En la España Ilustrada, una mujer brilló con luz propia dando voz a las reivindicaciones femeninas. Josefa Amar y Borbón fue una mujer con una profunda fe católica y una férrea determinación de abogar por la educación femenina
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Doña Josefa Amar y Borbón nació el 4 de febrero de 1749 en el seno de una familia católica, de alta cuna y profundo amor por el conocimiento. Su madre, doña Ignacia de Borbón Vallejo de Santa Cruz, amaba la lectura, pasión que transmitiría a sus hijos. Su padre, don José Amar de Arguedas, era médico de cámara de Fernando VI y posteriormente de Carlos III.
Josefa tuvo cinco hermanas y seis hermanos. Todos ellos crecieron en un ambiente privilegiado tanto a nivel material como intelectual. Además de escuchar a las personalidades que acudían a su casa para participar en interesantes reuniones eruditas, su padre buscó a los mejores preceptores para sus hijos. Así, Josefa aprendió varios idiomas, filosofía y literatura, entre otras disciplinas.
En 1772, cuando Josefa contaba veintitrés años, se casó con el abogado Joaquín Fuertes Piquer. Con él tendría un hijo, Felipe, y compartiría su pasión por el conocimiento. Joaquín era miembro de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País.
Esta y otras sociedades que surgieron en la geografía de la España ilustrada no contemplaban la posibilidad de que las mujeres formaran parte de sus filas, algo que Josefa consideró injusto y decidió ponerle remedio.
Durante varios años trabajó intensamente para convencer a sus miembros que las mujeres estaban igualmente capacitadas para participar en estas y otras instituciones sociales y económicas. En 1782 consiguió su objetivo de ser aceptada en la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País.
En su discurso de ingreso, titulado Discurso en defensa del talento de las mujeres, defendió las capacidades intelectuales femeninas, las cuales no se podían desarrollar por un injusto veto al conocimiento. “Les niegan la instrucción – decía Josefa – y después se quejan que no la tienen”. Josefa se inspiró en la tradición católica para defender la igualdad de sexos. De hecho, en su Discurso abordaba la Creación para encontrar luz en sus tesis sobre la igualdad:
“¿Qué fundamento pueden tener los hombres para la superioridad que se han arrogado, principalmente en los dotes del ánimo? La creación de unos y de otros, es la que puede dar alguna luz. ¿Pero qué descubrimos en ella? Que Dios crió a Adán, y este echó de menos luego una compañía semejante a él: cuya compañía se le concedió en la mujer. ¿Puede desearse prueba más concluyente de la igualdad y semejanza de ambos, en aquel primer estado? ¿Hay en todo esto alguna sombra de sujeción, ni dependencia de uno a otro? Es verdad, que el hombre fue criado primero,y fue criado solo, pero poco tardó en conocer, que no podía vivir sin compañera, primera imagen del matrimonio, y primera también de una perfecta Sociedad”,
Josefa denunció que las mujeres habían sido relegadas de la vida social reiteradamente pero las que habían alcanzado cierta notoriedad, ya fuera en el poder, el ámbito del arte o la ciencia, habían demostrado con creces sus capacidades.
Para ello, rescató del pasado nombres de mujeres para argumentar su tesis. Josefa no renunciaba a la vida familiar y doméstica, pero reivindicaba que esta no debía ser incompatible con el conocimiento y el desarrollo intelectual y profesional de las mujeres.
Años después, tras ingresar en la Junta de Damas de Madrid, Josefa Amar escribió otro texto igualmente reivindicativo, el Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, en el que profundizó sobre el mismo tema y la situó en lo más alto de la ilustración española y feminista.
La obra de Josefa Amar sentó las bases del feminismo en España y la encumbró como una de las mujeres más importantes de su tiempo. En 1798, tras la muerte de su marido, la vida de Josefa Amar se fue alejando de la esfera pública hasta ser olvidada por todos. Se desconoce incluso la fecha exacta de su fallecimiento que habría tenido lugar alrededor de 1833.