Supo entretener e interpretar los grandes problemas de la Humanidad, no tan solo la Argentina, mediante su más trascendente creación: Mafalda
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El mundo de la historieta iberoamericana está de luto. A los 88 años, falleció Joaquín Salvador Lavado, más conocido como “Quino”. Con un inaudito laconismo gráfico y verbal supo entretener e interpretar los grandes problemas de la Humanidad, no tan solo la Argentina, mediante su más trascendente creación: Mafalda.
En Mafalda y sus amigos Quino creó un velo de inocencia para que los niños puedan expresar todo aquello que la corrección política adulta calla. Mafalda reivindica la paz, la libertad, la democracia, y llora y cuestiona con afilado sarcasmo cuando se las enarbola con doble discurso.
Su crítica a la indiferencia ante la injusticia se entreteje con un natural de su tiempo amor a los Beatles y el odio –profundo- a la sopa, convirtiéndola en entrañable. Y con cada personaje, Libertad, Susanita, Manolito, Felipe, Mamá y Papá, Quino logra lo mismo, personajes queribles, icónicos, que no conocen tiempos ni fronteras y que encierran un poco de todo eso que queremos, que no queremos, que querríamos ser y lo que no querríamos ser.
Su autobiografía
En su autobiografía publicada en su sitio web, Quino desanda los grandes temas de su identidad y la geopolítica en la que le tocó crecer antes de llegar a su creación máxima, la niña que “intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes son los malos en este mundo”. En ella, publicada en su sitio Quino.com.ar, la génesis de Mafalda.
Al son de esta nana nace, en 1932, en Mendoza (Argentina) un bebé llamado Joaquín Salvador Lavado Tejón, «Quino», de padres andaluces.
Como papá y mamá son españoles, «todos los españoles son personas estupendas».
Pero a los cuatro años (1936) el pequeño Quino descubre que andan por ahí unos españoles malísimos, que están matando a los españoles buenos.
Alemanes, italianos, curas y monjas son personas malísimas porque están de parte de los españoles malos.
En cambio hay catalanes que han dejado de ser malos y ayudan a los españoles buenos.
1939 : Sálvese quien pueda ! Han ganado los malos.
Pero el pequeño Quino ya va a las escuela y allí aprende que los que son buenos de verdad son los argentinos.
Para intentar deshacer el embrollo, el pequeño Quino se pone a dibujar, en silencio.
Hablando se arriesga uno a decir cosas equivocadas sobre el bien y el mal.
Hacia finales de 1939 el panorama se complica : los ingleses, que eran malísimos porque habían robado las Malvinas y Gibraltar, ahora son buenos porque defienden al mundo de la agresión alemana, italiana y nipona (1941).
También los norteamericanos son buenos.
En 1945 Quino empieza a estudiar dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza.
En 1954, tras enterarse de que los italianos, los alemanes y los japoneses no son al fin y al cabo tan malos, y que los ingleses, los norteamericanos y los franceses tampoco son tan buenos, se traslada en Buenos Aires, donde empieza a publicar sus viñetas.
En 1960, Quino se casa con Alicia, de origen italiano, y descubre la bondad de ese pueblo estupendo.
Su carrera como dibujante humorístico se afirma con Mundo Quino (1963), su primer libro, y en 1964 nace Mafalda, una niña que intenta resolver el dilema de quiénes son los buenos y quiénes los malos en este mundo.
El fin de Mafalda
Pese a un éxito internacional e incluso traducciones a otras lenguas, Quino dejó de dibujar la historieta de Mafalda en 1973. Increíble, puesto que algunas de sus líneas bien se aplican a distintos sucesos internacionales que marcaron cada una de las décadas que la sobrevivieron.
A lo largo de los años, la historieta se convirtió en la tira latinoamericana más vendida de todo el mundo, y fue republicándose en libros, ensayos, tesis, e incluso series animadas, pero su autor continuó dedicándose al humor gráfico con otro tipo de colaboraciones en las que no abandonó la acidez y la valentía. Quino amaba el hombre que el hombre quería ser, pero se reía de aquel que terminaba siendo, y lo sintetizaba como nadie en sus periódicas contribuciones gráficas.
Aplaudido en su país y en su lengua, pero también más allá de las fronteras y los idiomas, Quino recibió entre otros reconocimientos varios doctorados Honoris Causa, el Premio Príncipe de Asturias, de España, y la Legión de Honor, de Francia. Lo sobreviven algo más de 1900 tiras de Mafalda, e incontables piezas de humor gráfico en las que como en su máxima creación los personajes se preguntan quiénes son los buenos y quiénes son los malos en este mundo.