Las experiencias positivas del pasado nos ayudan a luchar contra los bajones de ánimo y transitar tiempos difíciles
En momentos como los que estamos viviendo donde la mirada está puesta en un futuro que es incierto, es fácil sentirse deprimido o desanimado. Aunque parezca algo difícil de hacer en las circunstancias actuales, está comprobado que recordar momentos felices del pasado nos ayudan a sentirnos mejor y a seguir adelante para enfrentar lo venidero.
Victor Frank, médico y psiquiatra judío contaba en su libro “El hombre en busca de sentido” que mientras se encontraba en el campo de concentración de Auschwitz había descubierto que había mucha gente que moría, pero que otros no lo hacían porque se levantaban con un recuerdo bonito que los mantenía con vida.
Estas personas, a través de esos recuerdos, pensando en alguien o en algo del pasado, llenaban de sentido sus vidas, sentían más felicidad y contaban con una razón adicional a la cual aferrarse para continuar luchando en un contexto difícil.
Del mismo modo el japonés Tonegawa, quien recibió el premio Nobel en 1987, expuso un estudio realizado en el que mostraba que el recuerdo era un factor sanador en las personas. Lo que hizo fue observar a través de resonancias magnéticas funcionales lo que ocurría en el cerebro de la gente cuando se le hacía recordar eventos del pasado que eran gratificantes.
Se les pedía que recordaran momentos alegres de su vida y que los describieran mientras los pensaban. La sorpresa de este investigador fue que lo que hacía el recuerdo era segregar hormonas gratificantes como la dopamina, que es la hormona de la confianza y la serotonina, que es la hormona del placer alcanzado valores muy elevados.
Sus estudios llegaron a mostrar que recordar algo que nos gusta en nuestra mente, genera mayores hormonas de placer y de felicidad que vivir la propia experiencia. Un dato adicional al estudio fue que al terminarlo la gente que había participado en el ensayo recibiría un pago, pero la experiencia había sido tan gratificante que al final no les interesaba recibir el dinero.
El amor a un recuerdo nos puede ayudar y salvar porque trae algo concreto que le da un sentido a nuestra vida y nos llena de motivos que nos inspiran a lo que es bueno y agradable. Cuando nos levantamos pensando en nuestros padres, amigos, o experiencias como viajes que hemos hecho o sitios que hemos visitado, el rememorarlos nos inyectamos de energía positiva.
El problema es que el 90% de la gente no sabe por qué se levanta por la mañana, muchos sienten que han perdido el propósito y al no saberlo, comienzan una búsqueda desesperada por llenarse de esas sensaciones que faltan recurriendo a cosas externas como las redes sociales, la comida o simplemente el adquirir cosas nuevas.
Muchas veces para poder tener claro cuáles son los objetivos o cuál es el propósito de la vida siendo tan difícil poder proyectarnos, una mirada interior para volver a buscar en los recuerdos pueden ser la guía o ese empujón que necesitamos para encender en nuestro cerebro sentimientos profundos gratificantes, volver a encausarnos y recuperar la inspiración.
Una idea para mantener entrenado y enfocado a nuestro cerebro, es tomarnos el tiempo de escribir esos recuerdos que han sido mágicos o que nos han marcado fuertemente, desde cosas grandes como el nacimiento de un hijo, hasta las más simples como un día de café con un amigo, anécdotas, bromas o todo aquello que al traerlo a la mente nos hace sonreír.
También podemos ser más creativos y armar especialmente un álbum de recuerdos que podamos tener a mano en nuestra mesita de noche para que podamos repasar algo de él cuando nos acostemos o en la mañana mientras tomamos el desayuno y nos vamos preparando para comenzar la actividad del día.
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En estos tiempos de pandemia cuando continuamos pasando más tiempo dentro de casa que fuera, es importante seguir utilizando esos recursos para conectarnos con los recuerdos, encontrar fotos que tenemos guardadas que son especiales y colgarlas poniéndoles un bonito marco o colocarlas en la pared como un mural vivo a nuestra vista.
También podemos traer canciones o historias que iluminan esos recuerdos y compartirlos con amigos o familiares que tal vez no los conocen. Llamar a aquellos que han estado involucrados en un recuerdo para recordarles ese momento e incluso recibir de parte de ellos detalles que no teníamos presentes. Eso hará que tanto su día como el nuestro sea diferente.
Sabemos que cuando una persona no se siente bien, prepararle una comida que tiene un aroma que lo transporta a un momento feliz puede ser una medicina para el alma que tendrá un impacto directo en su cuerpo. Pregúntale a los que más quieres cuáles son sus recuerdos entrañables y se un buen compañero que los guíe a ellos.
Si tratas con personas mayores por ejemplo que están mucho tiempo en casa, una simple pregunta sobre sus recuerdos puede ser la llave que los conecte con esas personas o experiencias vividas logrando un impacto más rápido que el estar buscando crear nuevas experiencias positivas para ellos todo el tiempo.
Además podemos pensar en muchas cosas, pero está comprobado que al compartirlas no sólo lo estamos contando a otro, sino también a nosotros mismos. Esto impactará directamente en nuestro estado de ánimo y, si es algo bonito, la fuerza de ese recuerdo podrá tener un significado para el que escucha también.
Las experiencias positivas del pasado ayudan a luchar contra los bajones de ánimo. Por eso, ten en cuenta que en este presente que transitamos vamos creando recuerdos también. Con conciencia de ello y sabiendo que esto puede ser muy útil, intenta ayudarle a tu cerebro a poner atención a ello.
Una manera es asociando objetos que ves a diario con pensamientos que tengan emociones felices. Busca esas cosas que utilizas o están presentes cuando vives un momento feliz, solo o con otras personas, y que te hacen sentir renovado. Incluso cuando los objetos y los recuerdos felices no están directamente relacionados, con ese ejercicio llegará un momento en que serás capaz de ver una cosa y recordar esos momentos felices casi sin esfuerzo.
Otro dato importante es no escatimar en detalles. Mientras más detalles podamos registrar de un momento agradable o feliz, con mayor facilidad podremos llegar a esos recuerdos. Cuantos más sentidos podamos utilizar, contaremos con más caminos que nos llevarán a revivirlos. Si dejamos archivados los recuerdos, con el tiempo los detalles se van olvidando.
Hay un poder curativo en los recuerdos que están llenos de amor. Cuando comienzas a tenerlos presentes y ser testigo de su efecto positivo, eres capaz de seguir construyendo más en esa dirección. Recoge esos recuerdos, revívelos y compártelos. Ayuda a hacer visible aquello que hoy puede aportar energía a tu día y a los que te rodean.
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