El profesor Robert Cheaib, teólogo y profesor en la Univesidad Católica del Sagrado Corazón en Roma y en la Universidad Pontificia Gregoriana, presenta algunos pasos para que las parejas se encaminen hacia la felicidad en su libro en Il gioco dell’Amore (El juego del amor).
"La pareja es un camino, y cuando se camina se tiene menos equilibrio que cuando se está quieto o sentado. Pero los descubrimientos, los encuentros y las experiencias que se tienen mientras se camina valen completamente el riesgo de ponerse en marcha. Si ponerse en camino es arriesgado, estar inmóviles es mortal, es la muerte".
Aquí tienes los pasos para volar hacia una posible felicidad.
1 Estar bien incluso en soledad
La incapacidad de saber estar solos empuja a las personas a refugiarse en el amor como antidepresivo, como droga o sedante, y a construir parejas hechas de individuos que se refugian en el amor desde su identidad incierta. El arte de saber estar bien aun solos, abre a un gran privilegio: el de poder elegir con quién estar.
2Respetar y no juzgar
No se debe juzgar a una persona antes de haber recorrido una milla con sus zapatos. Para recorrer una milla con los zapatos de alguien más, debo quitarme primero los míos, esforzándome por llegar a ese difícil desapego de mi subjetividad.
Si no estoy listo para la aventura de la alteridad, me encuentro en una condición narcisista de atravesar al otro en busca de mí mismo.
3Los riesgos de la familiaridad
La pareja es un nido, un refugio, un espacio precioso. Le preguntó el discípulo al Maestro: "¿Cuál es el peligro más grande para la vida en común?" La respuesta decidida y lapidaria fue: "La familiaridad".
Familiaridad es cuando estás tan habituado a una realidad que no te das cuenta. Pasas al lado o, peor aún, pasas por encima, sin pestañear. Es tomar al otro por descontado, olvidando que las relaciones no pueden vivir de descuentos. Dar por sentado las relaciones genera descontento.
4Ser exigentes
No se puede amar condicionadamente: "te amo pero..." Cuando se ama a alguien, se ama por sí mismo. Teniendo en mente el principio de reciprocidad en la exigencia. Es contribuir delicadamente a la floritura de la libertad con el calor de un amor incondicional. El amor tiene las exigencias de "eternidad". Pero no solo.
5 No actuar como “psicólogos”
Muchas personas esperan que su pareja les resuelva la vida y les dé solución a sus problemas, pero lo cierto es que nadie puede volverse una presencia total en nuestra vida.
No idealices. La persona que encontrarás, o con la que ya estás, no es Dios, sino un don de Dios. No es un salvador, ni un salvavidas, es una persona como tú que necesita salvación.
6Buen humor
El deseo de amor necesita una seguridad lúcida que le dé la dosis de paz necesaria para permanecer y construirse, pero necesita también de ese toque de lucidez, de novedad, aventura y renovación.
Ser lúdico es relativizar sus experiencias, incluso las más bellas… incluso la del amor. La sabiduría de la sonrisa sabe introducir la efervescencia de novedad en la pareja, pero sabe también simpatizar con la familiaridad, con las cosas que no cambian.
7Morir para saber escuchar
El amor mata el egoísmo. Quien quiere amar realmente, debe salir de sí mismo. Zanjar el propio egoísmo significa haber aprendido a dialogar con el otro. En todo diálogo verdadero hay una muerte a sí mismo, porque la parte esencial del diálogo es la escucha.
Escuchar no es solo oír, es escuchar los sentimientos que se hacen palabras. Es un gesto de “com-pasión”, de compartir y de acoger el pathos del otro.
8Acercarse a Dios
Estamos llamados a ser "por participación lo que Dios es por naturaleza", por lo tanto, a ser partícipes del amor que Dios es.
El amor es una “virtud teologal” porque es el don puro de Dios que nos permite hacer un acto típico de Dios: amar verdaderamente.