En 2019, cerca de 3 millones de personas (2.750.000 según la cifra oficial) habían visitado el santuario de Montserrat (Barcelona, España). Este núcleo de la cristiandad alcanzaba un hito histórico. Sin embargo, a comienzos de 2020 apareció la pandemia del coronavirus y, con ella, las palabras del Eclesiastés sugirieron una nueva lectura:
"...hay un tiempo para cada cosa bajo el sol... un tiempo para callar y un tiempo para hablar...".
En los últimos meses Montserrat ha experimentado un cambio puede decirse que radical. De nuevo se oye el silencio de la Montaña y del santuario.
Son pocos los que pueden viajar para ver a la Moreneta: casi no hay vuelos a España y la movilidad terrestre también se ha visto afectada. Se suspendieron numerosas peregrinaciones y prácticamente no hay turistas extranjeros.
Pese a la situación, Montserrat respira paz y esperanza. Cada día se celebran las misas y se pide por el fin de la pandemia, siguen las confesiones y las avemarías a la Virgen de familias, grupos de jóvenes y personas que acuden en solitario.
Quién sabe si este momento nos servirá para encontrar (tal vez reencontrar) a Dios. La hospedería sigue alojando a quien quiera estar en soledad.
La imagen de la Virgen con el Niño, la Moreneta, sigue cuidada y esplendente. Las colas para subir al camaril ahora se reducen apenas a un goteo de personas, pero siempre hay alguien acompañándola. No es tiempo de récords pero sí de "crecer para adentro" y profundizar en la fe.
En esta galería fotográfica, puede verse cómo es un mediodía en Montserrat en tiempos de coronavirus. Son imágenes captadas el 15 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores: