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Acepto la separación con esperanza, por amor a mi mujer

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Historias de matrimonios. Con serenidad y amor, este marido ha aceptado que su mujer haya optado por la separación

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Desde hace algún tiempo he estado trabajando con un matrimonio que quería dar un giro a su relación para mejorarla.

El problema fundamental, como ocurre muchas veces, radicaba en una comunicación defectuosa acumulada en el tiempo, que había degenerado en mucha frustración y soledad entre las partes. Los dos se querían, se quieren mucho y por eso decidieron darse una oportunidad.

Resultó complicado, tanto que al iniciar el confinamiento en marzo, la esposa decidió abandonar la casa familiar y darse un tiempo para pensar.

Desde el Instituto Coincidir, fuimos trabajando de manera individual con cada uno de ellos, a fin de poder ir ahondando en las heridas de cada uno, que las tenían, para que la decisión que finalmente tomasen, fuera una decisión meditada y trabajada en profundidad, sabiendo que fuera lo que fuese, los dos habrían dado lo mejor de sí mismos para recuperar su matrimonio.

Poco a poco, ella fue confirmando su idea de separación y él pasó de una rebeldía absoluta y negación de la realidad desde el dolor, hasta la aceptación de la situación por el amor que siente hacia su mujer.

El otro día, cuando hablaba con el marido, le preguntaba por esa serenidad que veía no solo en su semblante, sino en su tono y su manera de hablar. Él me decía que durante todos estos meses, se había dado cuenta, de que era tanto el amor que tenía y que tiene a su mujer, que precisamente por eso quiere que ella sea feliz, que es una decisión que ella ha tomado desde una herida profunda que tiene ( que no viene al caso explicar aquí) y que por eso no es capaz de darse cuenta del significado de su matrimonio. Así que si es su voluntad, a él no le queda más que aceptarlo.

Ya lo dice el Papa Francisco en Amoris Laetitia (AL 239).

Es comprensible que en las familias haya muchas crisis cuando alguno de sus miembros no ha madurado su manera de relacionarse, porque no ha sanado heridas de alguna etapa de su vida…”.

Creo que esta historia es un claro ejemplo de cómo a pesar del sufrimiento, a pesar del dolor que provoca una separación, el ser humano es capaz de hacer cosas por amor que humanamente nos resultan sorprendentes.

Aceptar la separación

Hoy en día, que sólo escuchamos historias de relaciones fugaces, inmediatas, donde el placer y lo que me apetece están a la orden del día, esta historia real, con personajes de carne y hueso, es un claro ejemplo de paciencia, de la importancia de un matrimonio, del valor del ser humano, de su dignidad, de la libertad de las personas y de cómo este marido, por amor y por supuesto por la fe que tiene y el valor que le da al sufrimiento, ha sido capaz de perdonar a su mujer y aceptar su decisión.

El esposo está convencido de que ella es y va a ser su mujer para siempre y que él la va a esperar el tiempo que haga falta, ya que precisamente por cómo la conoce, es consciente de que ella necesita curar primero sus heridas, para darse cuenta del valor que tiene el compromiso que en su día adquirieron y de cómo el amor es capaz de mover montañas.

Tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos….. Por eso, la Palabra de Dios nos exhorta:

Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad» (Ef 4,31)

Esta paciencia se afianza cuando reconozco que el otro también tiene derecho a vivir en esta tierra junto a mí, así como es. No importa si es un estorbo para mí, si altera mis planes, si me molesta con su modo de ser o con sus ideas, si no es todo lo que yo esperaba.

El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía.

Aprendizaje

En una sociedad donde el compromiso adquirido en un matrimonio parece que tiene fecha de caducidad cuando el amor se acaba, es muy inspirador ver cómo las personas son capaces de sacar lo mejor de sí mismas cuando verdaderamente aman, con un amor de compromiso, un amor verdadero.

La clave es la aceptación por amor, pero para llegar a eso, es necesario caminar por ese dolor y ese perdón a uno mismo y al otro, que solo es posible cuando nos sabemos amados por Dios y somos capaces de aceptar la realidad que tenemos delante, pudiendo sacar un aprendizaje de esa experiencia.

No quedarnos en el dolor y en el rencor que una separación produce, es encontrar el para qué de lo que nos sucede. Sólo así podremos esperar que algo mejor está por venir.

Muchas veces he sido testigo de cómo en situaciones así, en esa espera por amor, surgen segundas oportunidades que cierran esa herida, dándose los esposos una nueva oportunidad, para mejor, pero eso, sólo es posible, cuando esas heridas son sanadas por la propia persona.

Para ello, es necesaria no sólo una firme voluntad de cambio, sino altas dosis de paciencia y perdón como parte del proceso de Amar con mayúsculas.

Como bien dice María Luisa Erhardt en una entrevista para Aleteia, “cuando Dios permite la separación, es siempre para un bien mayor”.



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“Dios permite la separación matrimonial para un bien mayor”

Creo que en procesos tan difíciles como es una separación, la clave es saber que siempre todo es para bien, por eso, cuando uno pone los medios y el resultado final ya no depende de ti, la aceptación por amor dignifica más, si cabe, a la propia persona.

 

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