Gran parte de la ayuda fue recibida por familias marginadas de Cartagena, la segunda ciudad del país con más casos de coronavirus y altos índices de pobreza
Campesinos de una de las regiones colombianas más golpeadas por la violencia recogieron sus cosechas durante cinco días y donaron más de 20 toneladas de alimentos a los más pobres. Esto ocurrió en la región conocida como Montes de María, al norte del país, consagrada desde sus orígenes a la Santísima Virgen y llamada así en honor a ella.
Aunque tienen muchas necesidades, cultivan productos agrícolas de gran calidad y esto les ha permitido sobrevivir en medio de la crisis alimentaria, agravada por la propagación del covid-19. Y, conscientes de las necesidades de otros, no dudaron en organizarse en esta iniciativa solidaria.
Así fue como camiones cargados con plátano, yuca, aguacates y mangos, entre otros productos que da la tierra, salieron del municipio de El Carmen de Bolívar hacia la ciudad de Cartagena, en la costa Caribe, donde los repartieron entre los más pobres. “Es un signo creíble de la presencia de Dios entre nosotros. Esta es verdaderamente una tierra acariciada por la mano de Dios, es fértil y lo que allí se siembra alcanza para todos y queda para compartir”, dijo a Aleteia el sacerdote Rafael Castillo, vicario de pastoral de la Arquidiócesis de Cartagena.
Un pueblo que mira la vida con esperanza
Los Montes de María son un territorio en la zona norte colombiana, integrada por cerca de 15 comunidades y 450 mil habitantes, donde históricamente ha habido todo tipo de precariedades, conflicto armado, violencia, exclusión y corrupción, entre otros males. A pesar de todas las carencias, sus habitantes son solidarios y miran la vida con optimismo.
“En esta contingencia, los coordinadores de las comunidades decidimos que lo mínimo que podíamos hacer era recoger productos agrícolas para donarlos a nuestros hermanos de la zona y a los colombianos vulnerables de Cartagena, una de las ciudades más afectadas por la pandemia. Así fue como durante cinco días recolectamos 23 toneladas que fueron repartidas con la ayuda de la Armada Nacional y la Gobernación de Bolívar”, explicó Jorge Montes, coordinador general del Proceso de Reconciliación e Integración de la Alta Montaña del Carmen de Bolívar.
Por su parte, la Iglesia católica actuó a través del Banco de Alimentos y de sus redes en la zona de pastoral. Fue así como los comités parroquiales y las ‘entidades de rostro solidario’ ayudaron a que la caridad de hiciera de manera organizada. “Como dice el papa emérito Benedicto XVI, que el bien sea bien y que la ayuda llegue donde deba llegar y sea eficaz”, recuerda el padre Rafa, quien conoce bien esa zona donde se ha ganado el aprecio de sus habitantes por el liderazgo en programas de desarrollo y paz desde los valores del Evangelio.
Efectivamente las ayudas campesinas llegaron a barrios marginados de Cartagena, donde, según las cifras oficiales, a 31 de mayo se registran 136 muertos por el coronavirus y casi 3 mil contagios. Su población apenas sobrepasa el millón de habitantes, la gran mayoría en condiciones de pobreza, y el sistema de salud es deficiente, lo que deja a la ciudad en una situación realmente crítica.
La grandeza del perdón
La organización comunitaria y de derechos humanos que coordina Jorge Montes ha trabajado durante varios años en la reconciliación entre pueblos que vivieron enfrentados por los conflictos y lograron poner en común la necesidad de la paz y de retomar caminos de reconciliación. Este proceso, como él relata, fue reconocido internacionalmente por la forma de reconciliación empleada: “Recorrimos 52 veredas respaldando a quienes habían actuado mal, convencidos de que no lo volverían a hacer e invitando a todos a luchar juntos por este territorio conjunto”.
Aunque la situación mejoró, actualmente siguen existiendo amenazas contra los líderes sociales, pero el anhelo de paz y de impulsar el desarrollo de las comunidades es admirable y por ello dan de lo que tienen a pesar del sufrimiento, de las persecuciones y las masacres. “Hoy podemos decir que hay paz en el corazón de muchos de estos hombres y mujeres víctimas de la guerra, que han experimentado la grandeza humana del perdón”, concluye el padre Rafael Castillo.
Es por eso que él considera que esta donación de productos agrícolas, en momentos en que el desempleo, la enfermedad y el hambre golpean a tantos hogares de esta región colombiana, es “el milagro montemariano” porque ha permitido que los panes alcancen para todos, gracias a la solidaridad de gente buena nacida en una tierra que fue consagrada a la Virgen María por su fundador, el español Antonio de la Torre.