¿Te atreves a participar en esta iniciativa?
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San Agustín enseña en su Enchiridion que “Dios omnipotente, siendo sumamente bueno, no permitiría en modo alguno que existiese algún mal en sus criaturas si no fuera de tal modo bueno y poderoso como para sacar bien del mal.”
Esto no significa que Dios utilice el mal como instrumento para el bien, pues en ese caso habría que considerar a Dios como la causa de dicho mal y al mal como parte del plan de Dios. Lo que la frase agustiniana expresa no es que Dios permite el mal para sacar de él un bien, sino que Dios no lo permitiría si no fuese capaz de vencerlo con un bien mayor, que no es lo mismo. El mal no es condición para el bien, lo cual no quita que sea ocasión para él. Y un tipo de ocasión muy particular, ya que “induce” a Dios a obrar por contraposición, reparadora y sobreabundantemente, en lucha contra aquello en lo que el mal consiste.
No sólo eso, sino que además, nosotros estamos llamados a participar en dicha lucha, a ser instrumentos de la Providencia divina, ya sea mediante una batalla activa, ya sea mediante la resistencia, que nunca es meramente pasiva, por cierto.
El mal que aqueja al mundo en nuestros días debido a la pandemia es también ocasión para que nosotros nos sumemos a participar en la lucha de Dios contra ella. Cada uno sabrá desde qué lugar le toca: obrando activamente en las primeras líneas de batalla, resistiendo en cuarentena en nuestros hogares, velando por la salud propia y de los demás de diversas formas… Hay de todo en la viña del Señor. Pero existe una manera en la que podemos coincidir todos, si queremos, desde cualquier lugar y en cualquier momento: a través de la oración. Para aquellos que hace largos días nos encontramos recluidos en casa, las circunstancias nos brindan una particular posibilidad de recobrar una actitud de recogimiento, otrora frecuentemente obstaculizada por la vorágine cotidiana habitual, y profundizar en nuestras plegarias.
Ahora bien, para quienes no quieran desaprovechar esta posibilidad y, además de querer unirse al mundo y su clamor mediante la oración, tienen el talento para hacerlo a través del canto, se ha presentado una nueva oportunidad, abierta a todos los cantantes.
Como es sabido, numerosas iniciativas musicales han surgido las últimas semanas, recopilando grabaciones particulares de cada músico en su hogar para dar lugar, mediante la edición, a obras conjuntas. Las hay desde las puramente seculares hasta otras de contenido explícitamente religioso. Dentro de estas últimas difundimos la reciente iniciativa que la gente de la Fundación Canto Católico ha presentado en su página web y en youtube.
Muchos conocerán los proyectos de la fundación, dedicada a “proclamar el Evangelio de Cristo y su Iglesia a los fieles y hombres de buena voluntad mediante el rescate, renovación y fomento de la música católica”, tarea que llevan a cabo con nivel de excelencia. En esta oportunidad han difundido en las últimas horas su proyecto de grabar un Salve Regina multitudinario a escala global, para pedir a la Virgen María por su intercesión y protección ante el flagelo de la pandemia.
Los organizadores han puesto a disposición las partituras correspondientes a cada registro vocal, así como también un video para cada una de ellas con la dirección coral y la pista de cada voz, a fin de que todos los que quieran sumarse al proyecto y sepan hacerlo, puedan grabarse en sus casas y ser partícipes de esta hermosa iniciativa.
El sentido de este proyecto, así como también las indicaciones específicas para quienes quieran y puedan participar están explicadas en los siguientes videos:
En la página de la fundación https://www.cantocatolico.org/salve o en su canal de youtube también se encuentran ya a disposición los mencionados videos y pistas por registro vocal. Seguramente serán muchos los que formarán parte de la iniciativa, así como son muchos los que, ante la evidencia del mal, han decidido sumarse a las filas de Nuestro Salvador para luchar contra él en las diversas formas que en cada caso sean posibles. Una de ellas, como se ha dicho, es la oración.
Y, como también decía San Agustín, “aquel que canta alabanzas, no solo alaba, sino que también alaba con alegría; aquel que canta alabanzas, no solo canta, sino que también ama a quien le canta. En la alabanza hay una proclamación de reconocimiento, en la canción del amante hay amor.”