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Barrio Egipto, la más antigua celebración de los reyes magos en Colombia

LA CANDELARIA
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Lucía Chamat - Aleteia Colombia - publicado el 08/01/20
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Desde hace 105 años los Reyes Magos llegan cada 6 de enero a la parroquia Nuestra Señora de Egipto, en el centro de Bogotá

Algunos vecinos del barrio Egipto afirman que es la fiesta más antigua de Bogotá porque se ha celebrado sin interrupciones desde hace 105 años para conmemorar la Epifanía del Señor. Desde entonces, Melchor, Gaspar y Baltazar llegan a honrar al Niño Jesús, en medio de una gran celebración que se ha ido fortaleciendo y transformando con el pasar del tiempo.

“Inicialmente se llamó Nuestra Señora del Destierro y Huida a Egipto y luego pasó a ser la Fiesta de Reyes. Empezó como una fiesta patronal desde que era una ermita, a la que acudían los devotos de la Virgen María, bajo la advocación de la Virgen del Destierro a Egipto, a rezar su novena”, cuenta el sacerdote Víctor Hugo Claros, párroco del lugar.

Los documentos históricos registran que las fiestas se remontan al siglo XVIII, cuando con una representación teatral se rememoraba la Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús. Se dice que a su vez esta era una costumbre española de la época medieval, en la que el fervor religioso también se manifestaba a través de montajes teatrales sobre la vida de Jesús.

Actualmente, el acto central de la celebración sigue siendo la recreación de este pasaje bíblico, a cargo de habitantes del barrio que hacen de actores voluntarios y congregan a cientos de personas, en este sector ubicado al pie de los cerros orientales de la capital colombiana.

Así fue este año:

Las fiestas recibieron gran impulso hacia 1882 cuando el entonces arzobispo de Bogotá erigió la parroquia que tendría como patrona mayor a la Santísima Virgen y como patrona menor a Santa Orosia. Hoy siguen teniendo importancia religiosa pero esta se ha mezclado con el componente artístico, gastronómico y recreativo hasta el punto de que las celebraciones fueron declaradas patrimonio cultural de Bogotá en el año 2005.

Entre lo religioso y lo profano

En otros tiempos los reyes magos llegaban montados a caballo y se hacía una quema simbólica de Herodes, incluso hubo una época en que iban en procesión hasta un instituto para niños enfermos y les entregaban regalos. “Hoy eso no se hace pero se conserva un auto sacramental a cargo de niños de la parroquia. Esta es la representación más fidedigna de la celebración, es el reconocimiento de los reyes magos que llegan a Belén”, explica el padre Claros.

Este año se celebró una segunda eucaristía tanto el domingo 5 de enero como el lunes 6 y los feligreses asistieron masivamente, como asegura el párroco: ““El aforo del templo son 500 personas pero el pasado fin de semana estuvo abarrotado, calculo que había unos 700 feligreses tanto en la eucaristía que celebró el cardenal de Bogotá, Rubén Salazar, como en las otras misas. Eso demuestra que la gente no solo viene a tomar chicha y comer fritanga, el fervor religioso permanece”.

Es que la conmemoración de la Epifanía en el barrio Egipto se ha transformado en toda una fiesta popular en la que se pueden apreciar y disfrutar de antiguas tradiciones bogotanas, como las comidas típicas de la ciudad. Son muchas las familias que preparan y venden la tradicional chicha (bebida fermentada a base de maíz), así como los típicos tamales, el ajiaco, el chocolate caliente y la fritanga.

También se organizan competencias de deportes autóctonos como tejo, yoyo, rana, trompo, encostalados y vara de premios en la que los más ágiles logran subir por un tubo engrasado y hacerse a los regalos de la parte más alta. Todo esto, complementado con variadas presentaciones musicales, es lo que se considera “una caja de la memoria nacional y un espejo de las tradiciones culturales de la capital”, como dice el decreto que catalogó esta Fiesta de Reyes como patrimonio cultural.

De pobre para pobres

Cuenta el párroco que la iglesia nació como una ermita de los pobre para los pobres:  Fray Jerónimo de Guevara pidió permiso para levantar una ermita de manera que los pobres que no tenían vestido ni calzado apropiado para asistir a la Catedral, es decir los indígenas y campesinos, pudieran participar de las celebraciones religiosas. Él mismo donó el terreno y la puso bajo el amparo de Nuestra Señora de la Huida y el Destierro, porque desde esa época los indígenas eran los más vulnerables de la sociedad y las condiciones de María y José eran iguales cuando debieron huir de Herodes”.

El templo está ubicado en el barrio de La Candelaria, al pie de los santuarios de Monserrate y Guadalupe y muy cerca del santuario Nuestra Señora de La Peña, los cuales congregan semanalmente a miles de católicos. La nave de la antigua ermita que aún permanece y fue testigo de las guerras de independencia y de varios fusilamientos, está en ruina total, lo único que se puede ver es el coro.

“Lamentablemente la situación del templo es igualmente preocupante porque nos entra el agua a raudales y el techo se nos está cayendo”, cuenta con preocupación el sacerdote Víctor Claros. Lo más lamentable es que en el techo tiene valiosas pinturas murales que representan un gran patrimonio artístico y estas se están perdiendo a consecuencia de la lluvia. Esas obras de arte plasman la vida de la Virgen María: la Anunciación, los Desposorios, el Nacimiento del Niño, la Huida a Egipto y la Coronación, entre otros pasajes.

“Cuatro siglos después, la iglesia de Nuestra Señora del Destierro sigue siendo una iglesia muy pobre y necesitamos de muchos corazones generosos para poder conservar esta joya colonial”, asegura con esperanza el párroco del barrio Egipto de Bogotá.

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