El pontífice alienta a los obispos malgaches a ser pastor de todos, sin importar su clase o credo
“Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna”.
Así habló el Papa Francisco a los obispos de Madagascar, en su encuentro con ellos hoy en la catedral de Andohalo, durante su viaje apostólico a varias naciones del sureste de África.
Citando palabras de la Evangelii Gaudium, afirmó que la conversión cristiana exige revisar “especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común”.
“¿Puede un pastor digno de ese nombre permanecer indiferente ante los desafíos que enfrentan sus conciudadanos de todas las categorías sociales, independientemente de sus denominaciones religiosas? ¿Puede un pastor al estilo de Jesucristo ser indiferente a las vidas que le fueron confiadas?”
“Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”, añadió el Pontífice.
El Papa reconoció a los obispos que “la colaboración madura e independiente entre la Iglesia y el Estado es un desafío permanente, porque el peligro de una connivencia nunca está muy lejos, especialmente si nos lleva a perder la ‘mordedura evangélica’”.
En cambio, el Papa exhortó a los obispos tener “discernimiento” y a buscar una “fructífera colaboración con la sociedad civil en la búsqueda del bien común”.
“El signo distintivo de ese discernimiento será que el anuncio del evangelio incluya la preocupación por toda forma de pobreza”: Esto, añadió el Papa, “implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida”.
“En otras palabras, tenemos un deber especial de cercanía y protección hacia los pobres, los marginados y los pequeños, hacia los niños y las personas más vulnerables, víctimas de explotación y de abuso”, afirmó.
Tras exhortar a los obispos a cuidar de las vocaciones sacerdotales y también de la formación de los laicos, el Papa habló también de “colaboración” entre las Iglesias particulares del Océano Índico.
“La similitud de desafíos pastorales, como la protección del medio ambiente en un espíritu cristiano o el problema de la inmigración, exigen reflexiones comunes y una sinergia de acciones a gran escala para un planteamiento eficaz”, concluyó.