Las escuelas de Educación Infantil y Primaria de los últimos años andan titubeando en sus finesy objetivos. La creatividad, siempre muy importante, se ha convertido a veces en el único centro. Y sobre todo el niño debe jugar para aprendery estar muy motivado.
Es oportuno el juego como aprendizaje pero se está produciendo una cierta exaltación de la innovaciónconstante que desorienta a maestros, niños y padres.
Un ejemplo es la presencia de la gamificación en muchas escuelas.Parece que la divisa, con el niño en el aula,es experimentar, ensayar para ser más ocurrentes, dúctiles, adaptables a cualquier entorno. Estos pasos son interesantes pero no pueden ser los objetivos centrales.
Los objetivos centrales están en la madurez y la autonomía del niño que descubre el mundo en una variedad y calidad de contenidos básicos donde la lectura y la escritura atentas están en el centro. Ese sí es un objetivo.
Creemos que la escuela debe recoger la gramática de la realidad en la transmisión de unos saberes reconocibles como el lenguaje, las matemáticas, la geometría, la geografía, la historia, la biología.
Sin embargo no se confirma un método, una pedagogía, unas metodologías que logren ser ratificadas en su eficacia y en los resultados probados en evaluaciones externas.
El niño debe ser protagonista del aprendizaje, sus progresos deben producirse en contacto con la realidad, el maestro debe alimentar su iniciativa espontánea.
Y además hay que superaraquella escuela antigua y coercitiva en la que la clave era la quietud del niño, su obediencia ciega al maestro y los ejercicios mecánicosalejados de las necesidades de los alumnos.
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