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“Para gestionar bien la vida, la mejor consejera es la idea de la muerte”

CRISTOBAL COLON

La Fageda

Miriam Díez Bosch - publicado el 28/04/20

Entrevista al fundador del proyecto social la Fageda, Cristóbal Colón

Existe un lugar en una zona volcánica llamado La Fageda perdido literalmente entre montañas que parecen un escenario de Juego de Tronos. Allí, cerca de la localidad catalana de Olot, anida un proyecto social de integración de las personas más vulnerables que produce yogures, postres, helados y mermeladas. Los yogures, dice su fundador, “son lo de menos”, porque lo importante va más allá del producto.

Aleteia ha tenido la suerte, antes de que el confinamiento nos impida movernos físicamente, de sentarse en este enclave con su fundador, un personaje de exigente vida interior, consciente de su valor pero todavía más del valor de las otras personas.

Cristóbal Colón y la Fageda, caso de éxito estudiado en prestigiosas universidades como Harvard, pluripremiado por su labor, nos ofrece aquí sus reflexiones sobre la vida, la alteridad, la sociedad de consumo, el esfuerzo, las personas, la lucha vital, el agradecimiento.

Cuando se mira al espejo, ¿ve al fundador de La Fageda, a un loco emprendedor o a un simple ser humano?

Veo una persona que está luchando permanentemente por hacerlo bien, este oficio del vivir que es altamente complicado y evidentemente intento ser objetivo conmigo mismo (cosa difícil). El ser humano puede ser objetivo consigo mismo. Cuando lo hago, me doy cuenta de lo mucho que he hecho y de lo mucho que me queda por hacer. Tengo una cierta moderación a la hora de valorarme. Decir que soy un imbécil sería una falsa humildad. Sin embargo, también sería una estupidez decir lo contrario. Soy un guerrero que está en permanente lucha.

Uno de los valores fundacionales que también sale es el del esfuerzo. No hay lucha sin esfuerzo.

El esfuerzo sería una consecuencia de la actitud de guerra contra uno mismo (la ley de la gravedad). Las personas tendemos hacia abajo, a esa fuerza centrífuga hay que ponerle una fuerza centrípeta que te lleve a mirarte al espejo. Te lleva a la objetividad, a poner el foco de la verdad.

¿Tienes una especie de protección a la adulación? Porque es inevitable que una persona como usted, que ha hecho tantas cosas, consiga que la gente la admire.

Evidentemente, entiendo que la gente me valore, porque solo ve aquello valorable. Entonces, cuando uno se mira íntimamente puede reconocer los valores que tiene. Objetivamente, yo tengo unos valores pero al lado de los valores hay múltiples defectos. Por ejemplo, la vanidad: huyo de ella.

¿A qué o a quién está agradecido?

Me invade el agradecimiento. No tengo reparo en dar gracias, soy profundamente agradecido. En el fondo, ser agradecido es reconocer que lo mucho de bueno que yo tengo me lo han dado, es decir que por ejemplo la mujeres extraordinariamente guapas, tienen un mérito que no es de ellas, sino que se lo han dado. Otra gran responsabilidad es gestionar eso que te han dado.

A estas alturas de la película, ¿sus preocupaciones son todavía grandes?

Les digo a la gente (la gente sobretodo que viene de la empresa) que su principal obligación es gestionar su empresa y esta es una empresa que se acaba el día en que te mueres. Esa es mi principal preocupación. Luego, en el mundo, pues la familia. Hace poco he tenido la gran suerte de ser abuelo.

Cuando yo miro al espejo de la organización, reconozco que tenemos muchas cosas buenas, pero al mismo tiempo reconozco qué no hacemos o qué tenemos que dejar de hacer, cosas que no tenemos que hacer y hacer otras. Con lo cual la autosatisfacción tampoco es uno de mis defectos.

Me parece muy bien que la gente valore y admire nuestro proyecto porque tiene cosas admirables, pero no todo es oro lo que reluce. Hay defectos y muchas imperfecciones que hay que trabajar para superarlas porque nunca llegas.A veces, no todo depende de tu esfuerzo. Lo que pasa es que yo tengo un rol de alta responsabilidad, con lo cual yo me siento muy responsable de todo.

Evidentemente, sabiendo que la perfección no es de este mundo, tenemos la obligación de perfeccionarlo. Debemos trabajar con esfuerzo y ser muy agradecidos. El resultado que tenemos hoy es un milagro, que no se corresponde lo que hemos conseguido por el esfuerzo que hemos hecho sino que hay otros elementos que han intervenido y por eso hemos llegado a lo que somos hoy en día.

Los valores empresariales que van ligados a la eficacia en varias ocasiones. ¿Dejan a la gente en la cuneta, no?

Cuando una cosa sale bien y, en nuestro caso, está saliendo medio bien. Existen dos factores: el esfuerzo y la inteligencia, que dan lugar al orden y a la coherencia. Somos un proyecto con un éxito empresarial, pero con una motivación primera que no es estrictamente empresarial. Ahí, es donde yo precisamente pongo el énfasis en el milagro. Hay muchas empresas con éxito y nuestra empresa no tiene un objetivo empresarial, sino que tiene el objetivo de ser un proyecto social y que tiene éxito en las dos vertientes. También lo consideramos un milagro porque los fundadores no veníamos del mundo de la empresa y igualmente lo hemos hecho posible.

¿Ha habido alguna frustración en este camino?

Bueno… hay muchas cosas, cosas que no podido hacer todavía. Yo soy una persona muy radical, en el sentido que voy a la raíz de las cosas. Siendo radical (literalmente hablando), yo aún no estoy satisfecho con lo que es La Fageda hoy. Con lo cual, en la medida de mis posibilidades, acercar lo que hoy es La Fageda a lo que creo que tendría que ser. Pero bueno, aún estamos en ello. Aún es un proyecto inacabado.

¿Y qué le falta? Porque la mayoría de gente que viene aquí piensa que esto es el paraíso.

Espero que la gente tenga en cuenta que este paraíso lo hemos hecho personas. Una conclusión que pueden sacar es que también lo pueden hacer ellos. Aunque esto no es un paraíso en su totalidad, también como cometemos errores, porque somos personas.

¿Le cansa contar siempre la misma historia?

La primera parte sí que me cansa, porque el día tiene 24 horas y yo ya tengo una edad. Eso significa que yo tengo que gestionar muy bien mi tiempo. Personalmente, no tengo ningún interés en mi imagen pública. Pero, al mismo tiempo, considero que sí que puede ayudar a la reputación de la empresa. Por lo tanto, considero que es muy importante que la gente tenga una buena imagen de La Fageda porque forma parte del futuro del proyecto. En todo caso, me cansa, pero lo hago con la mayor amabilidad que puedo.

¿La espiritualidad forma parte de su vida?

La espiritualidad forma parte de mi vida de forma esencial, es decir, es lo que me soporta, lo que me estructura, lo que me construye. Pienso que los hombres somos seres espirituales. No lo explicito porque pienso que es un tema íntimo, individual. Yo nunca he querido que La Fageda tenga esta dimensión institucional. Es decir, no somos una institución espiritual. Me remito a que por sus hechos los conoceréis.

Entonces, entiendo que ve a la persona como una dimensión espiritual. Aunque no se explicite.

Claro. Yo cuando veo a las personas o a los animales, entiendo que la realidad es así. Lo cual no significa que yo tenga que hacer un esfuerzo constante porque es esa ley de la gravedad que anteriormente he mencionado, te lleva a olvidarlo y hay egoísmo, orgullo, que hay que evitarlo).

Cuando la gente le mira, ¿qué quiere que vean?

No me he hecho esta pregunta, pero ya que me la hace, me gustaría que vieran aquello que yo quiero ser más que lo que soy. Me preocupa más que es lo que yo veo en la gente. Ese misterio que es el ser humano. Cada uno es único, con sus multiplicidades. A pesar de esto, los individuos tenemos una dimensión igual que nos caracteriza como personas.

Lo importante no es ser único (todo ciudadano tiene una característica que lo distingue del otro), sino como gestionar tu autenticidad. Gestionar el misterio. Para mí, la naturaleza siempre ha sido mi gran compañera. la realidad y los hombres como parte central de ella, la necesitan, ligado con espiritualidad.

¿Por qué se ha dirigido a este colectivo de discapacitados y no a otro?

Yo cuando decidí dejar la sastrería, la pregunta que me hacía era si yo quería dedicar mi vida al servicio de la moda. Yo intentaba darle sentido a mi vida, pero a mi me interesan todas las personas. No me interesan más unos q e otros, me interesan todos. Yo los trato a todos iguales, pero a todos de forma diferente (a cada cual lo que necesite).

Escuchándole se ve que no ha habido un plan. ¿Un milagro, sí?

Yo no tenía ni idea de como iba a evolucionar. En ningún momento tenía ningún plan previsto, solo me preocupaba en que pasaría al día siguiente. De aquí lo del milagro. Lo que se ha construido no es fruto de un visionario. Yo no he visionado nunca nada. Yo solo transmito una visión clara de lo que llevo dentro, de mis principios. Intentar hacer lo que tu voz interior de dice y digo intentar, porque a veces no lo haces. También se debe tener coraje. Tengo ganas de explicar lo que he he hecho: un seminario de autoaprendizaje con los directivos. Solo quiero que entiendan desde qué lugar he dirigido el barco.

¿Le da miedo la muerte?

Me da mucho respeto, pero no miedo. Uno de los objetivos de mi vida es pasar poca vergüenza el día en que me muera, aún sabiendo que la voy a pasar. Entonces, el respeto es saber cuánta vergüenza voy a pasar. Para gestionar bien la vida, la mejor consejera es la idea de la muerte. Porque en el día de la muerte, al final pasarás vergüenza. Ahora, la cantidad de vergüenza que vayas a pasar, depende de ti, fundamentalmente.

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