Antes de rezar la oración mariana del Ángelus, Francisco comenta el pasaje del evangelista Lucas que narra la visita de Jesús a la casa de Marta y María e invita a pedir “la gracia de amar y servir a Dios y a los hermanos con las manos de Marta y el corazón de María”“También para cada uno de nosotros, como para María, no debería existir ninguna ocupación o preocupación que nos mantenga lejos del Maestro divino”, afirmó el papa Francisco antes de guiar la oración del Ángelus de este domingo.
Ante los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro no obstante el sol ardiente de julio, el Pontífice se refierió al pasaje del Evangelio de san Lucas y comentó la visita de Jesús a la casa de Marta y María, hermanas de Lázaro.
Recordó que María se sienta a los pies de Jesús para escucharlo, porque “no quiere perder ninguna de sus palabras” mientras a Marta “los servicios la cautivan”.
El Señor siempre nos sorprende
Francisco precisa que cuando el Señor viene a visitarnos a nuestra vida “todo debe ser dejado de lado”, porque “su presencia y su palabra están por encima de todo lo demás”.
“El Señor siempre nos sorprende” –asegura– y “cuando realmente lo escuchamos, las nubes se disipan, las dudas dan paso a la verdad, los miedos a la serenidad, y las diferentes situaciones de la vida encuentran su justo lugar”.
Como María, saber escoger la mejor parte
“Se trata de hacer una pausa durante la jornada, de recogerse en silencio para dar cabida al Señor que ‘pasa’ –prosigue Francisco- y encontrar el valor de permanecer un poco ‘al margen’ con Él, para volver después, con más serenidad y eficacia, a las cosas de la vida cotidiana”.
El Obispo de Roma afirma que Jesús, alabando el comportamiento de María, es como si repitiera a cada uno de nosotros:
No te dejes abrumar por las cosas que tengas que hacer, sino escucha ante todo la voz del Señor, para llevar a cabo bien las tareas que la vida te asigna.
Marta y el carisma de la hospitalidad
El Papa comenta seguidamente las palabras de Jesús a Marta, que fue quien recibió a Jesús y “tenía el carisma de la hospitalidad”: “Marta, Marta, estás ansiosa y agitada por muchas cosas”.
Con estas palabras, -precisa Francisco-, Él ciertamente no pretende condenar la actitud del servicio, sino más bien la ansiedad con la que a veces se la vive.
También nosotros compartimos la preocupación de santa Marta y, siguiendo su ejemplo, nos proponemos hacer que en nuestras familias y en nuestras comunidades se viva el sentido de la acogida, de la fraternidad, para que cada uno pueda sentirse “como en casa”, especialmente los pequeños y los pobres”.
María y Marta nos muestran el camino
Por eso, continúa Francisco, “el Evangelio de hoy nos recuerda que la sabiduría del corazón reside precisamente en saber combinar estos dos elementos: la contemplación y la acción”: “por una parte, ‘estar a los pies’ de Jesús, para escucharlo mientras nos revela el secreto de todo; y por otra, estar atentos y dispuestos a la hospitalidad, cuando Él pasa y llama a nuestra puerta, con el rostro del amigo que tiene necesidad de un momento de descanso y de fraternidad”.
De ahí su oración final:
“Que María Santísima, Madre de la Iglesia, nos conceda la gracia de amar y servir a Dios y a los hermanos con las manos de Marta y el corazón de María, para que permaneciendo siempre en la escucha de Cristo podamos ser artesanos de paz y esperanza”.