Los obispos mexicanos ofrecen su reflexión ante el debate sobre la prioridad en el tema de las terapias intensivas
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En México, como en muchos otros sitios del mundo, se ha abierto un debate sobre temas como quién debe ser prioridad a salvar en las camas de terapia intensiva o cómo debe tratarse a los ancianos, a los discapacitados, a las personas que tienen una enfermedad terminal, si son contagiados por el coronavirus.
Para argumentar con rigor y buscando contribuir a la reflexión en una sociedad plural como la nuestra, que necesita a toda costa reconocer la igual dignidad de todas las personas y evitar acciones discriminatorias e inhumanas, los obispos mexicanos emitieron el documento “Decir sí a la vida de todos”, para exponer “las consideraciones bioéticas más elementales que es preciso custodiar por parte de todos, en momentos de desconcierto a causa de la pandemia COVID-19”.
Realizar pruebas
La primera consideración que exponen en su documento los obispos mexicanos reconoce como una “obligación moral” del Estado el conocer y atender con información suficiente el grado de contagio que existe para así tomar las acciones preventivas pertinentes de manera oportuna.
“Por ello, como lo han mostrado experiencias de otros países que han logrado superar estas primeras etapas de la pandemia, es preciso realizar pruebas de detección, no sólo en pacientes sintomáticos, sino también de manera constante en algunas personas que sin presentar síntomas, puedan eventualmente portar el virus”, escriben los prelados mexicanos.
Y son claros al decir que omitir realizar el diagnóstico más profundo posible sobre la expansión de la epidemia en México, “no sólo es un error estratégico sino de orden moral: la transparencia en materia de información que afecte gravemente el bien común exige proceder de esta manera”.
Cuidar al personal sanitario
En el texto del documento –y ante las evidencias de que no se está llevando a cabo de manera correcta en México—subraya que el personal sanitario “tiene el pleno derecho de contar con la protección requerida para realizar su riesgoso trabajo en las condiciones más seguras posibles”.
El hecho de exigirle a médicos, enfermeros y cuidadores atender a personas contagiadas o con posible contagio sin dotarlos de todo el material necesario para su protección no es éticamente justificable.
“A nadie se le puede obligar a arriesgar su salud y eventualmente la vida sin la prudente protección. Así mismo, la atención de la salud mental del personal sanitario, es tan importante como su salud física, por lo que habrá que ofrecerles ayuda profesional en el momento que lo requieran”, sigue diciendo el importante documento sobre consideraciones bióeticas esenciales de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
La edad no es un criterio
Un apartado muy importante del documento es sobre el racionamiento de los recursos limitados, que no están disponibles para todos al mismo tiempo; por lo que se debe “procurar la utilización de los tratamientos de la mejor manera posible en función de las necesidades del paciente”.
Estos recursos deben considerar la gravedad de la enfermedad del paciente y de su necesidad de tratamiento, así como la evaluación de los beneficios clínicos que el tratamiento puede lograr, en términos de pronóstico (nunca en términos de seguridad de alivio o de muerte: esa no existe en ningún lugar de la medicina en el mundo). Los obispos mexicanos argumentan con claridad que la edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia los ancianos y los más frágiles.
“Además, afirman los prelados mexicanos en su documento, es necesario formular criterios que sean, en la medida de lo posible, compartidos y argumentados, para evitar la arbitrariedad o la improvisación en situaciones de emergencia, como nos ha enseñado la medicina de catástrofes”.
Ni abandono ni eutanasia disfrazada
En opinión de los obispos mexicanos es “inadmisible el abandono de pacientes o la negación del tratamiento médico correspondiente bien sea curativo o paliativo”. Aducen los prelados al artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el cual se reconoce el derecho universal a la protección de la salud.
También señalan que es importante evitar toda acción que de manera explícita o encubierta pudiera ser de tipo eutanásico o conllevar ensañamiento terapéutico. “Las decisión prudente de los médicos y una comprensión integral de los cuidados paliativos son esenciales a este respecto”.
Finalmente, recuerdan que las comisiones y comités de bioética, y los organismos responsables de la emisión de guías orientativas para establecer los mejores cursos de acción clínica deben estar siempre integrados de manera realmente plural, “con personal adecuadamente calificado, respondiendo a la dignidad inalienable de la persona humana y jamás colocando criterios superiores a este valor para la toma de decisiones biomédicas, para la selección del tipo de atención médica requerida, para privilegiar a un cierto tipo de seres humanos sobre otros”.