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Servicio Jesuita a Migrantes (Chile) desmiente a autoridades: Crisis de venezolanos empeora

CHILE
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Carlos Zapata - publicado el 02/07/19
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Tras calificar la situación de muy difícil y compleja, el director del SJM en Chile, José Tomás Vicuña, dijo a Aleteia que los niños forman parte de la población vulnerable afectada, y negó que la crisis se haya superado, pues el gobierno de Piñera sólo “trasladó el problema más lejos”

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En graves condiciones permanecen cientos de venezolanos en puntos fronterizos de Chile, un drama que se sigue agudizando a medida que pasan los días. Aunque la Subsecretaría del Interior chilena aseguró que “ya no existen venezolanos ni en Chacalluta ni en Pisiga”, lejos de desaparecer, el problema empeoró.

En conversación exclusiva con Aleteia, el director del Servicio Jesuita a Migrantes, José Tomás Vicuña, desmintió que se haya solucionado la crisis, como sugirieron autoridades chilenas a través del jefe del Departamento de Extranjería y Migración, Álvaro Bellolio, quien matizó el hecho afirmando que a los venezolanos “se les convenció de sacar su permiso de forma consular”.

“En Pisiga hay venezolanos, en Chacalluta no. Pero lo cierto es que sólo se trasladó la crisis más lejos”, explicó el sacerdote jesuita, quien dirige los trabajos en terreno del SJM en las fronteras de Chile.

Dijo que “les ofrecieron la posibilidad de agilizar los trámites, pero terminó siendo falso. La gente está varada. La crisis sólo se trasladó más lejos, hacia el lado del consulado en Tacna, en lugar de la frontera chilena”.

Recordó además que “Pisiga siempre ha estado ahí, salvo que la gente no puede darse el lujo de estar a la intemperie en ese lugar, porque es una región muy fría. Hay más de 200 personas afectadas y existen otros pasos fronterizos. Las personas se empiezan a desplazar más lejos. Y la crisis de Venezuela no es sólo de Venezuela sino que se esparce a lo largo de toda la región”.

 

CHILE

Intendencia de Arica y Parinacota

 

-¿Es cierto que los venezolanos siguen a la intemperie y sin poder ingresar?

-Sí. Entre la frontera y el consulado deben haber unos 25 kilómetros, pero por eso decimos que se trasladó, pues igual están a 25 km en el suelo, a la intemperie, esperando poder ingresar a Chile. Sólo que ya no están pegados al paso fronterizo.

 –¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno chileno en el sitio, y qué está haciendo la Iglesia para responder a esta situación, especialmente en lo que tiene que ver con los niños?

-El gobierno de Piñera envió a una alta autoridad del Ministerio del Interior para acá, mientras continúa la crisis. Se han redoblado los esfuerzos en el Consultado de Tacna, pero es la sociedad civil la que ha llevado la ayuda humanitaria de alimentos.

Lamentablemente, no se ha dado solución real frente a una crisis principalmente de refugio, no tanto de migrantes, sino de refugiados.

Por parte de la Iglesia católica están los comedores solidarios tanto en Arica como en Tacna, donde se puede ver el despliegue de ayuda humanitaria; así como la orientación socio-jurídica que brindamos, y la representación legal para causas más complejas.

-Según la óptica del personal que usted dirige y que está brindando atención en el sitio, ¿cuál es el balance actual de la crisis con los venezolanos en las fronteras de Chile?

-Continúan más de 250 personas varadas. Pero ahora, además, hay cerca de cien personas durmiendo frente al consultado de Tacna. Ya llevamos más de dos semanas con esta grave situación en las fronteras.

Hay gran cantidad de niñas y niños afectados. Es la sociedad civil la que ha estado llevando alimentos y ayuda.

Si bien se están redoblando los esfuerzos, la crisis es demasiado grande y compleja. Las autoridades se han demorado en dar respuesta; sobre todo en cuanto a las situaciones de urgencia humanitaria.

-Algunos señalan que se trata de un problema solo de Venezuela…

-Nosotros vemos que Venezuela vive una crisis particular y regional. No es un problema local, sino algo que afecta seriamente a toda la región de forma global. Ante eso tenemos que brindar una respuesta también regional más que particular.

-¿Qué es lo que más le conmueve? ¿Cómo les ha afectado todo esto en el servicio social?

-Hay muchas historias que nos conmueven y cuestionan también el modo en que estamos viviendo y afrontando cada situación.

A nosotros nos modifica la agenda de trabajo social, porque al final de esto quizá, -como dice el Papa Francisco, es una espiral… Hay mucha gente que está mal, viendo cada día quiénes son las personas familias y que deben ingresar primero, mientras el resto no puede acceder; y ¡eso es doloroso!

El Servicio de Migrantes trabaja en red con todas las demás instituciones de la Iglesia Católica, pero tenemos muchas situaciones locales particularmente complejas.

-Locales y globales -como usted menciona- porque el problema parte del pedido de visa humanitaria en Perú…

-Ciertamente. El Servicio Jesuita Migrante ha estado en la frontera desde el primer día de la crisis, cuando Perú comenzó a pedir la visa humanitaria para ciudadanos de Venezuela.

Las personas venezolanas al salir de Perú y ser rechazadas en Chile, no podían ingresar de nuevo al Perú. Entonces empezaron a aglomerarse las familias, que llegaron a ser de 200 hasta 400 personas.

Nosotros creemos que hay que analizar distintos temas acá. Por un lado, hay que entender la situación crítica que se vive en la frontera, adonde hay un número muy grande de personas varadas, también con niños y niñas. Por otro lado, el Consulado de Tacna ha reforzado su trabajo y eso nos parece muy positivo.

-En donde se requieren distintos documentos para el ingreso legal…

-Sí, obviamente. Pero estamos alentando a las personas a entrar bajo las vías regulares: solicitando la visa de turismo, la visa de responsabilidad democrática, o la condición de refugio. Sin embargo, este último punto nos preocupa altamente, porque se está realizando en frontera, cuando debiera haber un debido proceso.

La situación, insisto, es particularmente compleja. Y las autoridades se han demorado demasiado en dar respuesta; sobre todo en cuanto a los casos de urgencia humanitaria.

 

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Intendencia de Arica y Parinacota

En fronteras de Chile hay una “situación especial”

En medio de la crisis, desde Osaka (Japón), donde se encontraba participando en la reunión del G20 como invitado, el presidente chileno Sebastián Piñera  confirmó que su Gobierno enfrenta “una situación especial en nuestras fronteras”, aunque justificó la adopción de “medidas especiales para proteger mejor nuestras fronteras, y especialmente las fronteras del norte de nuestro país”.

Como Chacalluta se conoce al edificio ubicado del lado chileno en la frontera entre ese país y Perú. Está a 25 km al norte de Arica y 30 km al sur de Tacna. Es un punto de alto tránsito migratorio, debido en parte al convenio Tacna – Arica que permite el desplazamiento haciendo uso únicamente de cédula de identidad.

Mientras que entre Chile y Bolivia figura el paso fronterizo Colchane-Pisiga. Del lado boliviano, el poblado más cercano es Pisiga. Con un sistema de saneamiento básico que según las autoridades locales “está colapsado”, la región está ubicada a una altitud de 3.800 metros sobre el nivel del mar. Por ello, las temperaturas pueden llegar a los 10 grados centígrados bajo cero.

Chile es el tercer destino de los venezolanos

La mayoría de los ingresos de migrantes a Chile han ocurrido con “visas de responsabilidad democrática” gestionadas en el Consulado en Tacna.

Con casi 300 mil venezolanos viviendo en el país, Chile es el tercer destino de migración para quienes huyen de la crisis humanitaria compleja de Venezuela.


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