Los distintos países lo valoran positivamente, y mencionan que es un acuerdo histórico, si bien comportará ajustes en sus respectivas economías, tanto a Europa como a los países de América del Sur
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Tras 20 años de negociaciones, al fin se ha alcanzado un acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea que consiste en un Tratado de Libre Comercio (TLC) por el que los países de Mercosur podrán exportar a Europa sus productos –especialmente los agrícolas y ganaderos—con arancel cero o con un periodo de transición en el que los aranceles llegarán a cero y las cuotas se van a suprimir en un periodo entre cuatro y diez años. Han liderado, por parte europea, este acuerdo, España y Alemania.
Este acuerdo ha sido bien recibido por los países de Mercosur, aunque con matices, pero en los países europeos, los sectores agrícolas y en especial los ganaderos encuentran que deberán luchar con una competencia inesperada, como lo han hecho saber los líderes de los sindicatos ganaderos y agricultores alemanes, franceses, italianos y españoles (estos con menor intensidad), que señalan que el acuerdo es “muy desequilibrado” en favor de los países americanos. Hay que señalar que en Europa la agricultura goza de una especial protección arancelaria. En cambio, no será así en el sector industrial, ni en el energético, ni en los derechos de la propiedad intelectual y el comercio electrónico.
Son países de Mercosur: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay (Venezuela fue expulsada). Los países adheridos son: Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Guyana y Surinam. La población de Europa y Mercosur suma 773 millones de habitantes y el PIB de estos países es de 19 billones de euros y el volumen del comercio de bienes y servicios es de 122 mil millones de euros. Estas cifras son suficientemente elocuentes de lo que puede significar de cara al futuro la apertura de los mercados de Europa y Mercosur que se van a incrementar de modo considerable.
En el caso de la agricultura y ganadería, Europa importará 99.000 toneladas de carne vacuna (un 55 por 100 congelada y un 45 por 100 refrigerada), según informa el diario “Clarín”, carne de pollo, azúcar (hasta 180.000 toneladas), arroz, alcohol, vino (conservando las denominaciones de origen), espumosos, legumbres, frutos secos, soja, conservas, aceites, uvas, infusiones, pescado (calamares, vieras y merluzas), etc.
Por parte europea se ha exigido los controles sanidad y de seguridad fitosanitaria de los productos tal y como se exigen en Europa, así como los derechos laborales de los trabajadores, entre ellos tener sindicatos libres, eliminar el trabajo infantil, y el derecho de los trabajadores a tener un convenio colectivo.
Las empresas europeas, al igual que las de los países de Mercosur, podrán competir en la construcción de autopistas, aeropuertos, y en materia energética –donde Europa tiene un mayor desarrollo—así como en el sector del automóvil y de partes y componentes del mismo. También se eliminan los aranceles para metales raros y se borran las barreras en productos como el cuero y la soja al tiempo que deben eliminarse los monopolios que impiden la libertad de precios.
El acuerdo ha satisfecho de modo particular a Argentina, o mejor dicho al gobierno argentino de Mauricio Macri, mientras que ha sido criticado por el candidato kirchnerista a las elecciones de este año, Alberto Fernández. Ha gustado a Jair Bolsonaro de Brasil, a Evo Morales de Bolivia, y a los gobiernos de Chile, Uruguay, Paraguay y Colombia. Naturalmente, en todos los países existen valoraciones positivas para los acuerdos sobre agricultura y ganadería, pero menos sobre industria y energía.