La cifra actualizada este 13 de julio ha posicionado a América Latina como la segunda región del mundo con más muertos por coronavirus Primero Brasil (y aquel recordado 26 de febrero, Míércoles de Ceniza), luego otros países como Perú, México, Ecuador, Chile, Argentina, Colombia, Venezuela o Bolivia, además de otros países de Centroamérica, entre ellos Panamá, Nicaragua, Costa Rica o Haití.
La lista continúa –incluso con algunos casos más “excepcionales” de un presunto control como Uruguay y Paraguay- y al día de hoy, 14 de julio, todo lo vinculado al COVID-19 sigue rompiendo récords.
Es que en las últimas horas se confirmó que América Latina ya es la segunda región del mundo, superando a Estados Unidos o Canadá y solo detrás de Europa, con más casos de personas fallecidas a raíz del coronavirus, la pandemia que sacude a todos en este 2020.
Los números fríos dan cuenta de casi 145.000 fallecidos (al momento de que leas esta nota es muy factible de que esta barrera haya sido superada). Pero detrás de las cifras hay personas, historias, familias.
Debido a esto, no han sido pocos los homenajes –también jornadas de oración y la necesidad de ponerse en manos de la Virgen de Guadalupe- que en este tiempo se han dado a las víctimas (no números). Desde aquella recordada tapa del New York Times, hasta los más cercanos homenajes realizado en países latinoamericanos como Perú u el propio Brasil, a los pies del Cristo Redentor.
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Efectivamente, Brasil sigue siendo el país más golpeado de América Latina con ya casi dos millones de casos confirmados y más de 72.000 muertos, país que incluso ha sido noticia por el contagio de su presidente, Jair Bolsonaro.
En el medio de todo esto, y en los diversos países, los debates sobre las medidas de higiene, el distanciamiento el regreso al confinamiento o “la nueva normalidad”. Todas discusiones que tienen diversas respuestas dependiendo del país o región afectada.
Pero una vez más la idea es volver a la esencia para no quedarse solo con lo trágico de todo lo que implica ser “epicentro de la pandemia”. No son números, son personas. Hoy más que nunca es necesario ofrecer una oración por cada uno de ellos (y también quienes están enfermos y familiares).
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