No solo los economistas dudan de las cifras oficiales; el flujo migratorio no se detieneEconomistas serios dentro y fuera de la isla denunciaron recientemente lo que calificaron como “una grosera mentira”. Miguel Díaz-Canel acaba de afirmar, en discurso ante el parlamento, que el PIB cubano creció un 2.2% en 2018. Los supuestos cambios se deberían al comportamiento de sectores como la construcción, salud pública y agricultura. Tres áreas donde precisamente se hace más visible la actual crisis que atraviesa la sociedad cubana.
En su discurso hace unos quince días ante el Parlamento, el gobernante Miguel Díaz-Canel dio un giro sorprendente al declarar que, “una vez concluidos los cálculos y las conciliaciones de los niveles de actividad que determinan el comportamiento de la economía”, se había llegado a la conclusión de que los resultados habían estado mejores de los esperados y que el PIB había crecido del 2,2%.
El cambio se habría debido, principalmente, al comportamiento de los sectores de la construcción, salud pública y agricultura, según reportó la estatal Agencia Cubana de Noticias (ACN). Pero según refleja el blog cubano 14y medio, que dirige Yoani Sánchez, varios economistas ponen en duda estos datos al recordar la compleja situación económica que se vivió en el segundo semestre de 2018, especialmente con el desabastecimiento de alimentos.
Recogen la opinión del economista Pedro Monreal, quien cuestionó el método seguido para elevar el PIB. “Llama la atención la revisión del crecimiento de 2,6% del agro que modifica radicalmente un estimado anterior de decrecimiento de -4,9%. Es una variación grande de 7,5 puntos”, señaló.
El economista Elías Amor va un paso más allá en la crítica. “Tras el desastroso balance realizado anteriormente, se afirma que la economía creció el doble de lo que estaba previsto. ¿Es así cómo se pretende conseguir credibilidad? ¿A qué obedece esta impostura estadística o tal vez, política?”, apunta en su blog Cubaeconomía.
La opinión de ambos especialistas coincide con la advertencia lanzada por el economista Carmelo Mesa-Lago en febrero pasado durante la Conferencia sobre Asuntos Cubanos y Cubano Americanos de la Universidad Internacional de Florida. Entonces, el profesor emérito por la Universidad de Pittsburgh enfatizó que la economía de la Isla se encuentra en su peor momento desde la década de los 90 del siglo pasado.
Pulsando opiniones autorizadas
Marcelino Miyares -cubano-americano- dirige el conocido blog America 2.1 con sede en Miami. Es un ejecutivo de marketing y PhD en Ciencias Políticas, egresado de The Northwestern University en Evanston, Illinois. Sigue con atención la evolución de la política cubana. Formó parte de la Invasión de Bahía de Cochinos. Ha sido presidente del partido demócrata cristiano en el exilio y fue redactor del manifiesto “Modelos para una Transición Pacífica en Cuba”.
Miyares se dio a la tarea de entrevistar a profesionales del área quienes corroboraron, con datos de primera mano, que “ya hace años que la economía castrista está en picada, y en lugar de rectificar, vuelven a aplicar el viejo manual centralista, invasivo y controlador de toda actividad privada, atosigante y asfixiante de unas energías ciudadanas que, como demuestran millones de cubanos en el exterior, pueden ser auténticas productoras de riqueza, de progreso y de bienestar. Tres palabras que son prohibidas en el vocabulario lleno de telarañas del socialismo cubano”.
No para el contingente de cubanos que quiere dejar la isla
Todo ello estimula el flujo migratorio desde la Isla y cada nuevo obstáculo parece un incentivo para escapar cuanto antes hacia cualquier punto del hemisferio. Y las trabas son cada vez mayores. No obstante, es un hecho constatable que el éxodo continental no se ha detenido ni siquiera con el fin de la política de “pies secos/pies mojados”, cuando –convirtiendo en realidad los rumores- el ya para entonces presidente saliente, Barack Obama, anunció su derogación inmediata a partir del 12 de enero de 2017.
El presidente Trump, no solo no restableció dicho privilegio migratorio, sino que más bien reforzó los obstáculos. “De hecho –continua Miyares- durante el actual mandato se produjo el cese de las funciones consulares en la embajada de EEUU en La Habana, lo que dificulta la realización de los trámites correspondientes. A esto se suma la significativa disminución del número de visas otorgadas en los últimos tres años, la reciente eliminación del visado de entradas múltiples vigente por cinco años y la marcada ralentización que han sufrido los procesos de reunificación familiar”.
Temores que despiertan cada cierto tiempo
En la actualidad, sigue vigente una legislación que ganaron los cubanos desde hace décadas, entre otras cosas por los beneficios que a los Estados Unidos aportó esa cualificada inmigración. Ahora, renacen los temores acerca de una eventual desaparición de la Ley de Ajuste Cubano (1966), última prerrogativa que les va quedando y que les permite legalizar su estado migratorio y solicitar la tarjeta de residente permanente una vez transcurrido un año de su entrada al territorio estadounidense. De manera que los inconvenientes, en lugar de mermar, se multiplican.
Debido a la avalancha migratoria procedente de Centroamérica y que ha provocado una gran crisis en las fronteras con los Estados Unidos, el lunes 15 de julio la web oficial del Departamento de Seguridad Nacional de EEUU ha publicado una nueva normativa para los solicitantes de asilo, que entrará en vigor a partir del martes 16 de este propio mes. La nueva regulación no hace distingos por orígenes nacionales en su texto y, en consecuencia, potencialmente podría aplicarse también a los migrantes cubanos.
“Es temprano para las aseveraciones lapidarias –reflexiona Miyares- pero todas las señales tienden a sembrar alarmas entre los más suspicaces aspirantes a alcanzar el sueño americano, despertándoles temores acerca de una eventual desaparición de la Ley de Ajuste Cubano, vigente desde 1966, última prerrogativa que le va quedando a los cubanos y que les permite legalizar su estado migratorio y solicitar la tarjeta de residente permanente una vez transcurrido un año de su entrada al territorio estadounidense”.
La gente no cree y siente que emigrar es la única manera de tener futuro
En Cuba, la incredulidad opera como una bitácora que permite hacer planes sin reparar en lo que considera “mentiras del régimen”. El cubano, a lo largo de seis décadas ha aprendido a leer entre líneas, a discernir y a tomar decisiones basadas en su intuición. Esa es la razón por que la que cada nuevo obstáculo parece más bien un incentivo para escapar cuanto antes hacia cualquier punto del hemisferio, poniendo preferiblemente rumbo norte.
“Porque lo que sí resulta incuestionable –sentencia Marcelino Miyares- es que el único y verdadero miedo legítimo de las decenas de miles de cubanos que emigran cada año es el de vivir y morir en un país donde se sienten condenados a no tener presente ni futuro”.