Estos principios del cortejo tradicional nos darán una mayor confianza en las relaciones y sabiduría para vivir un amor auténtico y duradero
Antes era evidente el hecho de que las citas tenían un propósito claro. La gente no exponía su corazón por diversión, sino que lo hacía para discernir con una mente clara y un corazón puro con quien compartiría su vida. Esta forma tradicional de citas es lo que se conoce como cortejo.
Antes de pasar por lo duro, que es una ruptura causada por una relación sin sentido o que no va hacia ninguna parte, es bueno tomar algo de sabiduría del pasado. No se trata de arreglar un matrimonio o robar la libertad, sino de recoger lo que nos conviene del romance tradicional para ayudarnos a encontrar el amor que merecemos.
Ser prudente sobre el momento y el propósito de la relación
El propósito de las citas ha sido siempre discernir el matrimonio. Con esto en mente, las relaciones deberían ser algo que a temprana edad deberían ir construyéndose muy lentamente. Muchas relaciones, motivadas por necesidades emocionales o físicas, son demasiado apresuradas.
Este tipo de relaciones carecen de una base sólida y de claridad de propósito como los “amigos con beneficios”, (“con derecho a roce”), una especie de gratificación a expensas del otro que nunca puede llevar a un amor auténtico.
Tampoco lo es cuando las parejas se comprometen tan rápido que apenas saben con quién se han comprometido o por qué motivo. A medida que pasa el tiempo las fallas salen a la superficie y la relación se vuelve difícil.
El verdadero amor requiere vulnerabilidad, por lo que es importante no regalar el corazón. Podemos tomar el amor más en serio: no es bueno hacer un compromiso romántico serio con una persona con la que no podemos vernos compartiendo una vida a largo plazo.
Buscar consejo en quienes más nos aman
El cortejo invita a las parejas a tener la humildad de buscar el consejo de quienes nos aman. En el pasado si un hombre deseaba disfrutar de la compañía de una mujer lo hacía en presencia de su familia, con la intención de que tal vez le pidiera la mano en matrimonio.
Poco a poco, este enfoque se fue perdiendo y del contexto familiar se pasó a uno más privado. Con esta pérdida de conexión con la familia vino una pérdida de orientación. El problema es que cuando se pierde el sentido de dirección, uno no va hacia ninguna parte.
Aquellas personas que nos conocen, nos aman y en quienes podemos confiar como pueden ser nuestros padres, hermanos o buenos amigos pueden guiarnos al momento de tomar una decisión que al final es personal, pero que puede ayudarnos mucho compartirla.
Pasar tiempo con la familia y los amigos
El pasar tiempo con la familia ayuda a los enamorados a conocer la historia de las personas con las que pueden unirse algún día. Sea con algún tipo de servicio, deporte o reunión, este tiempo compartido ayudará a revelar la identidad y el carácter de la otra persona.
Es saludable que el tiempo de citas se viva también en público y no sea algo totalmente privado. Si los novios pasan cada hora caminando en secreto, mirándose a los ojos, nunca aprenderán la verdad completa el uno del otro.
Ser práctico con quién sales
Es importante usar un poco de sabiduría práctica con respecto a la edad. Salir con personas con las que se tiene una importante diferencia generacional no es lo que especialmente se recomienda. En un punto los intereses pueden volverse incompatibles, quemarse etapas con facilidad y no llegar a construir un proyecto común.
Antes las parejas también iniciaban su actividad sexual más tarde. Si bien esto no puede garantizar el amor, ciertamente nos prepara mejor y nos protege contra lo que puede ser falso. Para vivir un amor responsable, hay una madurez necesaria que debe acompañar a este tipo de comportamiento de entrega total.