Conoce una de las más solemnes fiestas de la Argentina
La Virgen del Valle en 2022 vuelve a renovar la historia de amor con los catamarquños. Luego del jubileo por los 400 años de su aparición que sucedió en medio de la crisis por la pandemia del coronavirus, como se ha contado en Aleteia, la fiesta regresó con fuerza.
Tal cual recordó Aica, el pasado 23 de abril comenzaron las celebraciones en honor a la Virgen del Valle, patrona de Catamarca, en Argentina. Sucedió con la bajada de la imagen de la Virgen desde el Camarín hasta el Paseo de la fe.
La ceremonia fue presidida por el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, quien trasladó en brazos a la imagen mariana, prosiguió Aica. En el lugar la esperaban los devotos, quienes vivieron un emotivo encuentro entre pañuelos y vivas.
No obstante, vale la pena una vez más poner la mirada sobre esta tradición por todo lo que significa. Desde antes de que exista la ciudad, la “morenita” ya recibía a sus peregrinos. Se trata de la advocación mariana más popular del Noroeste argentino, que suele acercar a diversas agrupaciones de gauchos, pueblos originarios, además del poder político provincial y hasta con la participación destacada del mundo del deporte, la cultura, etcétera.
En una gruta de Choya
El origen de la Virgen del Valle se remonta a entre 1618 y 1620, en una gruta de Choya, lugar en el que también se la celebrará estos días. Allí vivían españoles y habitantes originarios, en su mayoría cristianos, uno de los cuales en una ocasión oyó voces que llamaron su atención.
Fue entonces que vio un grupo de mujeres, aborígenes como él, caminando con recelo cargando lámparas y flores. Pero no las siguió ni recorrió el lugar hasta la mañana siguiente, y en el mismo lugar encontró huellas y un sendero, que recorrió 5 kilómetros hasta llegar a un nicho en el que vio asientos y fogones recientemente apagados; también señales de que incluso hasta habrían danzado en ese lugar.
Presidiendo el lugar de reunión, encontró una imagen de la Virgen María, pequeña, con las manos en oración, igual que las que veía en la casa de su jefe Don Manuel de Salazar, pero morena, como él.
Al tiempo el aborigen comentó a su patrón el hallazgo y cómo los indígenas veneraban a la Santísima Virgen en esta alejada gruta. Salazar fue hasta la gruta, y contra la voluntad de los indígenas, se llevó a la Virgen hasta su hogar. Pero como es habitual en María, aún en el cobijo de la casa del patrón, comenzó a regresar a la gruta, desapareciendo misteriosamente una y otra vez.
La Virgen del Valle enamoró en sus inicios a indígenas y españoles, y lo mismo ha hecho, sin ningún tipo de distinción, con todos sus hijos durante estos 400 años: independientemente de su origen, profesión, clase social, u cualquier otra división.
Expresión de esto es cada día del Septenario, vivido con devoción por hijos suyos tan distintos entre sí pero tan unidos a su madre Nuestra Señora del Valle.
A continuación puedes revivir todo esto a través de imágenes de la advocación:
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Actualizado 2022