Una asombrosa respuesta cargada de fe en tiempos del coronavirus, América Latina y otros dramas que resultan bastante invisibles todavía Se llama Lucía y tiene 82 años. Es una mujer peruana –y así como millones de habitantes que tiene América Latina- también tiene que lidiar con todo lo que está generando la pandemia del coronavirus (covid-19).
Pero el caso de Lucía no solo llama la atención por el hecho de integrar lo que mundialmente se ha dado a conocer como “grupos de riesgo”, sino por representar de alguna manera una situación que por ahora forma parte de los dramas colaterales que tiene la pandemia: el tema de los empleos informales y lo que muchos tienen que hacer para ganarse el pan de todos los días.
Efectivamente, en tiempos de cuarentenas (en algunos países ya obligatorias), muchas deben lidiar con una situación que está muy lejos de poder tener como opción la del teletrabajo.
“No tengo pensión, no tengo seguro. Tengo que venir desde temprano. ¿De qué voy a comer? Vengo a vender a las 5:00 a.m., me dejan vender”, expresó Lucía a Perú 21, medio que recoge su historia por estas horas.
Lucía, a sus 82 años, debe vender golosinas en la Estación Naranjal de Lima, sitio que se ha visto también sacudido en cuanto aglomeraciones en los últimos días a raíz de la disposición del gobierno de la inmovilización social, recuerdan medios como Diario Correo.
A todo esto, Lucía también confiesa que ella está a cargo de su esposo: “Mi esposo está inválido, ya está quince años enfermo”.
Sin embargo, a pesar de lo difícil de la situación personal de Lucía, la siguiente respuesta a la televisión local no dejó de ser menos sorprendente:
“Dios es grande, poderoso. Yo sé que no me va a dar esta enfermedad. Él sabe todo. Él sabe si tengo o no tengo. Él es mi única compañía. Yo salgo a las cuatro de la mañana de Ermitaño para llegar acá”.
En tanto, la Policía le ha brindado a Lucía mascarillas y guante para que pueda de momento seguir vendiendo en la calle con un poco más de protección. En Perú, hasta ahora, el coronavirus ha dejado seis fallecidos y más de 300 casos confirmados desde su llegada el 5 de marzo.
¿Quédate en casa?
El llamado que sacude a las redes sociales de parte de las autoridades del mundo y otros famosos. No obstante, para millones de personas en América Latina este mensaje representa directamente quedarse sin trabajo y sin el sustento diario.
Es que de alguna manera el tema de la informalidad laboral, sumado a la pobreza y otras vulnerabilidades resulta a esta hora parte del otro drama también invisible con consecuencias también insospechadas.
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Pongamos en nuestro corazón también el caso de Lucía (¡mujer de hierro en cuanto a su fe!), así como el de tantos que tienen que padecer en este momento situaciones parecidas.
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