarcelados– y se dedican a la extorsión y el narcotráfico, entre otras actividades ilegales).
Con estos números, cobra vigencia lo dicho por el arzobispo Escobar Alas: no hay mucho que celebrar y hay mucha injusticia por restaña en el pequeño país centroamericano.