El obispo Getafe, una de las diócesis española más afectada por el coronavirus, ofrece esperanza y claves para sobrellevar todo este dolor
Hay lugares donde la pandemia del coronavirus está golpeando con más fuerza. Es el caso en España de la diócesis de Getafe.
Se trata de una pequeña diócesis de Madrid donde en algunas de sus ciudades y pueblos, como Valdemoro, muchos ancianos y sacerdotes están sufriendo una muy dura situación.
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Monseñor Ginés García Beltrán obispo de Getafe mostró, este fin de semana, en El Espejo de COPE cómo lo está viviendo. El sufrimiento de sus sacerdotes y de las parroquias: “muchos de los colaboradores más inmediatos de la parroquia han muerto o están muriendo”.
También la esperanza con la que intenta ver estos momentos: “La gran lección es que Dios no lo ha creado, porque Dios no crea el mal, nunca crea el mal, pero Dios siempre está ahí para ayudar, para sacar adelante, para crear esperanza”.
¿Cómo se encuentra?
Con preocupación, como lo estamos viviendo todos. Lo que pasa es que en medio de la preocupación quiero que siempre haya esperanza y estoy intentando transmitir esa esperanza en medio de este desastre que ha supuesto el coronavirus, que nos ha dejado fuera de juego.
¿Cómo un bichito tan pequeño que sólo se ve en el microscopio nos puede haber roto toda nuestra vida que pensábamos que era tan perfecta y tan potente?
¿Cómo lo están viviendo sus sacerdotes?
Bueno… los que están en el hospital están todos en franca mejoría. Poquito a poco porque la recuperación es lenta y va creciendo el número de los sacerdotes que se quedan en casa, con los síntomas del coronavirus.
Están siendo seguidos por los sanitarios a través del teléfono. Les dicen que estén en casa, que no se muevan y que sigan los consejos que se le da. Algunos con fiebres muy altas. Tenemos una docena de sacerdotes en esa situación.
¿Por qué suceden estas cosas? ¿Porqué permite Dios esta pandemia?
Hay males que son males morales que los provoca el hombre. Hay otros males que podríamos decir pasivos, que no los provoca el hombre en su libertad, sino que vienen de la naturaleza o que vienen indirectamente del hombre con un mundo que hemos creado de espaldas a la naturaleza.
Está claro que Dios no provoca estas cosas, pero Dios sí que está en estas cosas.
La gran lección es que Dios no lo ha creado, porque Dios no crea el mal, nunca crea el mal, pero Dios siempre está ahí para ayudar, para sacar adelante, para crear esperanza.
Necesitamos esperanza. Este domingo fue el Evangelio de la Curación del Ciego. Veremos…¿verdad? Todo pasará…
Sí, sí. Cuando estaba leyendo el Evangelio y celebraba la Misa… la pregunta de los discípulos: ¿Quién pecó? ¿Pecó él o pecaron sus padres? La respuesta de Jesús es que ni pecó él, ni pecaron sus padres. Esto se hizo para la gloria de Dios.
Yo creo que aquí está el origen y la causa de la esperanza. Ahora será fácil decir ¿y por qué esto? ¿y quién tiene la culpa? Momentos habrá de saber si lo hemos hecho bien o mal.
Ahora tenemos que ver que todo esto será por algo y tenemos que sacar lo mejor de todo esto. Esto creará nuestra esperanza.
En medio de tanto dolor… en Valdemoro donde ponemos rostros a los que mueren, en concreto en la parroquia de la Asunción de Valdemoro, muchos de los colaboradores más inmediatos de la parroquia han muerto o están muriendo.
En medio de tanto dolor en la Comunidad de Madrid encontramos muchas historias de santidad que algún día tendremos que escribirlas.
Algún día sacaremos estas historias de santidad que se generan en estos momentos tan difíciles.
¿Algún consejo práctico para la salud espiritual? Además de quedarnos en casa… ¿qué podemos hacer?
Se han despertado unas iniciativas pastorales, una creatividad pastoral preciosa. En casa, desde el punto de vista espiritual, podemos hacer tantas cosas…
Por ejemplo unirnos a la Eucaristía en tantos medios en los que ahora están transmitiéndola. Buscar momentos de oración. El rosario que es un arma tan preciosa, porque la Virgen es poderosa. El tener momentos para pensar, para pensar en mi vida, en lo que nos pide Dios…
Esta mañana recibía un Whatsapp de una familia, que me decía: “Aquí estamos en casa los niños y nosotros. Ahora tenemos Misa y catequesis”. Qué bonito, ¿no? Decir… No hay catequesis en la parroquia. Hay misa, aunque no podemos ir. Esta familia ha decidido escuchar la misa de la parroquia y tener la catequesis con los niños. ¡Qué bonito!
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