Cómo lograr que tus reuniones con amigos, familiares o compañeros de trabajo no te dejen agotado. Cuando comenzó la pandemia, las reuniones por internet se convirtieron en una alternativa que nos permitía salir del “encierro físico”. Era el modo de encontrarnos con los amigos y la familia, y el recurso para pasar del trabajo presencial al teletrabajo.
Poco a poco, la mayoría de los usuarios del sistema de reuniones por Zoom, Meet, Hangouts, Skype, Whatsapp, etc… detectaron que sufrían un mayor cansancio que en las reuniones presenciales. “¿Cómo puede ser esto, si estoy en casa y no me he tenido que desplazar, y sin embargo acabo agotado?”. Es un comentario frecuente, dicho con cierta estupefacción.
Un nuevo fenómeno
La fatiga causada por las reuniones de Zoom es un nuevo fenómeno relacionado con la salud mental, que ya va recibiendo nombres. Ha sido bautizado como “Zoom burnout” o “Zoom fatigue” y así se detecta en el buscador de Google.
La expresión “Zoom fatigue” alcanzó un pico importante en Estados Unidos en torno al pasado 1 de mayo: el 11 de marzo la OMS había declarado la pandemia del coronavirus y el 16 de marzo la Casa Blanca había desaconsejado las reuniones de más de 10 personas. En poco más de un mes, muchas personas ya habían experimentado el agotamiento de las reuniones por Zoom.
La psicoterapeuta Babita Spinelli explica que los encuentros por Zoom son agotadores porque generan una sobrecarga cognitiva. “A diferencia de lo que haríamos en un encuentro físico de grupo o individual, estamos más pendientes de lo que ocurre con cada una de las personas que están ante la cámara”, manifestó a “The Healthy”.
Tal vez en una reunión familiar o de trabajo, o en una fiesta, solo estaríamos pendientes de la persona que habla o de alguna más. En cambio, la experta afirma que en Zoom uno pone atención en todos y eso desgasta mentalmente.
Trabajo extra para la mente
Otro aspecto que nos perjudica en las reuniones por Zoom es el hecho de no contar con todos los elementos para hacernos una idea de lo que le ocurre a cada participante.
Vemos solo media cara, de repente alguien dirige la mirada hacia algo que no vemos porque está fuera de pantalla y no sabemos si se trata de su mascota, su hijo o la pantalla de su móvil… Todo eso es trabajo extra para nuestra mente, que debe “completar” la información. Eso es lo que explica la doctora Jessica “Jessi” Gold, profesora asistente de Psiquiatría en la Washington University in St. Louis.
¿Cómo podemos combatir el “Zoom burnout”?
Para no acabar “quemados” (eso significa burnout), podemos recordar algunas ideas sencillas y efectivas, que recomiendan los terapeutas. Las puedes ver en la galería fotográfica o leer el texto completo en la página siguiente:
Sé sincero
Si las reuniones de Zoom con amigos te resultan repetitivas o angustiantes porque te obligan a estar a determinada hora en la pantalla y tú tienes asuntos importantes que atender, es mejor que se lo digas.
Tus amigos o familiares no conocen tu situación al mismo nivel que tú. La doctora Gold recomienda que hables sinceramente y digas si la reunión de Zoom te da fatiga tal como está planteada.
En el trabajo, también puedes comunicar al equipo qué es lo que te inquieta o cansa, para que se pueda mejorar. Tal vez es cuestión de proponer un cambio de horario o un nuevo sistema de organización en el trabajo.
Pon límites
La reunión de Zoom con los amigos o familiares no debe ser eterna. Todos tenéis otras cosas que hacer y, además, todos sabemos que cuando hay confianza, unos días se tienen muchos temas que comentar pero otros no. No alargues la reunión hasta quedar extenuado. Con franqueza, te despides y hasta la próxima.
Para los que cueste decir adiós, Babita Spinelli propone un sencillo “ha sido un placer hablar con ustedes”.
Marca un tiempo
Spinelli afirma que las reuniones de Zoom deberían ser de unos 30 minutos como máximo. La doctora Golf añade que si tú no eres quien propone la reunión, sí puedes avisar de que a tal hora deberás cerrar la conexión.
En el caso de Zoom, el tiempo límite son 40 minutos por reunión, pero nadie nos obliga a agotarlos.
Vuelve a las antiguas llamadas
¡Lo habíamos olvidado! Existen las llamadas de teléfono de toda la vida, uno a uno, en las que no te ves pero atiendes a la conversación.
Las llamadas de teléfono permiten más libertad de movimientos que una reunión de Zoom y no obligan a estar sentado tantas horas frente al ordenador.
Aunque no os veáis, con la voz puedes manifestar atención y cariño a los familiares y amigos con la misma fuerza que proyectas con la imagen.
En el caso de las reuniones de trabajo, la llamada de teléfono puede dar aire más personalizado a la tarea que asumes y que comentas.
No te fuerces
Spinelli reconoce que hay momentos en que nadie de la reunión tiene nada que aportar y propone que tengáis un plan previsto: ver una película juntos, una clase de cocina… o participar en la misma actividad, como seguir la misma clase de yoga.
Personalmente, creo que no hay que forzar las situaciones. En la amistad no se trata de “llenar el silencio” de Zoom con palabras o actividades. Cuando hay amistad auténtica, uno piensa en la otra persona. Pensaremos si queremos que descanse, que se divierta, que se olvide de su rutina o su problema, o si estamos deseosos de contarle algo que nos ha pasado, por insignificante que sea, o queremos pedirle consejo… seguramente así acertaremos más a la hora de encontrarnos virtualmente.
Compensa con tiempos de silencio y soledad
Si las reuniones de Zoom parece que te dejan un vacío interior porque acabas extenuado y sin ideas, plantéate buscar tiempos para ti en los que puedas recuperar energía.
Puedes tomarte un tiempo de meditación, de lectura sosegada de un buen libro de literatura (no hablo de noticias o vistazos a Instagram).
Recogerse y hacer oración es una excelente forma de recargar pilas. Logras recuperar el equilibrio entre una vida exterior volcada en el trabajo y las redes sociales, y la vida interior.
Personaliza cuando puedas
Que las reuniones de grupo no maten la amistad. Cultívala con llamadas o videollamadas uno a uno cuando te sea posible. Es una recomendación de Spinelli.
En la amistad, al final hay un componente personal que hace que de vez en cuando nos encontremos más a gusto con una sola persona. Es momento de confidencias que no diríamos en grupo o, sencillamente, porque en el grupo no todos los temas os atraen por igual y quieres ahondar en un aspecto.