¿Es mejor dirigir las actividades y juegos de los niños o dejar vía libre a su creatividad?
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1. Niños que siguen a la maestra
No está de moda hablar de autocontrol y de niños que son capaces de fijar su atención en el decurso de las clases en las grandes reflexiones pedagógicas.
Pensemos en niños entre 4 y 6 años: los maestros y las maestras de estas edades privadamente señalan que estos comportamientos son vitales.
Mucha pedagogía innovadora, dicho en sentido irónico, prefiere hablar de naturalidad, espontaneidad, creatividad y desarrollo de las propias competencias a partir de un niño que dirige su aprendizaje ante un maestro facilitador que a veces parece, no siempre, que debería quedarse al margen.
Estamos a favor de la creatividad pero a menudo ésta crece gracias a tareas exigentes y pautadas, a ejercicios repetitivos y de fina psicomotricidad, a quehaceres que exigen atención y toma de decisiones y ejecuciones acertadas.
Es muy bueno que el niño sea el centro del aprendizaje y que él mismo construya su conocimiento, pero también debe entenderse que el niño debe crecer en planos tan importantes como estar pendiente de lo que le dicen, y por supuesto entenderlo, y actuar en consecuencia.
Y actuar consecuentemente a menudo supone realizar una acción trazada por la maestra. Es decir: seguir a la maestra. O dicho más claramente: estar atento a la maestra para obedecerla.
Y obedecer, en el plano más positivo del término, es lo mismo que obedecerse, es decir, auto-controlarse dirigiendo la propia acción por convicción. Está claro que obedecer por miedo sin entender no es una forma de prosperar.
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2. Aulas más agitadas
En muchas aulas de finales de Educación Infantil e inicio de la Educación Primaria hay muchos niños que no escuchan, no entienden, y no son capaces de obedecer porque les cuesta controlar en algunas ocasiones sus impulsos.
No hablamos de los niños con un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Estos están casi atados a causa de su trastorno. Estamos hablando de niños que no presentan especiales dificultades.
Niños, hay que matizar, con atención intermitente, y que no obedecen pues no han aprendido a obedecer o simplemente porque no les da la gana.
A menudo en casa nadie les ha invitado a respetar las normas. Son niños de los que podríamos decir que están despistados y van, permítaseme la expresión coloquial, a su bola.
Luego están aquellos niños y niñas, en menor número, que están atentos, que miran a la maestra a los ojos, que manejan el lápiz con destreza, que están bien sentados, que levantan la mano para preguntar, que responden cuando se les requiere.
Ahí el sello de una familia activa es evidente. Son niños que pasan a la acción cuando la maestra les proyecta un ejercicio. Y, más allá de grandes pedagogías activas e innovadoras, estos niños atentos se esfuerzan en iniciar y resolver el ejercicio. Finalmente lo resuelven y lo puedan exponer en voz alta en el aula e incluso y explicárselo a sus compañeros.
3. Aulas con gran diversidad
Los maestros y las maestras señalan que en los últimos años aparecen más TDAH en las aulas, quizá dos o tres por aula, y también destacan que existen muchos niños despistados, distraídos, inatentos y algo torpes en la auto-regulación cuando la clase lo exige.
¿Estos niños distraídos pueden auto-regularse? Sí pueden hacerlo pero están poco entrenados. Sí lo pueden hacer pero les falta constancia, esfuerzo, atención ejecutiva y lógicamente no saben mandarse a sí mismos lo suficiente salvo que el estímulo sea muy poderoso. Por ejemplo una golosina. Pues ahí iremos: al Test de la Golosina.
Pero será más adelante. Estos niños son muy frecuentes en el aula. Pueden también encontrarse algún niño con TEA, con algún trastorno del espectro autista.
Pero este breve artículo no se puede detener en analizar las calves del TEA, ni de las claves del TDAH. Se ha escrito mucho y se considera que son temas neuro-genéticos. Vamos a olvidarnos de este asunto dado que es un tema muy serio e inabordable en estas líneas.
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4. Niños despiertos y niños distraídos: el Test de la Golosina
Pero sí podemos bosquejar algunas líneas de los niños distraídos y los niños despiertos. Los niños despiertos son avispados, escuchan y trabajan y se ríen a menudo pues captan los matices humorísticos de lo que la maestra explica.
Vayamos a los dos grupos, a grandes rasgos, predominantes: los a) despistados/distraídos y los b) despiertos/atentos.
Suelen ser más abundantes los niños distraídos. Aquí sí podemos ofrecer algunas características: los primeros son los que obedecen muy lentamente y los segundos obedecen porque consideran que es interesante aquello que la maestra o el maestro propone y saben que es la forma de aprender. Se auto-obedecen.
Si a los niños de esta gran mayoría los sometiéramos al Test de la Golosina, ¿qué sucedería?
Este test consiste en plantear un reto a niños y niñas de 4 años y descubrir cómo actúan. Se les ofrece una golosina (aquellas popularmente conocidas como una nube) y se les plantean que si no se la comen y esperan 15 minutos al final se les dará una segunda golosina igual que la primera como premio.
Los niños se quedan solos y la cámara recoge sus reacciones. Parece ser que en estos últimos años el tiempo se ha reducido mucho y ha pasado de 15 a un poco menos de 10 minutos.
En cualquier caso hay niños que no resisten la tentación y se comen la golosina nada más desaparecer el adulto que les ha instruido en el funcionamiento del test.
A estos niños se les explica bien el funcionamiento pero a veces no lo entienden, creo, pues no han reconocido que el truco, el premio, llega tras resistir.
Otros no dejan de mirar la golosina, incluso la lamen. Acercan la mano y la retiran. Y tras pocos minutos se la zampan, permítanme otra vez el lenguaje coloquial.
Estos primeros casos son los de los niños distraídos, despistados, inatentos, ciertamente inhábiles en el momento de controlar sus impulsos o por lo menos en casos como este test.https://www.youtube.com/watch?v=JUTEjsGUGXc
5. Los que superan el test: el autocontrol
Después están los exitosos: son los atentos, los despiertos, los que han aprendido a darse órdenes a sí mismos. Han entendido el funcionamiento del test y una de las más frecuentes estrategias para resistir el deseo de comerse la golosina es desviar la atención: por ejemplo no mirarla, girarse, contarse cosas a sí mismos, cantar, juguetear con las propias manos. Son muy divertidos. Y finalmente, a costa de ir redirigiendo la atención en otros planos, logran superar el reto, resolver el conflicto y, tras el tiempo previsto, recibir la segunda golosina con gran satisfacción. Una satisfacción que les dice interiormente que pueden diferir la satisfacción en función de bienes ulteriores.
6. El autocontrol y la atención ejecutiva
La literatura científica es muy clara en su investigación y en el análisis de estos hallazgos (Mischel, Duckworth, Moffitt, Baumeister): el autocontrol unido a la atención ejecutiva es un predictor, un indicador que señala el futuro éxito en la escuela secundaria, en el trabajo, en la vida familiar, de pareja, en la vida profesional, en la no comisión de delitos.
Se podría matizar un poco más pero, a grandes rasgos, el autocontrol gestionado por una atención ágil que dirige esta monitorización del impulso está en la base de la capacidad de emprender metas y llevarlas a cabo.
Se han hecho estudios longitudinales y se han seguidos a niños hasta que llegaban a la treintena y se ha constatado sus estándares socioeconómicos y de salud y eran mejores cuando en la infancia mostraban altos índices de autocontrol y atención.
El autocontrol no emerge en el vacío, surge del buen manejo del lenguaje, de la memoria de trabajo, de la inhibición del impulso, de la capacidad flexible de cambiar de perspectiva en la gestión de los problemas.
Y ahí, en ese autocontrol, finalmente, la atención –también llamada atención ejecutiva- se mueve desviando el foco: la golosina sale del foco y el niño pone en el foco sus historias, su habla privada, sus auto-cuentos fantásticos.
Ha redirigido la atención para evitar el estímulo molesto –exógeno- y centrarse en el estímulo, en este caso endógeno, que le interesa para sus fines, y lo ha encontrado en su propia interioridad bien organizada, en su memoria de trabajo.
Insistimos: la literatura científica señala que los niños que gestionan tan inteligentemente este reto saben andar por la vida, se proponen metas y las alcanzan.
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7. La pedología innovadora
Mucha pedagogía innovadora debería ponerse a trabajar en estos términos, entrenar lo que se denomina las Funciones Ejecutivas, es decir, aquellas capacidades cognitivo-ejecutivas de alto nivel que construyen, planifican y dirigen la vida hacia planes y objetivos. Un matiz fundamental es que los objetivos sean éticamente sociales, altruistas, humanos.
Se trataría de entrenar a los niños en ser hábiles jugando. Pero no un juego desordenado sino pautado. Un juego guiado, con fines, con reglas que deben ser cumplidas.
Los juegos de reglas están en los más sencillos juegos de mesa como por ejemplo las damas. O el parchís. O el mismo juego dramático que exige coordinarse con los compañeros de clase y respetar los turnos.
Si nos acercamos a los juegos del método Montessori veremos que parecen diseñados para que prosperen lo que hoy se denominan las Funciones Ejecutivas. Maria Montessori no las conocía pero las intuía.
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Un último apunte: si nos fijamos en el proceso de adquisición de las habilidades en lecto-escritura veremos que el autocontrol y la atención ejecutiva están en la base. Y la lectura comprensiva, atenta, profunda es una base indiscutible de la educación sin la cual todo se tambalea.