Un politólogo ha descubierto una tendencia inquietante, pero es en la Iglesia donde los pobres pueden aprender a salir de la pobreza“Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”, dijo el papa Francisco poco después de su elección en 2013. Sin embargo, si fueran precisos los recientes descubrimientos del politólogo Ryan P. Burge, quizás no hubiera muchas personas pobres en la bancada.
Burge, que también es profesor en la Eastern Illinois University y cuya investigación se publica en el sitio web Religion in Public, escribió en Christianity Today que los pobres de Estados Unidos están abandonando la Iglesia “en masa”.
Esto, afirmó el politólogo, es una lástima, porque las iglesias (de cualquier denominación) son los mismísimos lugares que pueden ofrecer las “redes sociales y el capital social” que pueden ayudar a los pobres a encontrar maneras de salir de la pobreza.
Burge recurrió a cuatro niveles de renta de la encuesta social General Social Survey (GSS) y calculó el porcentaje de personas en cada uno que afirmó que nunca asistía a los servicios religiosos. “El cambio durante los últimos 46 años ha sido impactante”, escribe el experto.
Los pobres ya no van a la Iglesia
En la década de 1970, la diferencia en la asistencia a la iglesia entre los cuatro niveles de renta era relativamente pequeña (de en torno al 5 %). La brecha se ha agrandado significativamente durante las últimas cuatro décadas, con un pico notable en los últimos años. En 2018, un cuarto de entre los estadounidenses más pudientes declaró no asistir nunca a los servicios, mientras que el porcentaje en el nivel de renta más bajo que nunca ponía el pie en la iglesia era de más del 35 %. Básicamente, la brecha de desigualdad en la asistencia se ha doblado en la actualidad.
Pero no se trata solo de la Iglesia, admite Burge. “Los estadounidenses en el tramo de ingresos más bajo informa estar cada vez más aislado de sus propias comunidades en general”, escribe. Sin embargo, en líneas generales, las personas que tienen una vida social menos activa son más propensas a nunca asistir al servicio de culto.
“Consideremos lo siguiente –afirma Burge–. El 40 % de los individuos que están en el cuartil más bajo del espectro de renta y participa de pocas actividades sociales nunca asiste a la iglesia. Es dos veces el porcentaje de quienes están en el nivel de renta más alto y que tienen una vida social activa”.
Las Iglesias están para ayudar
Y aun así, las iglesias pueden ayudar a las personas a adquirir habilidades útiles en el mundo funcional. “Con frecuencia, se pide a las personas que organicen un evento, lideren un grupo pequeño, ayuden a desarrollar un presupuesto o a organizar un acto solidario”, señala Burge.
“Las iglesias amplían las redes sociales, enseñan destrezas y fomentan la implicación en la comunidad, cosas que pueden ser de gran valor en el mundo laboral”.
Así pues, este podría ser otro motivo para que la Iglesia, como ha instado el papa Francisco, se anime a “salir a las periferias de la vida y anunciar el Evangelio”.