No se le permitirá residir en la diócesis de Wheeling-Charleston, ni presidir ni participar en ninguna celebración pública de la Liturgia.Que la acción en contra de los abusadores es clara y no depende de las “conexiones” de quien ejerce esa conducta durante el pontificado de Francisco, queda claro con las recientes medidas disciplinarias a las que fue sometido el obispo Michael J. Bransfield, de la diócesis de Wheeling-Charleston, Virginia Occidental (Estados Unidos).
Según un informa la revista America de los jesuitas estadounidenses, el 19 de julio, la Nunciatura Apostólica en Estados Unidos, que encabeza el arzobispo Christophe Pierre, emitió una declaración informando a la Diócesis que el Papa Francisco había decidido tomar medidas disciplinarias contra el obispo Bransfield, luego de una investigación realizada en el Vaticano.
El comunicado de la Nunciatura establece que a Bransfield ya no se le permitirá residir en la diócesis de Wheeling-Charleston, ni presidir ni participar en ninguna celebración pública de la Liturgia.
Además, el Papa Francisco le ordena “hacer las enmiendas personales por algunos de los daños que causó”, sin especificar cuáles, pues eso corresponderá al obispo que lo suceda, en consulta con el Vaticano.
Ya el 13 de septiembre de 2019, el Papa había aceptado la carta de renuncia del obispo Bransfield.
Éste había sido denunciado por abuso sexual en contra de personas adultas y manejo inadecuado de fondos destinados a obras de la Iglesia.
La investigación interna, encabezada por el arzobispo de Baltimore, William E. Lori, encontró que las acusaciones por abuso sexual en contras de adultos eran verosímiles.
“El equipo descubrió un patrón consistente de insinuaciones sexuales y comentarios y acciones sugestivas hacia aquellos sobre quienes el ex obispo ejercía autoridad”.
Además, el obispo Bransfield “participó en un patrón de gasto excesivo e inadecuado” de los fondos diocesanos. Esto incluía renovaciones en sus residencias privadas y la compra de comidas caras, bebidas, regalos y otros artículos de lujo.
En la declaración hecha pública el pasado viernes, la Nunciatura subrayó que el Vaticano “expresa su sincera preocupación por el clero, los religiosos y los laicos de la Diócesis de Wheeling-Charleston” a través de su castigo del obispo Bransfield.
Lo cierto es que la crisis de abusos sexuales en Estados Unidos parece no tocar fondo. Y, mientras tanto, el católico de a pie comienza a tener serias dudas de seguir en la Iglesia, sobre todo por la grandísima oferta colateral de servicios religiosos que hay en el país.
Pero que el Papa Francisco va en serio y que el episcopado estadounidense también, lo atestiguará, en los próximos años el obispo Bransfield.
*Con información de la revista America / *Kevin Christopher Robles