¿Has encontrado a Dios a través de la Iglesia y quieres responder ayudando en una institución católica? ¿No sabes cómo hacerlo exactamente? Aquí algunas ideas¿Sientes un gran agradecimiento a tu Iglesia y quisieras ayudarla de alguna manera pero no sabes bien qué puedes aportar? Aquí varias ideas para encontrar respuestas:
Si ya conoces la oración personal, expón directamente tu inquietud a Dios y espera su respuesta en silencio. Por ejemplo, puedes hacer una plegaria tipo:
“Aquí estoy, Padre, lleno de agradecimiento y deseos de servirte. Me gustaría conocer cómo puedo llevar tu Amor a mi alrededor, de qué manera concreta según mis capacidades, mi historia, mi forma de ser,…. Muéstrame cómo puedo ayudar a tu Iglesia, mi madre, por favor… Envía tu Espíritu Santo sobre mí para que pueda saberlo y realizarlo…”.
Una manera concreta de buscar respuestas del cielo que han usado -y siguen usando- muchas personas a lo largo de la historia consiste en abrir la Biblia y leer el fragmento que aparezca. ¿Lo has probado?
¿Alguna de estas frases puede servirte en este momento?
¿Dónde implicarse?
Para ayudar a concretar la respuesta que hayas recibido, identifica las necesidades concretas -espirituales o materiales- que existen a tu alrededor.
Entonces localiza instituciones que estén trabajando para responder a esas necesidades. Contacta con ellas. Quizás en algunas busquen voluntarios y te puedas ofrecer.
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El camino que suele ser más directo y sencillo para ayudar a la Iglesia católica es la parroquia. Seguramente tienes alguna cercana. Busca en internet. ¿Por qué no llamas o, mejor, te acercas a ella y hablas con el párroco?
Puedes explicarle tu inquietud por ayudar y preguntarle si cree que podrías ofrecer algún servicio útil: como catequista, sirviendo en el altar, llevando la Comunión a algún enfermo, ayudando en Caritas,…
Lo ideal es que participes en la vida parroquial y puedas plasmar tu forma concreta de amar a Dios y a los demás en la tarea que realices y que ese trabajo te edifique tanto a ti como a la comunidad.
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Celebrar la misa y participar en las actividades parroquiales te permitirá conocer mejor sus verdaderas necesidades y dar una respuesta más eficaz.
Implicarse en la parroquia seguramente conlleve algún rifirafe o quizás grandes problemas de convivencia. Aunque la Iglesia es asombrosa, está llena de imperfecciones.
Tener paciencia con los demás e intentar hacer buen ambiente es una gran contribución que puedes hacer a tu parroquia, así como apoyar a sus dirigentes y sacerdotes.
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También existen formas más indirectas -aunque no por ello menos eficaces- de ayudar, como la oración y la colaboración económica, esporádica o periódica.
En el fondo, la Iglesia es como una familia. ¿Cómo vas a empezar?