Huyeron de la guerra civil en Sudán del Sur y viven como refugiados en Uganda. Allí el descubrimiento del amor de Dios les ha devuelto la esperanza.
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Hay heridas de guerra que no provocan sangre pero causan un dolor mayor. Cada “niño soldado” guarda en su interior la memoria de un infierno vivido en primera persona. Son utilizados como fuerza combatiente, como escudos humanos, como marionetas drogadas y alcoholizadas para cometer los crímenes más horrendos. No pudieron decir que no porque nadie les dejó escoger.
En Sudán del Sur, la guerra civil azota a la población desde 2013. Desde 2017, este país encabeza la lista del Índice de Estados Fallidos en el mundo. Ocupa ese lugar porque el descontrol es absoluto, no llegan los alimentos de primera necesidad a sus habitantes y la violencia crece por momentos.
Dos millones de personas decidieron huir de su país hacia el sur y ahora viven como refugiados en Uganda. Han perdido a sus familiares y han renunciado a sus casas y sus tierras, pero quieren seguir con vida. Uno de ellos es Santos.
“Nunca hemos conocido la paz”
“Muchos de nosotros -afirma- nunca hemos conocido la paz. Nos llaman ‘la generación perdida’“. Él es testimonio de cómo muchas personas, en esta situación, “caen en la desesperanza y la pérdida del sentido de la vida”.
Pero Santos es testimonio de que, en medio de tanta desgracia, miles de “niños soldado” huyeron y han encontrado en Sudán del Sur la tabla de salvación. Allí ya no tienen que matar, pero la memoria de lo que han vivido les persigue. “No es solo una tarea que consiste en darles alimento. Es -afirma Santos- reintroducirlos en una vida normal“. Qué maravilloso poder llevar una vida normal cuando uno ha conocido el horror.
Un gran motivo de esperanza en sus vidas
¿Cuál es la fórmula para que un niño soldado recupere la dignidad y la esperanza? “Esto solo es posible llevando a Jesús a sus vidas“, dice Santos. Lo ve a diario en esos muchachos que han descubierto la misericordia y el amor de Dios.
“Damos catecismo y distribuimos la Eucaristía“, explica. Y poco a poco, los jóvenes recuperan la alegría y piensan en el futuro. Sus heridas interiores sanan.
La Iglesia es quien hace posible este servicio
Esta labor de atención a los “niños soldado” y a los 300.000 refugiados que viven en el asentamiento donde trabaja Santos, está coordinada por el Emmaus Centre, que fue instalado a 50 kilómetros de la capital, Kampala, por Ayuda a la Iglesia Necesitada, también conocida como Ayuda a la Iglesia que Sufre (conocida internacionalmente como ACN).
Un Regalo de Fe
Este servicio es posible gracias a muchas personas que colaboran económicamente desde los cinco continentes. Esta Navidad lo hacen con un Regalo de Fe, que consiste en transformar un regalo material en un donativo. Es sencillo y puede hacerse en nombre propio o de otra persona.
Con la pequeña contribución de muchos, podemos ayudar a la regeneración de los “niños soldado” y de tantas personas que sufren en el mundo. Tal vez físicamente no podamos desplazarnos hasta allí, pero podemos hacer que la Iglesia lleve a Jesús hasta los territorios más abandonados. Que también para ellos llegue la mejor noticia del año: el nacimiento de Dios en nuestros corazones.
Puedes hacer tu “Regalo de fe” en esta Navidad ofreciendo tu donativo a ACN:
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Desde México: https://bit.ly/2OyI93V
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Desde Estados Unidos: https://bit.ly/2q7I0eg
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Desde Colombia: https://bit.ly/2rAKG4q
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Desde otros países: https://bit.ly/33wWB0j