¿Qué está haciendo la Iglesia en el país de América Latina que podría convertirse en el próximo epicentro mundial de la pandemia del coronavirus?La pandemia del coronavirus sigue avanzando de manera “descorazonada” en Brasil, uno de los gigantes de América Latina. Las cifras no dejan de romper récords.
En las últimas horas las autoridades informaron que tan solo en 24 horas había más de 600 personas fallecidas –con un total de muertes que superaba los 9.000 desde la llegada del coronavirus el pasado 26 de febrero-, mientras que los casos confirmados superaba los 130.000.
Esta situación está generando gran preocupación a nivel regional, puesto que Brasil mantiene fronteras con todos los países de América del Sur, a excepción de Chile y Ecuador. Pero también porque –en base a algunas proyecciones- ya muchos consideran que este país podría “explotar” y convertirse en el próximo epicentro del coronavirus a nivel mundial.
A todo esto se suma un complejo entramado político –con idas y vueltas entre el presidente Jair Bolsonaro y diversos gobernadores en cuanto a medidas como el confinamiento-, así como situaciones que han generado conmoción a nivel internacional en cuanto a fosas comunes en cementerios como el de Manaos (Amazonía) y hasta colapso sanitario.
Es que la situación de algunas localidades del noreste, así como de grandes ciudades como San Pablo, es realmente devastadora.
Apoyo material, emocional y religioso
Sí, Brasil está viviendo una de sus horas más oscuras. Pero en el medio de esta gran tragedia también aparecen pinceladas de esperanza debido al esfuerzo de muchos por tratar de llevar contención y aliviar a los que más sufren.
Es ahí donde aparece, por ejemplo, la Iglesia en Brasil. Recientemente, a través de un comunicado difundido en la web de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), se intentó contar cómo es que se está dando “ese abrazo”.
Una de las primeras a destacar es precisamente la “expansión de la solidaridad” en todo el país. El pasado 12 de abril, Domingo de Pascua, la Iglesia -junto a Cáritas- lanzó la campaña “Es hora de cuidar”, acción que se promueve en las 277 circunscripciones eclesiásticas de la Iglesia en Brasil.,
“La campaña quiere proporcionar un servicio de asistencia material, emocional, humano y espiritual a los brasileños que sufren los impactos del avance del Coronavirus”, dijo en referencia a las tres dimensiones de la campaña el obispo de Roraima, Mário Antônio da Silva, segundo vicepresidente de CNBB y también presidente de Cáritas Brasil.
“La acción de emergencia solidaria une los corazones para que podamos cuidar la vida y amar a nuestros vecinos. Cuidemos nosotros mismos, cuidemos los unos de los otros, cuidemos de los más necesitados”, expresó.
Material. En cuanto a esta dimensión, en algunas diócesis se han estado recolectando alimentos y productos de limpieza para apoyar a las familias más necesitadas, pero también, por ejemplo, con la fabricación de 10.000 mascarillas “para distribuir en hospitales, hogares geriátricos, hogares de cuidado para menores y para la comunidad en general”.
En ese sentido, se informa, “la diócesis de Santa Cruz do Sul (RG) compró la tela, el elástico y el hilo, y muchas personas se ofrecieron para hacerlos”. “Hasta ahora, la estimación es que se han distribuido alrededor de seis mil máscaras”, se agrega desde la CNBB.
Emocional. Es aquí donde surgen iniciativas como “las llamadas psicológicas gratuitas”. Por ejemplo, se indica, Cáritas Diocesana de Natal, Río Grande del Norte, está ofreciendo esta ayuda a través teléfonos o videollamadas.
En momentos donde la salud mental importa –y mucho- la contención también llega al ámbito del personal de salud, con el objetivo de cuidar también a quienes están en la primera línea de batalla contra la pandemia.
Religioso. Por último, esta dimensión. Tal cual sucede en diversos países, la Iglesia de Brasil también ha apelado a la creatividad para dar respuesta espiritual a quienes más lo necesitan.
Desde los frailes capuchinos en Tijuca con oraciones desde los balcones, hasta celebraciones a través de las nuevas tecnologías
“La oración del mediodía ha sido un estímulo para la jubilada Maria das Graças Campos Tavares, de 65 años, quien desde el 10 de marzo no ha ido a la iglesia, a pesar de vivir cerca, debido al aislamiento social. Antes de la pandemia, la misa de las 7 am era un programa casi diario para los fieles. El residente de Rua Haddock Lobo es uno de los que aprobó la iniciativa de los frailes capuchinos”, reproduce la web a modo de testimonio.
De esta manera, a través de esta gran contención, a la situación crítica que vive Brasil –de la cual el mundo hace énfasis en su lado más negativo- también aparece esta otra cara, la que menos aparece, la más invisible, pero la que lleva verdaderas respuestas.
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Artículo en base a CNBB
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