La cuarentena es una experiencia que puede ser muy valiosa para alimentar una comunicación profunda en la relación
La famosa novela “Los novios” de Alessandro Manzoni cuenta la historia de dos jóvenes de Milán, Renzo y Lucía, que tuvieron que vivir su noviazgo a mediados del siglo XVII en medio de una pandemia.
Luego de pasar por varias adversidades y dar por terminada la peste, los dos humildes campesinos pudieron finalmente encontrarse nuevamente para celebrar su tan ansiado matrimonio. En medio de la tragedia, el amor les trajo una promesa de gran felicidad.
Toda relación de amor pasa en algún momento por alguna prueba y para muchos hoy el confinamiento se ha transformado en una de ellas. Nos afecta el humor, nos extrañamos, vivimos la frustración de querer vernos sin poder hacerlo o nos dejamos atrapar por la incertidumbre y los sentimientos de desesperación.
Estar de novios en cuarentena es un desafío, pero también una etapa en la que podemos reavivar un amor ingenioso y aprovecharlo al máximo. Una invitación para conocernos más, sanar heridas, echar raíces y soñar juntos en la distancia.
Siguiendo este recorrido, el tiempo de aislamiento puede ser, sin dudas, un tiempo de oportunidades aceptando nuestras debilidades y limitaciones y optimizando nuestras fortalezas sabiendo que todo lo que podemos aprender y crecer durante este tiempo de prueba, nos ayudará como pareja a afrontar mejor las futuras adversidades de la vida.
El noviazgo es un camino de conocimiento, preparación, espera y descubrimiento mutuos. Un tiempo para hacer crecer nuestro compromiso en aquellas virtudes que nos hacen mejor para amar y ser amados. Y en ese sentido no podemos dejar que las circunstancias externas y las dificultades, nos hagan renunciar a perseguir un ideal alto de amor.
Como Renzo y Lucía, podemos hacer que nuestra relación se convierta en acción. Todo amor requiere de un camino de maduración y este tiempo es especial para educarse más profundamente en querer y buscar el bien del otro.
La mayoría de los novios coinciden en que lo más difícil suele ser la comunicación. Estamos pasándolo juntos todo el día en casa pareciendo que ya no hay tema de conversación alguno, donde la rutina nos absorbe y todo es igual o bien, porque estamos lejos y no podemos hablar cara a cara como antes y decirnos y compartir lo que queremos.
Este es uno de los grandes desafíos y al mismo tiempo la oportunidad que nos lanza la cuarentena. Una experiencia que puede ser muy valiosa para alimentar una buena comunicación que será muy útil para el matrimonio sabiendo que el diálogo es una de las herramientas más importantes y un pilar fuerte en toda relación.
La cuarentena puede ser un tiempo rico para darnos a conocer más hablando mucho y en profundidad. Ser creativos y mostrarnos cada uno con nuestra personalidad y forma particular de ser. La situación actual nos ha acercado a la vida familiar en casa y nos da la oportunidad para tratarnos y hablar sobre nuestras familias de origen.
Nuestros familiares nos influyen en lo que somos y en nuestras decisiones. No podemos olvidarnos que elegirnos para compartir la vida requiere aceptar que somos diferentes, que tenemos culturas y hábitos determinados y que cada uno viene con una historia que tenemos que conocer del otro.
Podemos hablar de estos aspectos que tal vez no parecen tan relevantes hoy, pero que sí lo serán más adelante:
- cómo es el vínculo con nuestros padres,
- cómo se resuelven los conflictos en nuestra familia,
- qué debilidades y fortalezas vemos
- y con quiénes nos llevamos mejor y porqué.
El camino de preparación al matrimonio es también un itinerario de fe. Y en este sentido es una vía que vamos recorriendo y descubriendo con la experiencia del amor que nos guía a Dios. El verdadero amor promete lo infinito y aspira a las cosas más grandes más allá de las cosas terrenales.
En este tiempo de pandemia, formar el hábito de rezar juntos es un modo de fortalecer nuestra comunicación espiritual. Compartir esos espacios de silencio para saber pedir y agradecer es algo valioso. Podemos encontrarnos para hacer una oración a través de una llamada telefónica o una videollamada, pero no dejar de estar unidos en la fe.
El noviazgo no deja de ser tampoco un tiempo especial para compartir experiencias concretas y cotidianas. Sin ellas el vínculo se convierte en una relación vacía y sin recursos, pero con creatividad podemos encontrar maneras de permanecer juntos.
Ver la misma película o leer un libro para poder comentarlos luego, compartir canciones eligiendo aquellas que más nos gustan y expresar emociones sobre cómo estamos viviendo esta situación, pueden ayudar mucho a enfrentar el estrés, el extrañarnos y trabajar los desacuerdos, las frustraciones o las tristezas.
También la comunicación no verbal es importante para mantener vivo el amor y mostrar signos de cariño y afecto, como por ejemplo hacer un envío por correo si hay algo en particular que al otro le guste mucho, no dejar de agasajarlo y buscar ese factor sorpresa y recordarle con mensajes cariñosos lo importante que es para nosotros.
Durante las crisis podemos crecer como personas y también hacer crecer nuestra relación. Un tiempo de reflexión en la que podemos proyectar y soñar para el futuro, para cuando la pandemia pase y podamos volver a encontrarnos físicamente otra vez. ¿Cómo queremos que nos encuentre? ¿Qué queremos haber logrado? ¿Cómo será ese amor?
Los tiempos separados pueden arrojarnos mucha luz en nuestro camino de vida ayudándonos a ver más de cerca el valor de lo que somos y tenemos, convirtiéndonos en seres capaces de abrazar los sacrificios y hacer las renuncias necesarias con el fin de descubrir en cada encuentro la belleza de existir y el sabernos preciosos para otro.