Imperdibles imágenes del primer Vía Crucis de la historia realizado sin fieles debido a la pandemia del coronavirus El papa Francisco presidió este Viernes Santo en la noche, 10 de abril de 2020, el Vía Crucis en el Sagrado de frente a la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Este año el rito que recuerda la Pasión de Jesús por primera vez en la historia se realizó sin la presencia de los fieles y grandes procesiones debido a la expansión de la pandemia del coronavirus.
Al final de la ceremonia, Francisco guardó silencio de frente al Crucifijo de Madera, que lució casi en penumbra, y que rememoró la muerte del Hijo de Dios injustamente maltratado, escupido, vilipendiado.
Quizás así comunicó su aflicción y su Pasión personal por el duro momento que atraviesa la humanidad. La Basílica de San Pedro a sus espaldas. La Plaza lució casi fantasmal. Un canto piadoso retumbaba con una polifonía vocal inigualable colada por la columnata del Bernini.
La Plaza de San Pedro iluminada apenas y el Obelisco rodeado por velas; fueron el escenario de este inédito Via Crucis en medio de la emergencia del Covid-19 que ha golpeado a 1,6 millones de pacientes en el mundo. Más de 100.000 personas han fallecido desde el inicio del brote.
El Vía Crucis fue transmitido por radio, televisión e internet, mientras media población mundial se encuentra confinada, esperando en casa tiempos mejores y no temer salir a la calle sin contraer el virus, que parece a una pulmonía implacable.
Se trató de un histórico Vía Crucis, realizado sin multitud y en una desierta Plaza de San Pedro para mantener viva la memoria de las catorce estaciones que recuerdan la Muerte del Señor.
Debido a la pandemia, los cristianos ya no dieron la vuelta al Coliseo para luego entrar en procesión. Es la primera vez en más de medio siglo que el Vía Crucis no se se realizó en el Coliseo de Roma. En 1870, el rito se ha dejado de realizar y en 1929 se volvió a poner la cruz al lado de la arena.
Juan XXIII volvió a celebrar el Via Crucis en el anfiteatro en 1959. Pero no lo repitió más. Sucesivamente, Pablo VI en 1964 volvió a realizar la ceremonia en el Coliseo durante el Viernes Santo. Así, sucesivamente Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Sin embargo, papa Bergoglio cambió escenario, pero con el mismo sentimiento de sus predecesores ha invitado al Pueblo de Dios a ir al encuentro de la Pascua y de la esperanza que vence toda peste, mal y muerte. En cada Estación, el Papa animó con su voz cansada y meditada a Celebrar la Pasión de Cristo.
Los textos de las meditaciones y oraciones fueron confiadas por el Papa a la Capellanía de la Casa de Reclusión “Due Palazzi” de Padua, Italia.
Una de las estaciones del Via Crucis con el papa Francisco contenía la meditación de un sacerdote injustamente acusado y absuelto después de 8 años de calvario judicial. Su testimonio ha sido impactante.
Las meditaciones conmovieron a los oyentes por ser la voz de cinco personas encarceladas, una familia víctima de un crimen de asesinato, la hija de un hombre condenado a cadena perpetua, un educador de la prisión, un magistrado de la libertad condicional, la madre de un detenido, un catequista, un fraile voluntario, entre otros.
El camino demarcado en la Plaza de San Pedro hasta llegar a la Cruz de San Marcello, el Crucifijo de madera que salvó Roma de la peste de 1600, fue realizado por dos grupos de cinco personas: el primero conformado por fieles de la Casa de Reclusión “Due Palazzi” en Padua, Italia y, el segundo, por médicos y enfermeros de la Dirección de Salud e Higiene del Vaticano.
La minimalista procesión comenzó cerca del obelisco, lo rodearon durante ocho estaciones y luego procedieron hacia al interno del círculo de velas, siguiendo cada estación, como pisando el cuadrante de un reloj que contaba regresivamente la Pasión del Señor; el sacrificio de un inocente hasta proceder a las sucesivas 4 estaciones.
En ese cuadrante se colocó el Crucifijo de San Marcello, de cara al papa Francisco, todo el itinerario estuvo marcado por antorchas que casi parecían una ceremonia fúnebre por los pobres y sin techo muertos por Covid-19 en New York que fueron enterrados en cajones de madera, sin parientes que les reclamaran o quien les llorará y depuestos en una especie de fosa común, sin flores o rezos. Una fotografía que retrata los nuevos crucificados en esta emergencia y los Poncio Pilato de turno.
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