Dicen que son fruto de la imaginación. Estas son sus tesis…
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¿Cuáles son las teorías de quienes piensan que los fenómenos de los estigmas no son fruto de una experiencia mística? Responde a este interesante tema en “Le anime vittima – I veggenti stigmatizzati” (edizioni Ancilla) el sacerdote italiano Marcello Stanzione.
El autor primero reúne las teorías de importantes psicólogos, psiquiatras y neurólogos en relación con los estigmas, y después explica por qué, a su entender, este racionalismo suyo no es creíble.
La teoría de Agostino Gemelli
Las modernas teorías etiológicas han indagado el fenómeno de la estigmatización para indicar la causa de la enfermedad y el mecanismo por el que esta opera, con esta finalidad: combatir el fanatismo religioso. Así, el deseo desordenado de algunos ascetas por el sufrimiento o la manía religiosa de querer herirse, han constituido un motivo de explicación del fenómeno de los estigmas.
A tal teoría se aferraba el conocido médico y sacerdote Agostino Gemelli, según el cual el único verdadero estigmatizado fue san Francisco de Asís. Esta afirmación fue causa de disensiones por parte de otros expertos en la materia, que consideraban que esta valoración no era “ni exacta ni prudente”.
La neurosis histérica según Charcot
Otra teoría es la de la neurosis histérica. Según el famoso médico francés Jean-Martin Charcot, los milagros, los éxtasis, las visiones y los estigmas eran causados por factores histéricos o patológicos. La objeción a esta tesis es que la sugestión nunca ha producido estigmas.
Posteriormente, Joseph Babinski reconocía que faltaba la demostración de la existencia de una relación entre histeria y trastornos cutáneos y, si se descubriera su existencia, podía depender o de la simulación o de una afección orgánica diagnosticada con retraso.
El neurólogo francés Jean Lhermitte consideraba que los estigmas eran un fenómeno que se comprobaba en los histéricos a causa de un desequilibrio vascular o de una hemopatía.
Manifestación patológica
Según las teorías psicológicas, los estigmas representarían una exteriorización de una representación mental, que tuviera una fuerza tal que se pudiera objetivar en una manifestación patológica. Y la Pasión de Cristo místicamente vivida e interiorizada parece reunir estas características, según los que sostienen esta teoría.
Somatización de estrés psicológico
Incluso algunos expertos, Jules Tinel en particular, intentaron reconstruir un nexo fisiopatológico, que vinculara el fenómeno psíquico al evento patológico. En otras palabras, se trataría de un fenómeno de somatización de un estrés psicológico muy intenso, como el éxtasis místico, en el ámbito de un mecanismo similar al que se ha verificado en otras patologías (como la hipertensión y la úlcera péptica patológica) en cuya génesis se reconoce la intervención de algún tipo de estrés ambiental.
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La principal objeción a esta teoría la representa el hecho de que, mientras las manifestaciones orgánicas del estrés psicológico en el caso de las patologías mencionadas (úlcera e hipertensión) son absolutamente inespecíficas y no indicativas del sustrato psico-emotivo que las ha provocado, los estigmas son una manifestación orgánica que remite a una condición psicológica bien clara: el éxtasis místico.
Los “viernes” de Maury
Es muy conocida la postura adoptada por el doctor Antoine Imbert-Gourbeyre, que en su obra Les Stigmatisées recoge el pensamiento del racionalista Alfred Maury. Este, al examinar a los místicos estigmatizados, se expresa con gran orgullo y desprecio y los define como neurolábiles sujetos a hiperemotividad; para él, los estigmas representan el síntoma somático de una condición psíquica.
En opinión de este autor, su convicción se vería confirmada por el hecho de que los estigmas aparezcan más frecuentemente en los sujetos femeninos, de por sí más predispuestos a manifestaciones neuróticas.
Los raptos en éxtasis son provocados por lecturas, por conversaciones, por el ejemplo de la vida de los santos, por la contemplación religiosa y, allí donde el elemento moral predomina sobre el físico, las escenas dolorosas de la Pasión de Cristo pueden causar fenómenos congestivos de carácter ocasional o agudo, localizados en las manos, en los pies o en el costado.
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Así que Maury es de la opinión que la producción de este brote de sangre de los vasos sanguíneos, dado que proviene de personas afectadas por graves trastornos de enervación, de hipocondría o histeria, está destinada a repetirse cada viernes, cuando el místico concentra voluntariamente su atención en las escenas de la Pasión.
El autor no deja de observar que sólo a la Iglesia le corresponde expresarse de forma autorizada en materia de hechos sobrenaturales.
El haber reconocido solo un número muy limitado de casos, tras exigir pruebas seguras: moralidad del sujeto y frutos evangélicos (cfr. Mt 7, 16), libera a la Iglesia de cualquier acusación de parcialidad.
Los puntos débiles de estas teorías
Por contra, el análisis racional, al focalizar su atención en la imaginación, no es fiable, pues no hay constancia alguna de que alguien pueda provocarse llagas a placer.
Es más, ninguno de los psicólogos citados ha intentado alguna vez concentrar su psique (o la de alguien a modo de experimento) para producir una manifestación de estigmas y demostrar así la validez de su teoría.
Ante esta teoría de la imaginación hay una serie de objeciones:
– ausencia de místicos estigmatizados en los primeros siglos de la Iglesia, a pesar de que los primeros cristianos tenían una fe ardiente y un gran número de mártires;
– ausencia de sujetos místicos estigmatizados durante el periodo de exaltación religiosa del año mil y entre los flagelantes medievales;
– ausencia, entre los soldados en el frente en ambas guerras mundiales, de heridas producidas por una imaginación paroxística o por un deseo de que no cicatrizaran las heridas con tal de no volver al campo de batalla;
– ausencia de sujetos místicos estigmatizados entre los protestantes, a pesar de que creen en Cristo.
Además, contra la teoría racionalista está el hecho de que la crítica histórica ha comprobado que los sujetos estigmatizados se mostraban sorprendidos, asustados por tal prodigioso evento, y rogaban a Dios que los liberara no del dolor, sino de que fueran visibles a los demás.