Considerar a la Virgen María como reina es una tradición muy antigua. Desde hace siglos se ha representado con una corona y también en un trono a la madre de Cristo, el rey.
En el siglo XVI, las misiones de los capuchinos acababan a menudo con una recogida de joyas. La gente las entregaba como signo de desprendimiento y conversión, y se fundían para hacer una corona para María.
De una manera más institucionalizada, parece que la primera vez que se coronó canónicamente una imagen de la Virgen fue en 1631.
Pero las coronaciones canónicas no fueron incorporadas definitivamente al conjunto de las celebraciones litúrgicas católicas hasta el siglo XIX. La diócesis de Cartagena lo explica en su página web:
El conde de Borgonovo, Alejandro Sforza, fiel seguidor de esas prácticas de los capuchinos, había legado en su testamento parte de sus bienes a la Basílica de San Pedro de Roma para que se promoviese la coronación de las imágenes de la Virgen más veneradas en todo el mundo.
La primera fue la Madonna della Febbre en la sacristía de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, que curiosamente era una imagen de la Piedad, que habría inspirado a Miguel Ángel su célebre escultura.
Así se fue haciendo durante varios siglos en Italia, hasta que en el año 1897 se incluye el rito en el libro que utiliza el obispo para las celebraciones que le son propias, el Pontifical Romano. Con la “oficialidad” del rito, se fue extendiendo por todo el mundo la práctica de la coronación.
Coronar a María puede ser una práctica privada, de grupo, pública, institucional,… Si es el Papa quien concede la coronación, se llama coronación canónica pontificia. También la puede conceder un obispo, entonces es una coronación canónica diocesana.
La Reina de Brasil
La tradición de coronar a María llegó a Brasil con los colonizadores portugueses. San Felipe Neri propició que el mes de mayo se convirtiera de manera especial en el mes dedicado a María. Al final de ese mes, san Felipe Neri siempre ofrecía una corona de flores a Nuestra Señora.
Como explica la web A12, en 1884, la princesa Isabel en su segunda visita a la Basílica Vieja hizo un gesto cariñoso: ofreció a la Madre Aparecida una corona.
Esa corona se colocó en la imagen de Nuestra Señora en una ceremonia solemne con decreto del papa Pío X, en la que María fue coronada como Reina.
Pero fue en 1930 cuando el papa Pío XI decretó a Nuestra Señora Aparecida como Reina y Patrona de Brasil. Y cada año de manera especial en mayo los brasileños reviven ese momento de coronar a María y asumir que Ella es madre y reina de la patria y de todo el pueblo.
¿Quieres coronarla tú?
A lo largo de la historia y a lo ancho del mundo han sido muchos los que han coronado a la Virgen María como su reina y se han entregado a ella con confianza de hijos. Personas de toda edad y condición, desde niños, madres de familia, gobernantes,…
El papa Francisco ha participado en varias coronaciones. En una de ellas, en México, rezó una bella oración que puede adaptarse en muchas circunstancias para decirle a María: sé mi reina.
Coronar a María es reconocer su dignidad y su poder como madre del rey mesiánico y como mujer “llena de gracia”, en palabras de la Biblia. ¿La quieres como reina?