Encuentro con los jóvenes en el Campo Diocesano de Soamandrakizay
El Papa Francisco habló de nuevos horizontes a los jóvenes de Madagascar, reunidos en el Campo Diocesano de Soamandrakizay, en medio de un clima extraordinariamente festivo.
Respondiendo a dos jóvenes que compartieron sus experiencias, el Papa invitó a las nuevas generaciones a trabajar por el futuro en Madagascar y de la Iglesia: “El Señor es el primero en confiar en vosotros y os invita a que también confiéis en vosotros mismos”.
El pontífice advirtió a los jóvenes contra la tentación del desánimo de que “nada puede cambiar y nadie puede cambiarlo”, “especialmente cuando no se cuenta con lo mínimo necesario para pelear el día a día; cuando las oportunidades efectivas para estudiar no son suficientes; o para aquellos que experimentan que su futuro está atascado debido a la falta de trabajo, la precariedad, las injusticias sociales, y entonces tienen la tentación de rendirse”.
También les advirtió contra los “espejismos” que “prometen y encantan con una felicidad aparente, rápida, fácil e inmediata, pero que al final dejan el corazón, la mirada y el alma a mitad de camino”.
“Jesús nos deja el corazón siempre inquieto, nos pone en camino y en movimiento. El discípulo de Jesús, si quiere crecer en su amistad, no puede quedar quieto, quejándose o mirándose a sí mismo”.
Jesús, dijo el Papa a los jóvenes, “no nos llama por nuestro pecado, por nuestros errores, equivocaciones, limitaciones, sino que lo hace por nuestro nombre; cada uno es precioso a sus ojos”.
“El demonio prefiere llamarnos y recordarnos continuamente nuestros pecados y errores; y de esta forma nos hace sentir que hagamos lo que hagamos nada puede cambiar, que todo seguirá igual”, añadió. Pero “el Señor no actúa así. El Señor siempre nos recuerda lo valiosos que somos ante sus ojos y nos confía una misión”.
Otro de los mensajes que quiso transmitir es el de la unidad, y les puso en guardia contra la tentación de la soledad.
“El Señor no quiere aventureros solitarios. El nos regala una misión, sí, pero no nos manda solos al frente de batalla”.
“Es cierto que solos podemos hacer cosas grandes, sí; pero juntos podemos soñar y comprometernos con cosas inimaginables”, añadió el Papa. “¡Nunca aislarse o “querer estar solos”! Esa es una de las peores tentaciones que podemos tener”.
“Todos somos importantes y necesarios y nadie puede decir: “no te necesito” o “no formas parte de este proyecto de amor que el Padre soñó al crearnos” – advirtió el Papa -. Somos una gran familia, y podemos descubrir, queridos jóvenes, que tenemos una Madre: la protectora de Madagascar, la Virgen María”.